El fotógrafo de los corredores
Maestro pastelero de profesión, Francisco Tomás ha pasado de ser fotografiado a fotografiar a la legión de runners locales
El mundo del deporte es muchas veces guardián de historias increíbles de personas anónimas a las que les mueve su bondad y que sin quererlo acaban siendo parte muy importante de un colectivo en concreto. Es el caso de Francisco Tomás Nácher, un maestro pastelero que desde bien pequeño tenía una inquietud, que era la fotografía. Con el paso de los años sumó otra afición, que era correr, en los tiempos en los que los atletas populares todavía no eran conocidos como runners, para años después fusionar estos dos hobbys: la fotografía y calzarse unas zapatillas para empezar a hacer kilómetros.
Una mezcla que ha terminado siendo testigo directo del auge del atletismo popular en nuestra ciudad. Seguramente sin su visión, sin esa manera desinteresada y generosa de servir a los demás a través de una pasión, la historia de este deporte a nivel local se hubiera escrito de diferente manera. Un altruismo que ha terminado por llevarle de ser fotografiado a convertirse en el fotógrafo de la legión de runners alcoyanos.
Son muchos años al pie del cañón en los que no hay carrera popular –ya sea de asfalto o de montaña y el calendario es bastante extenso y variado–, en la que Francisco Tomás no deje su sello personal. Las cifras que le acompañan son verdaderamente impresionantes. Tiene un archivo fotográfico próximo al millón de imágenes. Calcula que ahora está en las 750.000 instantáneas. Pero es que de una carrera llega a realizar 500, 1.000 o más de 2.000 como fue el caso de la última edición del Trail Solidari, donde para más inri no hizo seguimiento de las tres carreras y se centró en la distancia larga.
El procedimiento que utiliza siempre es el mismo: es difícil verle en la línea de salida o de llegada, su conocimiento del terreno le lleva a esperar a los corredores en un punto estratégico del recorrido, que puede llegar a ser el lugar más inverosímil y hasta peligroso de todo el circuito, siempre en busca de la mejor instantánea. Allí aguanta estóicamente el paso de los corredores y durante un largo periodo de tiempo su ojo difícilmente se despega de la cámara. Esas fotos de todos los participantes pocas horas después están disponibles para ser descargadas de manera gratuita en la página que lleva su nombre en Facebook.
Pero el idilio de Francisco Tomás Nácher –que ahora tiene 70 años–con la fotografía comenzó a forjarse hace casi seis décadas, cuando contaba con 14 años y en la barriada de Batoi, donde de crío se pasaba horas y más horas recorriendo el barrio para fotografiar todo aquello que se le pasaba por la cabeza.
Su ilusión de mayor siempre fue dedicarse a la fotografía, pero las necesidades de casa, con sus padres enfermos, le hicieron buscarse la vida en otro oficio y comenzó como pastelero en Confitería Seguí. Un negocio que por amistad con su propietario terminó adquiriendo con apenas 25 años. Tener su propio negocio no le supuso abandonar la fotografía. De hecho hizo sus pinitos como fotógrafo de prensa. Su amistad con Miguel Abad, entonces corresponsal de un periódico valenciano, le llevó a cubrir numerosos acontecimientos locales. “Apenas escuchaba una sirena, cogía mi Derbi y la cámara, y allá que me iba”, recuerda.
Aquellos años de niño fotógrafo por Batoi le hicieron acumular un archivo único de la barriada que guardó en cajas. Hasta que una mudanza le llevó a uno de sus episodios más amargos de su vida. Todo aquel archivo acabó en un contenedor de basura por un error. Hoy en día todavía lamenta aquella pérdida. “Estaban todas las fotos que hice desde que empecé a aficionarme a la fotografía siendo un niño”, recuerda con tristeza.
Con el cambio de siglo, su vida laboral sufrió un importante giro, decidió dejar el negocio y entrar como empleado en Panadería Corbí.
En esa etapa empezó a compaginar el tenis mesa con los primeros entrenamientos de carrera a pie. “Comencé a correr muy tarde, ya con 45 años. Fui un corredor mediocre, del montón”, asegura. Así y todo logró ser segundo en una de las últimas ediciones que se celebraron de la desaparecida Pujada y Baixada al Preventori. En su historial como runner aparecen dos maratones y la participación en todas las carreras populares de la zona, fueran de montaña o de carretera, aunque reconoce que lo suyo era el asfalto. “No subía mal, me defendía bastante bien, pero bajando era un desastre”, confiesa.
Hasta que en una de sus dos participaciones en la Behobia, la histórica prueba atlética que desde hace más de 100 años se celebra en San Sebastián, cambió para siempre su percepción de correr. “Ya comenzaba a ir a algunas carreras con la cámara en la mano. Empecé a tomarle gusto a aquello de hacer fotos mientras corría. No sé quien me dijo, porqué no dejas de correr y te dedicas a hacer fotos”. Aquel comentario cambió para siempre su vida y también la historia del atletismo popular local, puesto que gracias a esa afición, desde hace años cada carrera que se celebra en la ciudad hay un recuerdo fotográfico muy completo.
“Las mejores fotos que hago, son las que no me ven. Por eso intento pasar desapercibido, buscar lugares estratégicos y así poder hacer las mejores fotografías. Cuando me ven, empieza el postureo y no es lo que quiero, pero sé que forma parte del juego porque son muchas las personas que me conocen. A mí la fotografía me cuesta dinero del bolsillo. Han sido muchos, muchas organizaciones de carreras, que me han propuesto cobrar por mi trabajo. Siempre les digo lo mismo, que mi gran recompensa es ver a la gente feliz. Para mí una sonrisa vale todo el dinero del mundo. Y con ello me basta, me siento suficientemente pagado. Todo lo que hago, todo mi esfuerzo, es de corazón. La amistad de toda esa gente es mi recompensa”, desvela.
Una de sus mayores experiencias fue acompañar durante un mes a la valenciana Raquel Landín, corredora, entrenadora, coach y fundadora de The Kenyan Urban Way, a Kenia. Todavía guarda con mucho cariño una foto que le hizo un niño y que se puede ver en su página web. Colabora con el Club BMX Alcoi, con Fent Camí y todos los clubes y organizaciones de carreras de la zona. Durante la pandemia se dedicó a abrir un canal y ofrecer recetas pasteleras en Youtube. Ha llegado a hacer fotos a alcoyanos en los Pirineos a más de 2.500 metros de altitud, “subido a picos que luego me las ví y me las deseé para bajar”. Se trata de una vida entregada a los demás. Este verano viajará a Japón con la familia a la espera del viaje soñado, que para él es Costa Rica.