El día a día y sus vergüenzas

No podemos por menos que encolerizarnos ante tanto despropósito y sinvergonzonería que elementos de la vida pública y al más puro estilo de trileros de callejón, realizan piruetas y malabarismos, aunque más vergüenza da, si cabe, el ver que otros amiguetes de los susodichos se afanan en alabar esas exhibiciones que sin pudor alguno realizan a pelo, tildándolas de “honrosas”. Sirva de ejemplo el triple salto mortal que acaba de realizar el señor Toni Cantó que se define como “político por devoción”, ¿es así como ahora se debe de calificar a los “vividores de la política”?. Y digo que acaba de realizar un triple salto mortal, de momento, ya que en pocos años ha ido tiñendo su chaqueta de tres colores diferentes. Primero UPyD para pasarse a Cs y recalar “de momento” en el PP. Los de Abascal ya estarán poniendo las barbas a remojar.
El cambiar de partido, no implica ni moral ni realmente demasiado, pero cuando el cambio es ya habitual, cuando se convierte en su modus operandi, cuando se pierde ese decoro necesario y la sangre no llega a enrojecer sus mejillas, más bien todo lo contrario, esa supuesta honrosa actitud es realmente una desvergüenza, una sinrazón. Su nueva familia adoptiva a la que se ofreció, le recompensa con esas treinta monedas de plata en modo de quinto puesto en las listas por Madrid, ya que para llenar ese tremendo ego que posee este funambulista político, muchas concesiones eran necesarias.
Aquí en nuestra ciudad, cuando un festero se cambia de filà se le denomina incorrectamente “cagafilaes”. Y digo que no es correcta esa denominación, ya que para pertenecer a una o dos filaes, el individuo en cuestión paga de su bolsillo el capricho, pero el ir trapicheando, estirando chaquetas y solicitar prebendas en forma de cargos o puestos que van a ser remunerados, eso ya no es de ser “cagapartidos”, su definición correcta debiera ser algo similar a la definición que les indicaba en el primer párrafo, “vividores de la política” y trepas pero con nota elevada, matrícula de horror o tal vez cum laude.
Así que tanto, “con mucho honor”, “como un señor”, y otras lindezas de ese tipo, lo único que hacen es señalar y tildar a quienes así alaban a quien no merece ese tratamiento, de simples amiguetes de los tres cubiletes y la piedrecita. También hay, quienes en un ejercicio moral de escasa consistencia, culpan a aquellos que desencantados y engañados por el partido en el que militaban, deciden abandonar esas siglas manchadas de barro y que son culpados de cobardes con la recurrida frase de que “las ratas abandonan el barco cuando este se está hundiendo”. Aclaremos una cosa, un barco recién salido de los astilleros, no por el hecho de ser nuevo y de estar perfectamente pintado va a resistir el que el capitán se empeñe en lanzarlo, primero contra una escollera de hormigón, posteriormente lo encalle en unos bancos de arena y entre tanto, manda a sus jefes de máquinas que se entretengan abriendo boquetes para que el agua les refresque. Es el capitán y los miembros del puesto de mandos los que hacen zozobrar el navío y ni ese barco, ni su capitán con su segundo, tercero, cuarto….de a bordo se merecen que marinero alguno arriesgue su vida y su tiempo, jugando a ser héroes chiflados de algo que ya no es suyo. No señores, cuando un partido político traiciona a sus fieles, dejándoles huérfanos de quien defienda sus ideales, lo más sensato, lo correcto y lo necesario es dejarlo con sus penurias, vergüenzas, sus vicios y su incapacidad, y quienes se aferran en seguirles el juego, son unos irresponsables que les ríe las gracias. Otra cosa es quien con ilusión y ganas de trabaja, aun pretende de manera esforzada y abnegada seguir en la trinchera y poder arañar alguna pequeña victoria. Esa gente de base, es de admirar, pero no, quien vocea sin sacrificar ni quemar un gramo de su propia grasa en esta contienda.
Nada que no haya pasado en cualquier otro partido, absolutamente todos ellos en alguna o varias ocasiones han sufrido de la peste de esos oscuros personajes que llegan a la política con el fin de lograr un puesto, una notoriedad y un reconocimiento público que nada tiene que ver con el servicio, entrega y trabajo, y que lógicamente debe de ser remunerado (si el cargo lo requiere), pero no hay que anteponer los términos. Los partidos y sus políticos tachan a excompañeros de tránsfugas, aunque y que no sirva como actitud comprensiva por mi parte, es algo que la ley no penaliza, al igual que los pactos políticos que hacen que partidos residuales o regionales puedan hacer cambiar el signo del voto que un país, región o ciudad ha elegido, a base de negociaciones que en más de una ocasión dan el poder al más pequeño. ¿Cuántos años el PNV o Convergencia i Unió ha tenido la llave del gobierno de España? Bastantes. ¿No tenemos a unos cuántos ministros de Podemos?. Ustedes dirán.
Esta gangrena que afecta a la vida política española, ese bajísimo nivel de la dialéctica parlamentaria, esa actitud que ya vemos como algo normal, es de lo peor que nos puede pasar. Sirva de ejemplo; un presidente encamado con quienes van contra el propio Estado y que le enmiendan la plana casi a diario y que son mantenidos en sus cargos; un partido con cajas “B” , papeles comprometedores y corruptelas varias, voceros populistas que en dos años pasan de Vallecas a Galapagar y con unas más que engordadas cuentas bancarias, o la falta de democracia interna de todos los partidos, que premian a alguna diputada regional, después de haber sido la peor valorada por sus propios compañeros de las Cortes con ser cabeza de lista en su ayuntamiento, en contra de la propia militancia. Pues, por cosas como estas, los ciudadanos están-estamos hastiados de lo que huela a política.
Debiéramos tomarnos un respiro y apagar nuestros televisores unos días. No a modo de castigo, simplemente para desempalagarnos un poco, para airear nuestra mente y ordenar algunos conceptos en nuestra cabeza. Por nuestra salud mental e intelectual.

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