El patinazo con el patinete

Hay personas que empiezan a leer los periódicos por el final. Incluso tengo constancia de algunos que leen el final de un libro antes de comprarlo y así saben si vale la pena. Cada uno tenemos nuestras rarezas las cuales hay que respetar. Pero empezar la casa por el tejado es algo inviable desde los albores de la humanidad. Y esto precisamente se ha vuelto a repetir en el gobierno municipal; empezar la casa por el tejado.

Una buena iniciativa, como es el alquiler de patinetes eléctricos, se ha transformado en una peligrosa emulación de un videojuego. Un juego que pone en riesgo la seguridad de los usuarios de los patinetes y resto de transeúntes.

La dinámica del juego es muy sencilla. El gobierno municipal vende como público un servicio que en realidad es privado, ya que es una empresa privada la propietaria y beneficiaria de la recaudación del alquiler del patinete. Se reparten una cierta cantidad de estos vehículos por la ciudad. El usuario se descarga una aplicación en su dispositivo móvil con la cual puede contratar y pagar el servicio. La movilidad con el patinete es libre. Esto es, que aún habiendo una ordenanza municipal que regula la circulación de estos vehículos y el uso de ellos y, sobre todo, existe una regulación superior como es el Reglamento General de Circulación, el usuario puede circular por donde considere oportuno. Es decir, por la calzada, la acera, carril bici incluso puede hacer motocross con él. También puede conducir sin el debido equipamiento, como el casco de seguridad. Y la parte divertida de este entretenimiento es que, una vez terminado su uso, se puede dejar donde te salga del forro, aunque la aplicación te indique cuales son los lugares habilitados para ello.

Si así es como pretenden llevar a cabo el “Plan de Sostenibilidad Turística” con el que se jactaron en FITUR, agárrense fuerte que viene curva.

La idea es muy buena pero la falta de información hacia el usuario la está convirtiendo en un desastre o, peor aún, se puede transformar en desgracia. El patinazo está dado y la iniciativa se tambalea. Por tanto, sujétenla fuerte antes que caiga por su propio peso.

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