El valenciano se coge a ‘La resistència’ de Francesc Gisbert
El escritor alcoyano se lleva el galardón anual que promueve la investigación y transferencia de conocimiento del patrimonio lingüístico de la humanidad

Francesc Gisbert (Alcoy, 1976) es autor de más de 65 libros de todos los géneros y profesor de lengua y literatura en la IES Serra Mariola, a Muro. Hace poco ha recibido el premio Jesús Tusón, en el mejor libro sobre diversidad lingüística, en la Universitat de Barcelona. El libro de Gisbert se llama “La resistència lingüística. Sociolingüística comparada, històries de la vida secreta de les llengües”.
Se trata de un ensayo divulgativo que analiza la situación de treinta lenguas de todo el mundo que se encuentran en conflicto lingüístico en la actualidad. El premio Jesús Tusón lo convoca la Xarxa Joan Lluís Vives d’Universitats, que integran 23 universidades valencianas, catalanas, de las Islas Baleares, de Andorra y de Perpiñán. La insignia condecora al mejor trabajo sobre diversidad lingüística publicado el año anterior, y el alcoyano ha sido el ganador indiscutido.
Es un libro sobre la historia y la situación de treinta lenguas de todo el mundo, la mayoría como el valenciano, pequeñas y en lucha por la supervivencia: lenguas amerindias de Norteamérica, el quechua de América del Sur, las lenguas aborígenes de Australia, Suráfrica o Hawái y la isla de Pascua, para poner dos ejemplos más exóticos. Textos donde se habla de las lenguas como en un viaje, de manera amena y divulgativa, y del que afirma que “puede leerlo cualquier persona, con curiosidad”.
Hoy en día, continúa siendo común que algunas lenguas sean maltratadas. Dialectos que simbolizan, en muchos casos, la cultura e identidad de muchas personas, sufren un desprecio por parte del poder central, que repercute gravemente en el desarrollo de la funcionalidad de las lenguas, que es lo que Gisbert denuncia en su libro: “La situación más natural en todo el mundo es el contacto entre lenguas. En la mayoría de los países se hablan diversas”.
“Los países democráticos, intentan proteger las lenguas más vulnerables, las propias y con menor cantidad de hablantes. La diversidad lingüística forma parte de la riqueza cultural del planeta. Cuando una lengua con más poder (el inglés, el francés, el castellano, el chino… depende del lugar), se impone a otras más pequeñas, está empobreciendo a toda la humanidad”, dice el escritor.
El mundo cuenta en la actualidad con 6000 lenguas diferentes, pero solo hay 20 lenguas con más de 100 millones de hablantes. En cuanto al resto, más de la mitad son idiomas que hablan muy poca gente (miles o centenares de personas). Hay que siempre han tenido pocos hablantes, como las lenguas de la Polinesia, África central o el Amazonas. Pero hay otros casos (con un número importante de hablados) que son arrinconadas por otros con más poder, que rompen la transmisión generacional y dejan de enseñarse a los hijos.
El libro de Gisbert se centra en un número determinado de idiomas, puesto que mencionar todas es imposible. Aun así, el ensayista manifiesta su deseo porque el respeto y afecto hacia todos los dialectos sea global y unánime: “Todas las lenguas son igual de importantes, se hablen más o menos, porque todas son una muestra de la humanidad. Una técnica que uso en el libro, siempre que es posible, es hablar de una persona real que encarna la lucha o la resistencia de una lengua. Por ejemplo, en el caso del wampanoag, una lengua amerindia de los Estados Unidos que desapareció hace 150 años y que, hace poco, volvió a la vida, por la tenacidad de una mujer que quiso revitalizarla”, dice Gisbert.
La lengua valenciana, que registra más de 2.400.000 hablantes, está viéndose perjudicada por el abandono por parte de los centros escolares. El gobierno de la Generalitat Valenciana, presidido por Carlos Mazón, ha realizado cambios significativos en la enseñanza del valenciano, eliminando la obligatoriedad en ciertas zonas y niveles, y permitiendo a las familias escoger la lengua vehicular, cosa que ha generado controversia y críticas: “El valenciano está en peligro, como muchas lenguas. Solo hay que pasear por Alcoy para darse cuenta que no es la lengua que más se oye. Hay familias que no transmiten la lengua a los hijos, porque piensan, erróneamente, que es mejor hablarles en castellano. Todos los que hablamos valenciano, aprendemos castellano sin ningún esfuerzo. A la inversa, no siempre, solo si quieren. Por lo tanto, entre saber solo una lengua o dos, está claro que es mejor”.
Después del éxito del ensayo, Francesc Gisbert ahora quiere centrarse en continuar avanzando en su carrera profesional, en utilizar la escritura como medio de comunicación en el que se puede expresar libremente y decir lo que piensa: “Quiero continuar escribiendo. A veces bromeo y digo que ya tengo más libros que edad, 65 publicados. De literatura infantil y juvenil, de adultos, de ensayo, de investigación, también soy director y autor de libros de texto para la enseñanza. Escribir es como vivir, tienes que aprovechar cada momento”.