El Poma Rock celebra una exitosa undécima edición en el corazón de la Mariola

Actuaron bandas del panorama alternativo como Non Servium, Awakate y La Fulla

El Poma Rock celebra una exitosa onceava edición en el corazón de la Mariola
Una actuación del festival de este sábado. JOAN SÁNCHEZ

La cultura en los pueblos —sobre todo en el interior del territorio— es tan necesaria como escasa. Al fin y al cabo, cuando hablamos de ocio parece que todas las opciones existen únicamente en las grandes ciudades y están financiadas por empresas de ética dudosa. Sin embargo, en Agres no es así. Desde hace más de diez años, cada verano aterriza en el pueblo de la Mariola el Poma Rock, que este año ha celebrado su XI edición. Un festival autogestionado, alejado de la dinámica de los macrofestivales, que apuesta por las posibilidades del ocio alternativo, cercano al pueblo y respetuoso.

Desde la zona de aparcamiento hasta el recinto del evento, la gente ríe y se prepara para una de las jornadas culturales más importantes de las comarcas del interior. En el cartel figuran nombres de la talla de Non Servium, Awakate o Rat-Zinger, todos ellos destacados en el panorama punk y ‘oi!’. Por las plazas y calles hay puestos de artesanía, bares abiertos con las terrazas llenas y un foodtruck que sirve comida a precios más que ajustados. Las barras también trabajan con precios populares, otra de las filosofías del Poma Rock: hacer una fiesta accesible para todo el mundo. “El Poma Rock es toda la hermandad que se crea”, sentencia Arnau, organizador del festival, quien explica que “unas diez personas” forman comités y trabajan de forma asamblearia para dar vida al evento. Aun así, asegura que empiezan a encontrarse con problemas como las burbujas de los macrofestivales, la falta de apoyo institucional y el aumento del caché de los artistas, entre otros.

Sobre el escenario ya están los Bandits, encargados de abrir la noche. Con su fuerte presencia, inspirada en los vestuarios de los músicos de jazz y R&B, versionan temas míticos de la cultura local y estatal con una energía que desborda el espacio, invitando a los presentes a moverse para ir calentando motores para la buena dosis de música que les espera. También traducen alguna que otra canción al valenciano mientras acompañan la puesta de sol.

A medida que cae la noche, el Poma Rock recibe cada vez más gente. Tanta, que el aplauso es ensordecedor cuando las luces se apagan y Awakate arrasa el escenario con su fuerza espectacular. Los de —como ellos mismos se autodenominan— la ‘Murzia tropikal’ ofrecieron toda una exhibición de presencia escénica, buena música y letras cargadas de sentido y denuncia. Y lo hicieron para ir abriendo boca para el plato fuerte de la noche: Non Servium, una de las bandas más sonadas de todo el Poma Rock, que hicieron disfrutar, saltar y gritar a la gente al ritmo de su punk más cañero. Para su concierto, el recinto ya estaba a reventar y los asistentes disfrutaban haciendo pogos y dándolo todo con los de Móstoles.

Después, los bilbaínos Rat-Zinger llegaron a Agres desde el País Vasco con su punk metal reivindicativo, recogiendo el testigo de los madrileños —y estando a la altura del listón—. El último concierto corrió a cargo de los valencianos La Fulla, jóvenes promesas del rock en el panorama de nuestro territorio, que demostraron que los proyectos emergentes también traen propuestas con valor, calidad y mucha esperanza. Un claro ejemplo del resurgir del legado que nos dejaron referentes musicales de la época de Obrint Pas o Aspencat.

La noche terminó con Rude Peli, que hizo bailar a quienes aguantaron hasta el final con ska, soul, punk y dub, entre muchos otros géneros. Así, apostando por talentos de proximidad y otros alternativos, el Poma Rock demostró que una propuesta cultural responsable, respetuosa y que realmente aporte al pueblo sí es posible, alejándose un año más del formato de los macrofestivales con el mismo éxito de siempre.

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