“Decir que soy portador del virus VIH me permite vivir sin miedo”

Jordi Jiménez es un joven de Benilloba y conocido activista de los movimientos LGTBI.

Decir que soy portador del virus
Jordi Jiménez fotografiado en su casa de Benilloba.

La sociedad actual, a pesar de los notables avances, no acaba de aceptar del todo al colectivo homosexual y mira con recelo (o incluso miedo y/u odio) a aquellas personas seropositivas. Les contaremos la historia de Jordi Jiménez, un chico de Benilloba, amante de su pueblo –del cual fue concejal–, que desde hace un año cuenta abiertamente que tiene esta enfermedad y que ahora ya no tiene miedo de amar.

Jordi nace en 1988 y pasa su feliz infancia en Benilloba, cursando sus estudios de bachiller en Cocentaina. Inicia entonces Turismo en la Universitat de València y opta por la capital porque pensaba que allí podría ser más libre y conocerse a sí mismo.

“Pensé que en València podría conocer más gente, vivir más libre, ser Jordi de verdad y ciertamente me hizo muy bien”, confiesa. Pronto se une al colectivo LGTBI Lambda, haciendo mucha militancia en pro de sus derechos. Las redes sociales le ayudaron a salir definitivamente del armario, aunque en València vive abiertamente su orientación sexual desde el primer momento.

El siguiente paso era decirlo en casa y la conversación con su madre (Asun) todavía la recuerda con una sonrisa. “Bajábamos hacia un entierro y me preguntó si le llevaría una novia de València, al que le respondí que, en todo caso, sería un novio”. Jordi también expresa que la muerte de su padre, un año antes, le hizo darse cuenta que la vida es muy corta y que tenía que vivirla cómo quería.

El momento clave
Nuestro protagonista inicia en 2009 una relación sentimental con otro chico, del cual inmediatamente se enamora. Su pareja le comunica que es portador del virus VIH y un día, “en un calentón”, como dice Jordi, no utilizaron el preservativo durante la práctica sexual. “En ese momento él no se estaba medicando y pasé a convivir con el virus”, nos expresa ahora.

Tanto Jordi como su pareja eran plenamente conocedores del riesgo, tenían toda la información y asistían a infinidad de charlas sobre la enfermedad. “Me hice pruebas de saliva a los tres meses y salió lo que esperábamos”. La responsabilidad fue de los dos, pero uno se tiene que proteger a uno mismo, repite Jordi.

Los dos aceptaron que pasaban a convivir con el VIH, pero esto no evitaba “amarnos”. Con el paso del tiempo la relación se fue deteriorando y finalizó. Meses después fue el momento que Jordi decidió volver a casa, a su entorno, cerca de su familia, sus amigos, su huerta,… En definitiva, a su espacio seguro.

VIH intransmisible
Su madre descubrió su enfermedad al poco tiempo, al verle las pastillas, puesto que Jordi empezó inmediatamente su tratamiento, que hace que sea indetectable, es decir, que anula la posibilidad que le transmita el virus a otras personas. Es intransmisible.

Este tratamiento retroviral hace que se reduzca la carga viral. “Tengo el virus, pero la enfermedad no se manifiesta”, explica, lo cual le permite hacer una vida totalmente normal. En València entró hace diez años dentro de un seguimiento médico muy estricto, en el cual le hacen controles cada tres meses. “El médico me dijo que tendría una buena calidad de vida y viviría muchos años”, recalca el joven benillobense.

Ahora hace un año que tuvo la valentía de explicar por primera vez que es portador del virus VIH, porque “creí necesario explicarlo, a mi gente más próxima, e hizo que me sintiera muy bien”. Asegura que fue muy bonito y le ha permitido empoderarse, hacerse fuerte y que pase lo que pase alrededor, no le afecta. Sin duda, ha crecido como persona.

Anteriormente revelar su situación le asustaba, le costaba muchísimo, posiblemente por miedo al rechazo causado por el estigma, por la desinformación. Lamenta sentirse decepcionado con las personas que no lo han comprendido, que han buscado excusas para apartarse de él. Este hecho le ha generado inseguridad en la hora de iniciar una nueva relación, afectando incluso a su autoestima.

Su mejor momento
Pero afortunadamente todo esto forma parte del pasado y Jordi se siente ahora una persona empoderada, mucho más fuerte y capaz de afrontar cualquier cosa. “Este verano ha sido espectacular, me he quitado una mochila de encima y me permite muchas más cosas, sobre todo querer, no tener miedo a amar”.

Después de participar en el programa de televisión ‘Reinas al rescate’ (Atresmedia) en el cual detalla toda su historia, el ‘feedback’ ha sido muy bueno, con numerosas personas de todo el mundo que le escriben para darle las gracias para tratar un tema tan sensible con esta naturalidad. “Me hizo muy bien porque ha sido como un trampolín hacia una vida sin miedo”.

Actualmente en paro, el próximo proyecto de Jordi es cursar un máster para dedicarse a la docencia. Vuelve a València, a partir de este mes de septiembre, pero lo hace como una persona renovada y más fuerte. Además, volveré todos los fines de semana en Benilloba, donde tiene todos sus amigos (Robert y Josep, principalmente), “una vida que me encanta, porque soy un amante de la sierra y de mi pueblo”.

Su denuncia
Jordi Jiménez quiere destacar la mejorable situación médica en el entorno rural respecto al tratamiento y detección del VIH. “En el hospital de Alcoy, por ejemplo, no hay ningún tipo de unidad especializada en este tipo de enfermedades, ni un servicio de prueba rápida”, denuncia, antes de remarcar que desconocen la existencia de la pastilla postexposición y el tratamiento preventivo, “cosa que es intolerable porque es un derecho básico al que todos tenemos que tener acceso”.

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