Con fuego y con vida

“En el libro gordo la respuesta encontrarás y mientras te diviertes poco a poco aprenderás”. Así empieza la canción infantil del libro gordo de Petete y así empezaba una de las grabaciones de mi infancia, en concreto, la de la excursión al parque de bomberos La Muntanya hará unos 18 años. Y sí, lo recuerdo a la perfección. De igual manera que recuerdo cómo los bomberos nos prestaron sus trajes y cascos y nos ofrecieron uno de sus camiones para subir a él. Y si mi memoria aún conserva este día, es porque ni me puse ese traje rojo, ni subí a ese camión lleno de mangueras, más bien me limité a llorar agarrada al brazo de la profesora. Me imponía ver aquellas personas tan de cerca, esas que trabajan con fuego, como imagino que pensaría mi yo de cinco años. Pero lo que no sabía es que con el tiempo los acabaría admirando. Trabajan con fuego y trabajan con la vida, para asegurarla y para salvarla. Desde que se produjeron los terremotos en Turquía y Siria hace apenas dos semanas, no dejo de pensar en la calidad humana de estos profesionales, “pongo en riesgo mi vida, para salvar a otras”, así, tal cual. Un séquito de noticias referentes a la catástrofe que ha hundido a gran parte del sureste europeo, acompañado de otras que infunden un poco de esperanza en la humanidad: refuerzos de todas partes del continente que se unen con la única misión de ayudar. Y entre todos estos equipos de rescate, me enorgullece todavía más que haya un grupo del Consorcio Provincial de Bomberos de Alicante entre los desplazados a la zona. Desconozco si estas líneas llegarán a las manos de alguno de ellos, pero me basta con expresar mi agradecimiento por la enorme labor que realizan y desde aquí les mando todo mi aprecio. Ahora, casi dos décadas después de esa salida escolar, espero me disculpen por ese temor inocente durante mis primeros años de vida. En la Lirios actual solo cabe admiración hacia vosotros, ¡gracias!

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