El mundo polifacético de Alberto Díaz de la Quintana

Su trayectoria ha sido marcada por la combinación de sus múltiples facetas como actor, piloto, educador y titiritero

El mundo polifacético de Alberto Díaz de la Quintana
Alberto Díaz de la Quintana fotografiado en la plaza Miguel Hernández.

Hablar de Alberto Díaz de la Quintana González es hacerlo de una persona inclasificable. “Ni yo mismo sabría explicarte a que me dedico”, confiesa entre risas. Actor, titiritero, educador, piloto… son solo algunas de las facetas de este madrileño de nacimiento y alcoyano de corazón, que acaba de recibir uno de los reconocimientos más importantes de su trayectoria: el premio Ejército del Aire y del Espacio a la Promoción de la Cultura Aeroespacial en el Entorno Social y Digital, en el marco de la XLVI edición de estos galardones.

El premio reconoce su labor para acercar la cultura aeronáutica a la sociedad, especialmente a los jóvenes, cosa que Alberto considera un propósito vital. “Que valoren que mi trabajo promociona la aeronáutica entre la gente joven y que lo valoren de verdad… es emocionante. Todo lo que hago, lo hago con pasión; si no, no me interesa”, explica.

Este galardón tiene para él un valor añadido: “Me llena de orgullo que me hayan reconocido. He recibido otros premios, pero ninguno tan importante como este, porque me reconcilia con mi padre. Al final, él también tenía razón, y he podido hacer una cosa que él quería”. Para entender esta cita hay que viajar a la infancia de Alberto, quien desde pequeñísimo soñaba con ser actor, aunque en su casa no lo entendieron. “Mi padre decía que eso era cosa de gente de mal vivir”, recuerda. Aun así, su vocación artística se fue desarrollando al mismo tiempo que su carrera en el Ejército del Aire. Con solo 16 años, ingresó en la Escuela de Transmisiones, donde ya despuntaba organizando obras de teatro.

Alcoy, el destino perfecto
Su destino en la base Aitana le llevó en Alcoy hace más de 50 años. “Alcoy es una ciudad que es teatro puro, que lo protege, y aquí me encontré en mi salsa”, recuerda. Fue un teniente coronel quién le propuso formar una compañía de teatro. Consiguió el Teatro de las Esclavas, donde compartía local con los Boy scouts del colegio y, una vez más el destino quiso encaminar su vida: la encargada de las llaves resultó ser quien más tarde se convertiría en su mujer y madre de sus hijos.

Todavía dedicándose al teatro y dejando el ejército al año y medio después de aterrizar en Alcoy, su vinculación con el mundo aeronáutico nunca desapareció. “Había nacido para ser piloto. No era incompatible una cosa con la otra”, afirma. Así pues, en los siguientes  años, se hizo piloto privado, fundó el teatro de marionetas ‘Diamante y Rubí’, y conservó la esencia del tradicional Tirisiti.

En 2016 creó el Campamento Aeronáutico La Loma en Elche, una iniciativa para jóvenes que buscan canalizar su pasión por la aviación. “Ser piloto es el último eslabón de la cadena, pero antes hay que formar personas”, defiende. Además, mantiene activo su canal ‘El Taller del Mestro Alberto y sus duendes’ en YouTube, uniendo teatro y divulgación aeronáutica. “Todo lo que hago lo afronto siempre divirtiéndome”, asegura. Y añade uno de sus lemas vitales: “Miedo a nada ni a nadie, respecto a todos y a todo”.

Hoy en día continúa volando, es juez internacional de la Federación Aeronáutica Internacional, asesor del Festival Internacional de Títeres de Bilbao y director de la cabalgata de Málaga, actor de cortometrajes, etc. Planes futuros? Tiene proyectos entre manos, pero sonríe y concluye con humor: “No soy supersticioso, pero no los explico, porque da mala suerte”.

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