Educación sin atajos. JORGE SEDANO. Portavoz Ciudadanos en el Ayuntamiento de Alcoy

Es insultante escuchar con frecuencia la terminología “gasto en educación” cuando se habla de los Presupuestos del Estado. Y es que el subconsciente traiciona a muchos político-burócratas al referirse a la educación.

La educación nunca es un gasto sino una “INVERSIÓN”. Como dice Albert Rivera: aquí lo único que vale es un Pacto Nacional por la Educación. Un acuerdo para pensar más en nuestros hijos y en las próximas generaciones, que en los intereses de los partidos políticos. Un pacto que convierta a la educación en una herramienta eficaz para la igualdad de oportunidades, y no para dividirnos en bandos. Eso es lo que hay. Eso es lo que toca. Esa es la verdad, O hacemos un Pacto por la Educación serio, o seguimos, como hasta ahora, jugando al mus con el futuro de nuestro país y especialmente con el futuro de nuestros jóvenes.

Si algo da siempre buen fruto es la inversión en educación: la sanidad, los servicios sociales, las infraestructuras, la cultura, todo, absolutamente todo, siendo imprescindible en una sociedad, funcionará mejor o peor sólo en función del nivel de cualificación de su población.

Desde que el Caudillo dijo “hasta luego Lucas” desde el lecho, y cuando era famoso aquel cruel y veraz refrán de “pasas más hambre que un maestro de la escuela” hasta nuestros días, creo que han sido seis o siete las leyes sobre el sistema educativo: La LOGSE, LOCE, LOE, LOMCE, “los cañones de Navarone”, “el feo, el bueno y el malo” y aquella de “voy lo mato y vuelvo…”

Un galimatías político de tres palmos de narices preñado de leyes polítizadas, partidistas y cargadas de buenas y, no tan buenas intenciones, con nefastos resultados. Leyes mal dotadas presupuestariamente y basadas en la teoría de la “prueba error”. Leyes que directa o indirectamente han contribuido a que España ostente un penoso lugar destacado en el ranking europeo de fracaso escolar. Los números cantan…

Hasta que no descubramos que la Educación no es un problema de partidos, ni ideológico, sino la llave del futuro de un país, no habremos entendido nada: ¿Queremos que desaparezca la homofobia?: pues invirtamos en educación. ¿Queremos terminar con la barbarie de malos tratos y asesinatos por violencia de genero?: pues invirtamos en educación. ¿Queremos que bajen en España las tasas de drogas y alcohol?: pues invirtamos en educación. ¿Queremos que la xenofobia se diluya por la alcantarilla?: pues invirtamos en educación. ¿Queremos mejores médicos, profesores, soldadores, filósofos, neurólogos; mejores especialistas en mantenimiento industrial, en energía fotovoltaica, en la cría del caracol, en apicultura; mejores físicos en termodinámica, o competentes recepcionistas de hotel…? Pues invirtamos en educación. Ni más, ni menos.

Eso, “la inversión en buena educación”, cuesta una pasta gansa: ¡y lo sabemos! Pero que nadie lo olvide, quien “invierte” en educación gana el futuro. No hay atajos. El futuro pasa por ahí. Siempre.

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