En el nombre del abuelo
Rubén Catalá, nieto del mítico Nasio, 9 del alcoyano de Primera División, se estrena como goleador blanquiazul en la quinta jornada, que fue la misma en la que su abuelo marcó su primer gol frente al At. Tetuan en 1949

En el nombre del abuelo. Nada más acabar el partido frente al Barbastro, con una sonrisa que le delataba tras ser el gran protagonista del choque con su golazo de cabeza, aseguró que esa tarde del 5 de octubre no lo olvidará nunca. No es para menos. Rubén Catalá emergió como Ave Fenix sobre sus propias cenizas tras dos años complicados para reivindicarse con un testarazo que evocan otros tiempos.
Nada más acabar el encuentro, las redes sociales se poblaban del momento en el que el alcoyano saltaba un metro por encima de sus marcadores para conectar de cabeza un centro medido de Izan Linares, el cual vino acompañado de cierto suspense, puesto que hubo dudas de si el balón había o no entrado. El colegiado dio por válido el tanto y los 1.712 espectadores que habían en el Collao se levantaron a aplaudir un auténtico golazo.
Era el minuto 30 y se trataba del primer disparo a portería. No hubo mucho más en la siguiente hora de partido y para siempre quedará el recuerdo de ver al 19 blanquiazul reivindicarse con un gol “made in Collao”. Precisamente en una tarde que comenzó con un homenaje en los prolegómenos a los socios más veteranos, algunos de ellos llegaron a ver o por lo menos les han contado alguna historia de Ignacio Catalá Peris, futbolísticamente conocido por Nasio, que casualidades de la vida es el abuelo de Rubén Catalá.
Nasio era un 9 a la antigua usanza, de esos de rascar y pelearse con la defensa rival, cuya mayor virtud era el remate de cabeza. Marcó varios de similar factura al que anotó el domingo su nieto Rubén Catalá.
Nasio, nacido en 1930, llegó a jugar cuatro temporadas en el Alcoyano entre Primera y Segunda División. Sus buenos años como blanquiazul le valieron para fichar por el Sevilla. Después pasó por el Badajoz, Las Palmas, Ceuta y Hércules. Tuvo que dejar el fútbol a los 25 años por una artritis en el tobillo, una lesión que hoy en día con los avances actuales le hubieran permitido seguir jugando, pero en aquella época le obligó a colgar las botas. En el Alcoyano jugó un total de 74 partidos oficiales.
El nieto tiene la planta de su abuelo pero todavía es un diamante en bruto por pulir a sus 22 años. Despuntó muy pronto en la Escuela del Alcoyano. Siendo todavía infantil, llamó la atención de los ojeadores del Valencia y marchó a la Ciudad Deportiva de Paterna. Allí estuvo muy poco y recaló en el Levante, donde completó toda su etapa formativa hasta dar el salto al equipo filial granota. En esa etapa coincidió con otros dos jugadores alcoyanos: Javi Montava y Álex Cerdá.
El primero se fue al fútbol universitario estadounidense tras debutar en el Alcoyano con Vicente Parras y el segundo llegó a ser internacional juvenil con España y ahora juega en el filial del Valencia. Rubén Catalá también tuvo que hacer las maletas. Fichó por el Sevilla, donde no tuvo continuidad en el filial de Tercera División y el curso pasado decidió probar fortuna en Segunda Federación en La Unión, donde las cosas no le salieron como pensaba.
El verano pasado, dentro de la política de la nueva propiedad del Alcoyano de apostar por futbolistas con raíces blanquiazules, llegó al Alcoyano como una apuesta de futuro. No se equivocaron. “El técnico habla mucho conmigo y confía en mi. El domingo era una buena oportunidad porque los que venimos jugando menos teníamos la posibilidad de demostrar que podemos ser titulares. Estaba con mucha confianza toda la semana y llegué a soñar con marcar. Estoy muy contento de cómo me salieron las cosas, no solo por el gol, también por ayudar al equipo a que ganara el partido después de una semana difícil tras la derrota en Castellón”, explicó Rubén Catalá tras el encuentro contra el Barbastro. Sobre las similitudes con su abuelo. “No le llegué a conocerle, pero mi padre me ha hablado mucho de él, para mí es una inspiración”, remarca.