Debajo no hay red

La salud mental de la población ha caído en picado durante la pandemia. Este domingo 10 de octubre se conmemora el Día Mundial en torno a esta cuestión, este año bajo el lema ‘La salud mental, un derecho necesario. Mañana puedes ser tú’. El objetivo es denunciar las desigualdades que existen y que pueden ocurrir por diversos motivos: económicos, por edad, por género, por educación o por lugar geográfico. Una circunstancia que además cobra especial relevancia en el contexto de la Covid. Y es que es indiscutible que la pandemia ha dejado huella en todos nosotros desde un punto de vista psicológico, en mayor o en menor medida.

Sin embargo, jóvenes, mujeres y personas con discapacidad, y sobre todo con discapacidad psicosocial, son algunos de los grupos de población que, según la Confederación de Salud Mental en España, más se han visto afectados. Las personas de 18 a 34 años son las que han frecuentado más los servicios de salud mental, han tenido más ataques de ansiedad, más síntomas de tristeza y ha sido el grupo de edad que más ha modificado su vida habitual debido a esta situación. En esta línea, el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) también señala que más del doble de las personas que han necesitado asistencia psicológica son mujeres. Los principales factores que han provocado o agravado los problemas de salud mental en la población femenina: situaciones de discriminación en el ámbito profesional, la carga de responsabilidades familiares y de cuidado, o la violencia de género.

Han sido dieciocho meses de incertidumbre, miedo, fallecimientos, pérdidas de empleo, el propio confinamiento y la convivencia ininterrumpida, o la soledad. Situaciones que han hecho mella en la salud mental de la población, especialmente en los colectivos más vulnerables. Una demanda de asistencia que crece de forma exponencial mientras el sistema público adolece de una falta de recursos y una precarización en la atención a la salud mental alarmante.

En las páginas de este periódico ya se alertaba hace unos meses de que en el mermado departamento sanitario de Alcoy también faltan manos en salud mental. Se creaba entonces un servicio de asistencia específico para dar cobertura psicológica a adolescentes y menores de 30 años. Ahora se pone en marcha otro servicio, dirigido en este caso a personas con problemas mentales graves. Una noticia sin duda positiva, pero qué pasa con los problemas que no son considerados trastornos mentales severos. Los recursos públicos siguen siendo a todas luces insuficientes y derivan, además, en una creciente presión de unas consultas de atención primaria ya de por sí presas de una constante sobrecarga asistencial.

Así las cosas, la salud mental de la población se encuentra en caída libre y debajo no hay red. Preocupante.

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