ALCOILANDIA

Ya lo he comprendido.

No es que Alcoy esté en una encrucijada cósmica en la que se cruzan varias dimensiones o realidades, lo que explicaría las abismales diferencias que hay entre políticos o colectivos a la hora de valorar o interpretar aquello que nos es común. Sencillamente es que hay quienes nos han mantenido engañados y en realidad no viven en Alcoy sino en Alcoilandia, un espacio alternativo, física y temporalmente, donde todo es guai, chachi y molón y en el que todas las casas del Centro de Alcoy son como la que Piñero construyó en la Bandeja, prototipo del piso piloto de Alcoilandia.

Se trata de la ciudad donde viven, como privilegio implícito en el éxito electoral, todos aquellos instalados en el poder o que son amigos, familiares o beneficiarios de quienes lo ostentan. Lo que en el Alcoy festero se conoce como que “enguany tenen càrrec” o “tenim el capità”.

Actualmente nos golpean los sentidos cuando hablan y se explican los franceses, o sea los de Francés, pero ciertamente es un coronavirus supercontagioso que secuestró la inteligencia y visión de los sedanistas, peraltistas o sanusistas. Todo poder tiene su Alcoilandia.

Aunque algunos resultan más insultantes que otros para la inteligencia media, especialmente cuando como, por ejemplo, quieren convencernos de que en la crisis de las 70 horas del misterio de la potabilidad del agua de Barxell, se actuó escrupulosamente, ignorando el detalle de haber mantenido durante casi tres días la red con agua potencialmente contaminada. Que venga la OMS y lo vea. Pero claro, en Alcoilandia todos están pendientes con un ojo enganchado al facebook y la información vuela. Y si alguien se cabrea pues se le perdona el recibo del agua del mes de enero y todos tan contentos.

En su mundo, que se caigan siete edificios en el casco antiguo es, ¡por supuesto! culpa de los propios vecinos, irresponsables donde los haya. Lo que me sorprende es que los propietarios de estos edificios no hayan sido acusados de formar parte de la oposición mala. Y digo oposición mala porque en Alcoilandia hay dos oposiciones: la buena y la mala, constituidas por un cóctel que, en condiciones normales, provocaría diarrea mental, pero que aquí es incluso medioambientalmente saludable, especialmente para la salud del poder.

La oposición buena la forman los de Unidas Podemos junto a Ciudadanos y Vox. Por favor que a nadie se le ocurra agitar la mezcla. Pero es que la oposición mala, tiña, cainita y negativa, la forman, juntos pero no revueltos, los del PP, Guanyar y Compromís. No intenten comprender o interpretar estos intercambios porque perderán el tiempo. Es política. En otros tiempos los malos eran llamados “los del no” o los “antialcoyanos”. Expulsados de Alcoilandia.

Según los poseedores actuales del manto de armiño, aunque han hecho en el Centro todo lo que había que hacer, incluso más, que ellos son así de espléndidos, no van a regatear esfuerzos, y ahora evalúan e inspeccionan los edificios con la ayuda de Generalitat, y crean una comisión interdepartamental para el seguimiento de acciones y hasta crearán un plan estratégico… vamos que confiesan abiertamente que no habían hecho nada y que siete edificios por los suelos les han obligado a reaccionar. Pero en Alcoilandia eso se aplaude y elogia, porque más vale tarde que nunca.

Como cuando entre conciertos de castañuelas anunciaban la permuta del edificio del Juzgado de Algezares, que nos ha costado todo el paquete testicular con escroto incluido, a cambio de unos edificios que ya eran nuestros, por memoria histórica, como servicios correspondientes a las 672 viviendas de Caramanxel, o sea la Escoleta y el centro social de Zona Nord. Unas propiedades que al final, como ciudadanos españoles, nos debería dar igual si son del Ayuntamiento, Generalitat, Diputación o de un Ministerio, que tanto monta, porque sean de quien sean, son nuestros, de nuestros impuestos. Lo que importa no es la propiedad, pública de todas maneras, si no el uso y la utilidad que se les dé. Pero ni así.

En un juego de trileros, y haciéndonos sentir cornudos, el gobierno botánico nos han permutado solares que ya gastábamos como nuestros, mientras que nos niega, como a un sucio enemigo carnívoro, solares en la Riba que necesitamos para el Centro, donde instalar un párquing y una guardería. ¿Dónde estabas cuando te necesitaba? Estabas en Alcoilandia. La historia del juzgado de Algezares comenzó siendo de juzgado con Peralta y ha terminado en el programa “¡inocente, inocente!” con Francés.

Pero tranquilos, que en la “manzana de Rodes” van a instalar la granja de las gallinas de los huevos de oro. En su mundo ya presentaron, en febrero de 2012, hace ocho años, el Plan Integral de Industria i2+, (sic)como suena, con el que se empezó con las denominaciones exóticas y esotéricas de los proyectos y actuaciones de la era Francés y que son la marca de identidad de Alcoilandia.

Me preocupa, sinceramente, el tufo a hiel y ácidos biliares que denotan las contestaciones a la oposición mala desde el gobierno. El dúo artístico de policía bueno-policía malo, formado por Antonio Francés y Jorge Martínez, les ha funcionado durante muchos años. El alcalde tenía un maestro de la fontanería a su lado que sabía rentabilizar. Pero quizá viven demasiado en Alcoilandia y eso les ha acristalado las mandíbulas y amerengado la autocrítica, reaccionando con instinto de animales de presa. Y sin humor.

Y quizá influya también el hecho de que el alcalde compagine su cargo con el de jefe de la oposición en la Diputación, de oposición mala. Y no acaba de desconectar. Hay momentos que no sabe dónde está y se embarra en combates de catch, con mucho dolor auditivo, confundido porque en Alcoilandia no existen las críticas. ¡Qué guai!

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