Indalecio
En nuestras fiestas vivimos momentos muy intensos. Aquellos que nos hacen vivir año tras año la historia de la conquista de Alcoy y que reflejamos en un inmenso teatro en plena calle repleto de color, música y transformación de todo un pueblo. Es realmente sorprendente como cada uno de los festeros se tornan actores del espectáculo y cada uno sabe muy bien como desempeñar su papel, aunque no es fácil ni para los veteranos ni para los noveles. La interpretación es algo que se va enseñando poco a poco en la medida en que vas consumiendo años en favor de la Fiesta. Hacer bien o menos bien un papel que se te ha encomendado es algo que se debe asumir como una tarea que no acepta errores. Los errores en la Fiesta son muy perceptibles y poco comprensivos, por tanto la tarea es altamente seria y comprometida con lo que se pretende transmitir. Si nos centramos en la figura de un capitán moro y todo lo que representa, el compromiso es máximo. Es un privilegio que se debe asumir al tiempo que se obliga a transmitir y reflejar en cada acto el comportamiento que el cargo requiere. Supone una continua adaptación a lo elegido y a lo que se espera y se ha de ser consciente de lo que se exige que no es otra cosa que identificar el personaje con la historia. Por eso no es baladí que un cargo debe estar a la altura de lo esperado, siendo consciente de que el papel que se desempeña y se ha elegido es lo que hará vibrar al espectador. No es nuestra Fiesta poco exigente, sino más bien todo lo contrario. Se observa la puesta escena en los actos diversos y nada tiene que ver una entrada mora con una cristiana. Ni el personaje transmite lo mismo en el día de la entrada con las distintas procesiones. Ni tampoco con la batalla de arcabucería. Es en la foto que acompaña a este artículo cuando me impresiona la transmutación de un acto a otro. Se pasa del señorío y elegancia a la dura expresión de la batalla, sin perder la compostura. Hay que ser guerrero sin dejar de ser el majestuoso personaje que se desempeña. La observación de los momentos y los detalles es muy apreciado por los alcoyanos y ello conlleva un rigor en la representación que se ha elegido. No hay mejor expresión que una buena imagen y la imagen que se acompaña expresa una buena preparación para lo que se ha elegido. Es la viva imagen del compromiso aceptado por su protagonista, sin olvidar que en 2025 nuestro capitán moro se transforma con facilidad, por su entrenamiento y su propia forma de ser. Es capaz de expresar con elegancia el gesto pulcro y combinarlo con la expresión ruda de un guerrero. Ha sabido interpretar bien su papel sin renunciar a sus propios modales.
Otra cuestión es el contemplar al detalle la vestimenta de este capitán, repleta de simbolismos históricos, bordados, relieves y repujados. Algo realmente impresionante y digno de contemplar. Pero eso… en otro momento pues tiene que ser muy bien explicado, aunque un solo apunte “busquen la imagen de San Jorge en la pechera metálica del capitán, cerca de su corazón y en otras fotos”. Ello es solo, un solo apunte.
Enhorabuena Indalecio Carbonell Pastor.