La huella modernista de Timoteo Briet
Los historiadores Lluís Vidal y Elisa Beneyto ponen en valor un aspecto menos conocido de la trayectoria del arquitecto: su intervención en el camposanto de la ciudad

El cementerio de Alcoy, más allá de ser un espacio de duelo, es también un reflejo de las corrientes artísticas y sociales que marcaron la historia de la ciudad. Aunque el Modernismo no es mayoritario en este recinto, algunos panteones y lápidas evidencian cómo la modernidad también se filtró en el lenguaje funerario. Entre esas huellas, sobresale la impronta de Timoteo Briet, arquitecto clave del Modernismo alcoyano junto con Vicente Pascual, y protagonista de la actual Semana Modernista, que conmemora el centenario de su fallecimiento.
Los historiadores Lluís Vidal y Elisa Beneyto han dedicado una conferencia a rescatar esta faceta de Briet. En sus palabras, el objetivo era “mostrar un aspecto menos evidente de su trayectoria, ya que la mayor parte de actividades de la feria se centran en su obra urbana”. El cementerio, insisten, es también una ciudad en miniatura, donde se proyectan las aspiraciones estéticas y espirituales de la sociedad de cada época.
Según explican los investigadores, el Modernismo no ocupa un lugar predominante en el cementerio alcoyano, donde lo habitual es el Eclecticismo, pero sí cuenta con hitos que conviene destacar. Uno de ellos es el célebre Ángel del Silencio, del escultor Lorenzo Ridaura, fechado en 1903, considerado por Vidal y Beneyto “la primera obra modernista en la ciudad”, incluso anterior a la casa Laporta, edificio de Briet levantado en 1904.
En este contexto, la aportación de Briet cobra especial interés. En sus primeras intervenciones funerarias, el arquitecto siguió las corrientes eclécticas del momento, e incluso recurrió a modelos difundidos a través de catálogos de repertorio funerario. Sin embargo, alrededor de 1910 alcanzó sus mejores logros, con propuestas plenamente modernistas en la línea de la Secesión vienesa, una de sus señas de identidad. El panteón de los hermanos Vilaplana-Gisbert constituye el ejemplo más representativo.
Uno de los aspectos que permiten reconocer la autoría de Briet es la repetición de motivos geométricos muy concretos. “El círculo y las tres líneas paralelas, ya sean verticales u horizontales, aparecen de manera recurrente y se convierten casi en su marca personal”, señalan los historiadores. Este lenguaje ornamental, presente también en sus edificios civiles de Alcoy, lo distingue dentro del panorama local.
El arquitecto gozó de un reconocimiento notable entre sus contemporáneos. Su estilo, sobrio y elegante, fue bien recibido por las familias que le encargaban proyectos. No obstante, su cargo como arquitecto municipal limitó el número de trabajos privados que pudo aceptar. De hecho, apenas se conservan una decena de obras suyas en el cementerio. Pese a ello, su papel en la configuración del recinto fue decisivo, ya que desde el Ayuntamiento impulsó la ampliación de 1909, la introducción de nuevas tipologías como los bloques de nichos y los hipogeos, la remodelación de los accesos y la planificación de parcelas específicas, entre ellas la del clero y la del cementerio civil.
La preparación de esta conferencia, como también de la visita guiada que tendrá lugar este sábado por la mañana, también ha servido para arrojar nueva luz sobre la obra de Briet. Vidal y Beneyto explican que, aunque gran parte de su producción ya había sido estudiada en investigaciones anteriores, todavía han podido identificar elementos menos conocidos. Entre ellos, destaca una tipología novedosa: unos nichos en forma de capilla situados bajo la escalera de acceso a las galerías subterráneas.
La divulgación de estas aportaciones forma parte, según los historiadores, de la responsabilidad de su oficio. “La labor de los investigadores no puede quedarse en estudios académicos restringidos. La Feria Modernista es un escaparate idóneo para acercar al público el valor patrimonial del cementerio de Alcoy”, subrayan. Este esfuerzo por socializar el conocimiento es, en su opinión, fundamental para que la ciudadanía tome conciencia de la riqueza de su propio legado.
Más allá de los aspectos artísticos, Vidal y Beneyto insisten en una idea que resume el espíritu de su trabajo: el cementerio no es solo un espacio de memoria, sino también un documento histórico vivo. “Todas las necesidades sociales y estéticas de la ciudad de los vivos acaban reflejándose en la ciudad de los muertos”, afirman. Por eso, estudiar a un arquitecto como Briet exige también observar su producción funeraria, ya que allí se revelan claves esenciales para comprender su lenguaje y su evolución.