Volver al pasado no es una opción

He leído unos titulares en la tv pública que informaban de que Alemania ha iniciado su rearme, que hay países punteros europeos que van a volver a implantar el servicio militar, que España ya ha dedicado un 2% de su PIB para el rearme para la OTAN y el engorde de la industria armamentística anglosajón. Y me pregunto, desde mi cansina ignorancia, para qué hay que rearmarnos, para qué volver a perder unos años haciendo guardias y desfilando como gansos… Y, sobre todo, no sé quién nos amenaza tan peligrosamente para que haya que recortar en servicios esenciales para la ciudadanía y destinar esos recursos a Defensa, a la OTAN. Vivimos unos tiempos en los que las formas de muchos –demasiados– traen a mi recuerdo modales, costumbres y formas de hace muchos años, años en los que este país estuvo sumido en la oscuridad, en el atraso más terrible, en el que o eras blanco/azul, o negro/rojo, pero nunca gris o marrón (dicho todo esto en clave Pantone, nunca como color de piel, por supuesto)…

Mucha gente de la que conforma esta sociedad, esta ciudadanía, no conoció ese tiempo, esas privaciones, esa tristeza de vida, ese dolor por no poder ser tú mismo, sino lo que querían quienes mandaban… Y ese desconocimiento es lo que puede que ayude sobremanera al auge de esa corriente tan peligrosa como es el fascismo, y cada vez parece más incrustado en este país que nunca desterró el franquismo, en esta sociedad maltratada que no ha tenido nunca la fortuna de ser gobernada correctamente, ni por el partido –mal llamado– liberal (Psoe), ni por el conservador (PP). Por cierto, ambos son los dos partidos del sistema que nos sigue constriñendo.

La falta de políticas adecuadas y correctas, el saqueo constante a que ha sido sometido este país, la sumisión enfermiza y cobarde de quienes nos han gobernado a lomos de la maldita CE y de los mercados, pienso que ha sido el caldo de cultivo para que, cientos de miles de españolas y españoles, hayan buscado en otros lares lo que los llamados partidos de izquierdas y progresistas, no han sido capaces de conseguirles.

La incontrolada y criminal aventura (efectuada con gran regocijo por quienes debieran gobernar adecuadamente) de regar con miles y miles de millones todo lo privado, en detrimento de lo Público, ha devenido en unos servicios cada vez más precarios, cada vez menos efectivos, y solo las oportunas protestas de la ciudadanía, como cuando con las pensiones, han conseguido que esa voz consiga poner algo de cordura y de justicia en la acción de nuestros “entrañables” gobernantes.

Un país regido por este sistema caduco, inviable (para la ciudadanía, que no para los de siempre), no puede avanzar, no puede atender correctamente a sus gobernados, que en realidad son los AUTÉNTICOS DUEÑOS del país.

Volviendo al inicio, siento una gran preocupación por los tintes fascistas que muestra esta actualidad diaria, y me permito comentar que sería muy conveniente la lectura (en sus primeras 80-90 páginas es suficiente, pero es muy recomendable leerlo en su totalidad) del libro de una gran autora española: LOS ÚLTIMOS DIAS EN BERLÍN.

Todo el horror de las dictaduras –sea cual sea su orientación y objetivo– queda reflejado en ese relato, todo el sufrimiento de millones y millones de personas pone la piel de gallina, y uno no puede dejar de pensar en lo pasado en España hasta hace casi cincuenta años.

Lo que hoy vivimos en este país, con una ola fascista crecida y en aumento, me lleva a pensar (muy a mi pesar) si es que vamos a empezar de nuevo. Gran parte del sistema que nos maneja – y sus resortes o poderes– no le hace ascos, no parece alarmarse, incluso lo banquea, lo permite, y en muchos casos (demasiados) lo aplaude.

Uno, a lo largo de tantos años, ha creído siempre en que este pueblo ha de avanzar, ha de ser mejor cada día que pasa, ha de tener una vida cada vez más agradable, y la realidad, cual bofetada cruel, nos demuestra que, más que avanzar, nos estancamos y retrocedemos… Y lo que es más trágico, con una naturalidad que asusta.

Me gustaría expresar, y poder hacer llegar a alguien mi inquietud, mis temores, mi honda preocupación por lo que puede llegar a pasar a los que van a seguir estando, nuestros hijos y los suyos, por el futuro de este pueblo.

Recuerdo mi ya larga vida, como una suerte de trayecto entre trabajo, esfuerzos, sacrificios, alegrías y malos momentos… pero SIEMPRE AVANZANDO. Esa ha sido mi generación, la que ha ido culminando todo cuanto iniciaron y lograron nuestros padres y abuelos.

Siempre he procurado, desde mi absoluta sencillez, hacer lo correcto, espero no haber sido demasiado torpe al intentarlo, pero en estos momentos, llegado a estas alturas, ya no buscamos protagonismo, ni laureles, ni reconocimiento. Tan solo respeto, y continuar haciendo lo que creemos correcto.

Por ello me reitero en suplicar a tanta gente joven, que tiene toda una vida por vivir, por disfrutar, por pelear, que no se dejen embelesar por cantos de sirena, por modas orquestadas para captarles, por discursos diarios desde la manipulación, por falsos y dañinos patriotismos, culpando a inocentes de los males que ocasionan los mismos que nos embelesan con su doctrina.

Llegamos a tener bastante (nada de ello regalado, sino a base de sacrificios y trabajo), hoy vamos perdiendo derechos y bienestar a marchas forzadas. Nosotros, los más mayores, no tenemos más fuerzas, puede que tan solo la que nos otorgan las palabras… PERO VOSOTROS, SÍ… Luchad por vosotros y los vuestros, por vuestras vidas, por vuestro bienestar, por vuestro futuro. El fascismo no es una opción, es el desastre, el final de la alegría y la libertad. Y sin ambas, no hay vida…

Todavía estáis a tiempo, borrad de vuestras mentes y vuestras preferencias lo que va a perjudicar vuestro futuro, olvidaros de extremas derechas, de fascismos, la vida de verdad NO VA DE ESO, os lo puede asegurar con cariño (al igual que millones de mayores) este irrelevante jubilado que suscribe.