¿No haremos el parque Alcoy Sur por miedo a que un rayo caiga sobre nuestra cabeza?
Con la reciente firma en la Cámara de Alcoy del protocolo entre la Consellería de Medio Ambiente, el Ayuntamiento de Alcoy y la Cámara de Comercio de nuestra Ciudad, para fijar las actuaciones de cara al desarrollo del Área Industrial Alcoy Sur, se ha vuelto a poner de manifiesto la radical oposición de los retrógrados ecologistas alcoyanos sobre el tema.
Nadie puede negarles todo el derecho que tienen para plantear y defender su postura. Pero esto no implica que sus opiniones, en cuanto demagógicas, sean respetables. Y sí que podemos y debemos exigirles que usen en el debate argumentos racionales y no demagógicos. Y por demagógicos me refiero al uso torticero de las Normas de Chomsky de manipulación de la opinión pública. Me centraré sólo en dos de ellas: el retorcido semántico de conceptos y datos parciales, y la apelación al miedo de la población, como factor para ser apoyados por los alcoyanos. Los debates deben ser limpios y basados en hechos y datos, y no en “posibles supuestos” que amedranten a la gente sin rigor.
¿Cuándo hacen mal uso de los conceptos semánticos? Cuando argumentan y confunden para que un suceso “posible” se convierta en “probable”. ¿Cuál es la diferencia? Fundamental: para que un evento sea probable, primero debe ser posible, y en ello basan su falacia. Pero que un suceso sea posible no implica, ni muchísimo menos, que la probabilidad de que ocurra tenga un valor significativo. ¿Puede caerme un rayo en la cabeza al salir de casa? ¡Claro! (suceso posible) ¿Qué probabilidad hay de que me caiga un rayo encima a lo largo de toda mi vida? (suceso altamente improbable) Según organismos oficiales como la NOAA, la probabilidad media normal de un accidente de este tipo está en 1/3.000.000. Por eso no nos preocupamos por ello cuando salimos de casa todos los días. Y cuando hay tormenta eléctrica, la probabilidad aumenta a 1/500.000. Por eso tomamos precauciones en tiempos tormentosos. Y no por ello dejamos miles de millones de personas de salir todos los días de casa, aunque llueva. Porque nuestras decisiones son racionales. La cuantificación de la probabilidad de que suceda un desastre es lo que echamos de menos en los argumentos ecologistas. Defender una postura radical sobre la falacia de convertir lo posible en probable, no es serio. Sólo se puede hablar de que un suceso es probable cuando el % de probabilidad de que suceda es mayor que el % de su probabilidad de que no suceda.
Pues lo mismo, pero con respecto al Parc Alcoy Sur. Dejemos a un lado el demagógico debate sobre la posibilidad de contaminación y exijamos que se estudien, y se cuantifique el % de probabilidad de que dicha contaminación ocurra, acotándola, además, con las condiciones técnicas de garantías que se deben exigir en el adecuado plan urbanístico.
Me comprometo formalmente a unirme al grupo que se oponga al proyecto si, con argumentos técnicos adecuados, se demuestra fehacientemente que dicha probabilidad se acerca al 0,01 %, que es el riesgo medio estadístico anual de los accidentes por causas químicas, que se producen en el conjunto de los parques industriales de España. Probabilidad que, además, hay que corregir, multiplicándola, por el % de probabilidad de que tal accidente fuera de tales características y envergadura como para que llegase contaminación desde el área prevista de Alcoy Sur al acuífero, ya que un accidente no implica, necesariamente, que el acuífero se vaya a contaminar. Que sólo podría llegar de dos formas físicas: a) atravesando en vertical el elemento polucionante las capas de arcillas y margas impermeables, de varias decenas de metros de espesor, que existen en esa zona (habrá que determinar exactamente su espesor mediante la realización de catas en la zona proyectada) y/o, b) mediante la escorrentía del líquido polucionante hacia la zona del riachuelo que desemboca en la falla del Barranc de la Batalla y que llega hasta el Molinar, a unos 6 km de distancia. Dándole a esta segunda condición de desplazamiento del posible vertido accidental una probabilidad “alta” del 1 % de que ocurra, la probabilidad total de contaminación es: 0,0001 x 0,01 = 0,000001. Es decir, de 1 entre 1 millón. Lo dicho: similar a la probabilidad de que un rayo nos caiga sobre la cabeza en día de tormenta.
El dato estadístico, real, del 0,01 % de riesgo de accidentes químicos industriales comprende todo tipo de accidentes en industrias químicas españolas, es decir, la que se tendría con un “polígono industrial normal”, con accidentes que incluyen efectos desastrosos, pero no contaminantes (explosiones de un depósito, silo o caldera, p.ej.) Por lo que si en la normativa urbanística de implantación de actividades empresariales en Alcoy Sur, se incluye un listado correcto de las actividades autorizadas y no autorizadas en él, de entre la CNAE (Clasificación Nacional de Actividades Empresariales), estoy convencido que se puede reducir la probabilidad de contaminación a la similar de la que un rayo nos caiga sobre nuestra cabeza en un día de pleno sol: ínfima. Y si, además, como se debe, se diseñan todas sus infraestructuras de servicios y colectores con las más avanzadas tecnologías de conducción y tratamiento de residuos líquidos… ¿qué impide realmente que Alcoy Sur se haga realidad?
