Plaça de les Xiques: entre el abandono y un limbo legal de más de tres décadas

Los vecinos denuncian que sus casas no existen legalmente, están degradadas y conviven con ocupas y conflictos constantes

Plaça de les Xiques: entre el abandono y un limbo legal de más de tres décadas
Fachada de los edificios afectados orientados a la plazoleta, donde también se encuentran unas oficinas de la Policía Nacional. | ALDEMAR

En el corazón del centro histórico de Alcoy, junto a una comisaría de Policía Nacional, se esconde una realidad enquistada desde hace más de 30 años. La Plaça de les Xiques es escenario de una crisis habitacional que combina abandono institucional, ocupación irregular y una convivencia vecinal rota. Los vecinos, muchos de ellos residentes desde hace décadas, denuncian vivir en unos pisos que no existen legalmente y que, pese a reiteradas promesas de inversión, siguen deteriorándose ante la indiferencia de las administraciones.

La historia comienza en 1991, cuando el Ayuntamiento de Alcoy ejecuta un proyecto de rehabilitación en el marco del Plan ARA, con apoyo de la Generalitat Valenciana. Se construyen viviendas públicas de alquiler entre los números 1 y 5 de la plaza, destinadas a familias vulnerables. Pero las obras se realizan sin finalizar los procesos de expropiación del suelo original. El resultado: las viviendas se levantan sobre parcelas que, a día de hoy, siguen figurando en el catastro y el Registro como “solar”, sin inscripción como inmuebles.

“Estas casas no existen legalmente. Yo estoy empadronada aquí, pago impuestos, pero en los papeles mi casa no figura como tal”, explica Rosario Villullas, vecina del número 5. Como ella, varias familias llevan décadas viviendo en casas que no pueden escriturar, vender, heredar, ni rehabilitar por su cuenta.

REHABILITACIÓN EN FALSO
En 2017, el Ayuntamiento de Alcoy anunció que destinaría 200.000 euros en tres años para legalizar las viviendas. Incluso se iniciaron trámites jurídicos para clarificar la situación de la propiedad. Pero ocho años después, nada ha cambiado. Las viviendas siguen sin estar regularizadas, y los vecinos aseguran que ni el Consistorio ni la Generalitat han aclarado quién debe actuar.

En 2018, la Generalitat Valenciana, a través de la Entidad Valenciana de Vivienda y Suelo (EVha), licitó unas obras por valor de 447.000 euros destinadas a rehabilitar los edificios y mejorar la plaza. El proyecto incluía reparaciones en cubiertas, instalaciones eléctricas y térmicas, accesibilidad y pavimentación. No obstante, los residentes denuncian que lo único visible fue la renovación de la plaza exterior.

“En las casas no hicieron absolutamente nada. Solo pintaron las fachadas y cambiaron cuatro canaletas”, afirma indignado Óscar Alba, vecino del número 3. Rosario añade: “Cuando entré a vivir no había enchufes, ni contadores, ni grifos. El baño era una bañera rota que perdía agua. Vivimos entre cables pelados. Es peligroso”.

Gloria Morant, otra vecina, relata que lleva años pidiendo el cambio de las ventanas originales, que son de hierro y madera, con filtraciones de aire y agua. “Cada invierno entra el frío como si estuviéramos en la calle. Pero no hacen nada”, dice. Ella debe varias mensualidades del alquiler como medida de protesta. No es la única.

ALQUILER DE PISOS FANTASMA
Muchos vecinos pagan desde hace años un alquiler mensual a la EVha. Sin embargo, al no haber escrituras ni cédula de habitabilidad, se preguntan qué derechos les amparan. Rosario asegura que dejó de pagar hace dos años. “¿Cómo voy a seguir pagando si ni siquiera pueden demostrar que esta casa existe legalmente? Encima me han cortado una ayuda y me han amenazado con desahuciarme”.

La situación es kafkiana. Las viviendas no pueden ser legalizadas porque están construidas en una propiedad con titularidad dudosa. El Ayuntamiento ha intentado resolverlo judicialmente, pero el proceso quedó en manos de la Generalitat. “El Consistorio no puede legalizar algo que no es suyo. La competencia es de la EVha, pero tampoco actúa”, explican fuentes municipales.

El resultado es una situación de total inseguridad jurídica. Los residentes no tienen certeza sobre su situación contractual, pero sí temen perder sus casas. “No podemos pedir ayudas, ni rehabilitar, ni mudarnos, ni vender. Estamos atrapados”, resume Beatriz Arrollo, vecina desde hace más de una década.

DIFÍCIL CONVIVENCIA VECINAL
El deterioro físico de las viviendas se suma a una convivencia cada vez más conflictiva. La zona ha sido ocupada en varias ocasiones. Algunas viviendas han sido realquiladas sin control. En otras se ha detectado venta y consumo de drogas, música alta a todas horas, robos y peleas.

“Aquí hay trapicheo, ocupas, ruidos constantes. Algunas noches no se puede dormir”, dice Rosario. La Policía Local ha intervenido varias veces. Incluso se instaló una oficina de Policía Nacional en la misma plaza como medida disuasoria. Pero los vecinos aseguran que los problemas persisten.

El episodio más surrealista se ha vivido recientemente, cuando un grupo de ocupas instaló una piscina hinchable en plena plaza. Durante días, niños se bañaban bajo la mirada de agentes y transeúntes. Cuando se vació, el agua colapsó el alcantarillado, provocando goteras en los trasteros de la calle Verge d’Agost. La escena fue, para los vecinos, el símbolo de la desidia institucional.

“Pusieron una piscina delante de la comisaría y nadie hizo nada durante días. Esto demuestra hasta qué punto les da igual lo que pase aquí”, lamenta un residente.

>>Puede leer el reportaje completo en El Nostre del 4 de julio de 2025.

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