Oceanía, última parada del reto “7 Continents, 7 Cims”

Una expedición del Ratot hace cumbre en los dos picos más altos de este continente, con unos días de diferencia

E l 30 de abril pasado se cumplieron 40 años desde que el estadounidense Richard Bass, hombre de negocios y alpinista aficionado, hacía cumbre en el Everest. Se convirtió así en la primera persona en escalar las siete cumbres más altas en siete continentes diferentes.

Poco después, publicó el libro “Siete Cumbres”, en el que relata su enorme aventura. Nacía de esta manera, uno de los iconos del alpinismo mundial, luego completado por un número importante de montañeros de todo el mundo, atraídos por este desafío físico y mental.

Más de tres décadas después, en 2016, dos miembros del GER (Grup Excursioniste Ratot), Gabriel Cantó y Jordi Castañer, junto con Ferran Pascual, decidieron seguir los pasos de Bass y otros tantos alpinistas de todo el mundo. Eligieron para empezar, el pico más alto de “casa”, el Elbrús, situado en Rusia y considerada la montaña más elevada de Europa, con una altitud de 5.642 metros.

El éxito de aquella primera expedición hizo posible que el reto “7 Continents, 7 Cims” fuera hacia adelante, aunque para ello hubo que esperar seis años más para llevar adelante la segunda ascensión, que fue la Aconcagua (6.961 metros), el pico más alto de América del Sur.

De nuevo otra espera, ahora de dos años más hasta la siguiente expedición, siendo el Kilimanjaro, ubicada a 5.895 metros de altitud, la cumbre elegida. Fue a finales de septiembre de 2024 y justo un año después, repitiendo cuatro de los cinco protagonistas de la ascensión en tierras africanas, quienes lograban hace unos días subir hasta la montaña más alta de Oceanía: el Wilhelm, situada a 4.509 metros.

Desde la primera y exitosa expedición al Elbrús, solo Gabriel Cantó y Jordi Castañer han participado en todas las ascensiones. No siguió Ferran Pascual y en su lugar entró Tono García.

En la expedición al Kilimanjaro de hace un año se incorporaron Pau Castañer Lledó y Paco Fuster. El primero, no ha repetido, pero sí el segundo, que participó en la doble ascensión en las islas Papúa.

En torno al Wilhelm, nombre alemán en honor a que aquellas tierras estaban bajo dominio del gobierno teutón, existe cierta controversia. Según la lista moderna de las siete cumbres más altas de los siete continentes, aparece el Puncak Mandala como el pico más alto de Oceanía con sus 4.780 metros de altitud.

Sin embargo, geográficamente el Puncak Mandala pertenece a Alta Papúa, como un territorio más de Indonesia, que es Asia, mientras que el Wilhelm figura como un lugar más dentro de Papúa Nueva Guinea, que ya es Oceanía.

Aunque ambas montañas se encuentren en el mismo archipiélago de islas, la situación política de ambos países es totalmente opuesta, puesto que Alta Papúa es una zona considerada como muy peligrosa para extranjeros debido a su gran inestabilidad social, hasta el punto de que cualquier expedición tiene que realizarse bajo estricta custodia militar. “Había que ir en helicóptero, te dejaba a 500 metros de la cumbre para evitar problemas, subías y bajabas el mismo día y encima había que pagar 25.000 euros por persona. Fue la razón por la que elegimos subir al Wilhelm”, explica Gabriel Cantó.

Situado a 4.509 metros de altitud, se ubica dentro de un Parque Nacional y destaca por la belleza de sus paisajes, con una zona montañosa cubierta de bosques húmedos y un clima que puede cambiar drásticamente en cuestión de minutos.

Fue una expedición de mucho caminar entre terreno con gran cantidad de agua y fango y donde la mayor dificultad estaba en su parte final, muy vertical hasta hacer cumbre.

La ascensión se planteó en tres etapas: una primera de acercamiento hasta 2.800 metros de altitud, una segunda de ascensión hasta el campo base que estaba a 3.800 metros y el ataque final que se produjo después de la segunda noche, a las dos de la madrugada, con los últimos 700 metros y casi cuatro horas de subida, haciendo cumbre pasados unos minutos de las 6 de la mañana. El regreso se hizo más ameno y sobre las 11 de la mañana pisaban otra vez el campo base.

Las expedición del GER en Oceanía quiso aprovechar los nueve días al otro lado del planeta para realizar una segunda expedición al pico Giluwe, considerada como la segunda montaña más elevada de Papúa Nueva Guinea, con 4.368 metros, asentados sobre un antiguo volcán. Su elevación le convierten como el volcán más alto del continente australiano y uno de los siete picos volcánicos más altos del mundo.

Al estar en el otro lado de la isla y en un país donde las comunicaciones por carretera son muy deficientes, tuvieron que suportar seis horas sentados en un todo terreno. Después de tres horas más a pie por un terreno que era selva cerrada hasta alcanzar el campo base, situado a 3.700 metros, pudieron descansar unas pocas horas, ya que a las cuatro de la mañana tocaba levantarse para realizar los últimos 500 metros de ascensión.

Si ya llegar hasta allí fue toda una odisea, el bajar fue otra aventura más en sí, puesto que les aconsejaron realizar el descenso por una zona distinta a la de la ascensión por cuestiones de seguridad, lo que supuso añadir tres horas más y una nueva ascensión en altitud. “Fue algo incómodo, las fuerzas ya empezaban a estar justas, pero valió la pena porque pudimos ver paisajes únicos que nunca olvidaremos”, explicaba Tono García.

Palabras a las que se suman las de Paco Fuster, quien además de destacar el reto físico que supuso la expedición, puso en valor la parte humana. “Contrasta ver a personas tan diferentes a nosotros, la amabilidad con la que te tratan. Muchos viven en unas condiciones de pobreza absoluta, pero nunca les falta la sonrisa y ser agradecidos. Se desvivían porque tú estuvieras lo más cómodo posible”, aseguró.

Son cuatro las expediciones realizadas, quedando todavía otras tres para completar el reto: Denali, dentro de la Cordillera de Alaska, en Estados Unidos, montaña situada a 6.198 metros de altitud; Macizo Vinson, la montaña más alta de la Antártida, situada a 4.892 metros, y el mítico Everest, el pico más alto de Asia y del mundo, ubicada a 8.848 metros.

Todo apunta a que el Denali, la montaña más alta de América del Norte, sea la próxima cumbre que se va a intentar, aunque para ello no exista ni fecha ni tampoco presupuesto, según cuentan: “Al ser en Alaska, solo hay dos meses factibles al año, que son mayo y junio. Se trata de un pico de 6.200 metros de altitud cubierto de nieve y hielo, con lo que se incrementa la dificultad y el presupuesto para material. En esta expedición te dejan en un glaciar a 2.000 metros de altitud y a partir de ahí te tienes que buscar la vida sin guías ni tampoco porteadores”, desvela Jordi Castañer.

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