Lo que nos lleva a la segunda denuncia: al uso del miedo psicológico, del temor a una “posible” contaminación del agua que vamos a beber los alcoyanos, como arma de debate. Está claro que los sentimientos son muy potentes y por muy de moda que esté hoy “la teoría de las emociones” en la toma de decisiones humanas, el uso del miedo no está justificado. Sólo los hechos ciertos y las razones objetivas son los que conducen el progreso de la sociedad. Y no las emociones. Y esta ha sido así a lo largo de la Historia, sigue siendo y lo será.
Por otra parte, de ser cierto el peligro aducido por los ecologistas: ¿Por qué no se ha contaminado ya el acuífero del Molinar, si existen, a fecha de hoy, al menos tres causas reales que podrían y deberían haber contaminado el acuífero del que nos abastecemos los alcoyanos? Si no ha sucedido, en nuestra opinión, es porque son ciertas las dos causas argumentadas anteriormente: la ínfima probabilidad de que ello suceda, unida a la impermeabilidad de los suelos sobre los que se asienta la zona de la Canal. Los hechos ciertos a considerar son:
a) La existencia, desde los 1970’s, en la zona de urbanizaciones que generan desperdicios líquidos. Sus pozos negros, de ser cierto el riesgo de filtraciones, deberían haber llegado al acuífero. Y no lo han hecho en 55 años. La explicación está en las pruebas de inyecciones con anilinas colorantes que hizo, en aquellos tiempos, el Instituto Geológico Minero de España, por indicación del entonces Ingeniero Municipal, Roberto García Paya, amigo y compañero, que estuvo muy preocupado por el establecimiento y autorización de la Urbanización del Estepar, y de las que nunca apareció ningún rastro en el manantial. Y eso que la distancia, en línea recta, es del orden de 1 km.
b) La fuerte y extensa actividad agrícola desarrollada a lo largo de las últimas décadas en dicho espacio, con la utilización intensiva de abonos y pesticidas sintéticos, con el fin de aumentar la productividad de las explotaciones: no se tienen noticias de la aparición de nitritos ni ningún otro producto químico ligado a los fertilizantes ni pesticidas, en las preceptivas pruebas diarias de la calidad del agua del manantial.
Y, lo que, en mi opinión, supone el “mayor peligro real de contaminación”:
c) El trazado de la Autovía Central, a la que ya nadie se opone dada su gran aceptación social. Y de la que el mismo grupo de ecologistas radicales alcoyanos fue también un tenaz opositor. Hasta el punto de oponerse frontalmente a ella, su propuesta de “solución cero” era, hacia 1990, sencillamente, que la Autovía Central no debía ejecutarse, es decir, la misma solución que proponen para el área industrial actual. Y esta infraestructura, estoy convencido, presenta hoy una probabilidad de riesgo de contaminación del Acuífero del Molinar superior a la que tendrá el Parc Alcoy Sur. No ya por un posible accidente de un camión cisterna con mercancías peligrosas o contaminantes de entre los cientos que transcurren a diario por ella, sino por las simples escorrentías de las intensas lluvias que solemos padecer por estos lares, que, arrastrando los restos de grasas, aceites y neumáticos sobre el asfalto, podrían llegar a la falla calcárea y sumirse en el acuífero. ¿Por qué nadie duerme hoy intranquilo por este peligro latente real? Porque todos sabemos que la probabilidad de que ocurra un desastre de esta naturaleza es la misma de que nos caiga un rayo sobre la cabeza. ¿O no? Por cierto, de haberles hecho caso entonces a los mismos radicales ecologistas… ¿que sería hoy Alcoy sin la Autovía Central, que sólo unos locos, desde DATO Asociación, defendíamos hace 40 años?
En conclusión: por favor, reconduzcamos el debate a términos racionales, eliminando, primero, el argumento del miedo para atraernos a la opinión pública. Y después, discutamos en base a probabilidades de que sucedan las cosas, con riesgos medibles, sino a nivel aritmético exacto, sí en orden de magnitud.
Desde que el primer homínido cogió una piedra o un hueso para utilizarlo como herramienta – ¿han visto “2001, una Odisea en el Espacio”? – la Humanidad se enfrenta al hecho incuestionable de que no existe progreso, ni económico ni social, sin asumir colectivamente, socialmente, un determinado nivel de riesgo. Y, como ha sido, es y será, la decisión se toma entre las expectativas de los beneficios a generar y la cuantificación de los riesgos de la inversión destinada a obtenerlos.
En nuestro caso, diga Vd., querido lector: ¿vamos a renunciar a los beneficios que para los alcoyanos supondrá el establecimiento de un Área Industrial 4.0 en Alcoy Sur por el miedo al riesgo de que pueda caernos, algún día, un rayo sobre nuestra cabeza?
ENRIQUE MASIÁ. Coordinador de Sociedad Civil en Alcoy