“La innovación no es una opción: es la única forma de avanzar”

El director de AIJU, Manuel Aragonés, repasa la trayectoria de la institución y los nuevos desafíos del sector

“La innovación no es una opción: es la única forma de avanzar”
El banyerense Manuel Aragonés a las puertas de la sede del Instituto Tecnológico AIJU, en Ibi.

El Instituto Tecnológico de Producto Infantil y Ocio, AIJU, cumple cuarenta años como referente en innovación, calidad y desarrollo para la industria del juguete y los sectores auxiliares. Desde Ibi, este centro ha acompañado a cientos de empresas en su transformación tecnológica y sigue siendo una pieza clave en la economía de las comarcas de la Foia de Castalla. Su director, el banyerense Manuel Aragonés, repasa la trayectoria de la institución y los nuevos desafíos de un sector que busca reinventarse entre la sostenibilidad, la digitalización y los cambios en el consumo.

“AIJU nació con la idea de promover la innovación en las empresas del sector juguetero y en las industrias auxiliares, y esa sigue siendo nuestra razón de ser”, explica Aragonés. “Somos una asociación de empresas, actualmente más de 450, que trabajamos para impulsar la innovación en productos, procesos y servicios. Creemos firmemente que una empresa solo puede avanzar si innova. La competitividad basada únicamente en el precio tiene un recorrido muy corto: hay que ser eficientes y ofrecer productos diferenciados”.

AIJU es una entidad privada sin ánimo de lucro, pero con un cierto apoyo de las administraciones públicas. “Este modelo de colaboración público-privada ha sido un éxito y un ejemplo para otras comunidades y países en la ayuda a las pequeñas y medianas empresas para innovar”, asegura el director. “Nos permite trabajar con criterios empresariales, pero con una vocación de servicio al tejido productivo, anticipándonos a los retos tecnológicos del futuro inmediato, como es la inteligencia artificial aplicada en procesos productivos o exigencias como el pasaporte digital en los productos de bienes de consumo, como es el juguete”.

Desde los años ochenta, el instituto ha ido adaptándose a las necesidades de cada momento: primero fue la seguridad del producto, luego la calidad y el medio ambiente, y hoy los grandes retos son la digitalización, la sostenibilidad y la inteligencia artificial.

DE LA SEGURIDAD A LA IA
Aragonés recuerda que, en los inicios, muchas empresas. en su mayoría de pequeño tamaño, no tenían ni laboratorios propios ni departamentos de innovación. AIJU fue una respuesta a esa carencia. “Se trataba de garantizar la seguridad de los juguetes, algo que hoy damos por hecho, pero que entonces era una necesidad urgente”, señala. Con el paso del tiempo, el instituto amplió su campo de acción a la certificación, la calidad y, más recientemente, la digitalización.

“Hemos sido una de las primeras entidades en reflexionar sobre cómo incorporar la inteligencia artificial en las empresas del sector”, afirma. “Muchas oyen hablar del tema, pero no saben cómo aplicarlo. Nosotros les acompañamos, les damos formación, talleres, herramientas y ejemplos prácticos. La IA no es una amenaza, es una oportunidad para ser más productivos y tomar mejores decisiones”.

Otra de las grandes líneas de trabajo es la sostenibilidad. “Cada vez tenemos un consumidor más exigente, que no solo mira el producto, sino también cómo y con qué se fabrica. Las empresas deben adaptarse a esa realidad”, advierte Aragonés. “Hablamos de materiales reciclados, envases de cartón, reducción de plásticos… No es una moda, es una necesidad”.

AIJU asesora a las empresas para sustituir materiales, rediseñar envases y fabricar productos sostenibles sin perder competitividad. “El mercado está pidiendo responsabilidad ambiental, y nosotros ayudamos a que esa transición sea posible”, añade.

El director reconoce que la situación del sector juguetero es complicada. “Cada vez nacen menos niños, y eso repercute directamente en las ventas. La tasa de natalidad es dramática”, lamenta. A ello se suma la competencia asiática y una paradoja económica: el precio medio de un juguete apenas ha cambiado en veinte años. “Mientras todo ha subido —alimentación, vivienda, energía—, el juguete sigue vendiéndose casi al mismo precio. Es un producto deflacionario, y eso lo hace vulnerable”.

Aun así, Aragonés defiende con pasión el valor educativo y social del juego. “Durante la pandemia, muchas familias redescubrieron el placer de jugar juntas. Los juegos de mesa, por ejemplo, están viviendo un gran momento. Fomentan habilidades sociales que antes se aprendían jugando en la calle: compartir, cooperar, incluso enfadarse y reconciliarse. Hoy eso se ha perdido, y los juguetes pueden recuperarlo”.

PANTALLAS Y TRADICIÓN
El avance de las pantallas y los videojuegos ha cambiado la forma de jugar, pero no ha sustituido del todo al juguete físico. “Es una polémica antigua. Siempre ha habido productos sustitutivos: primero los videojuegos, ahora los móviles o las tablets. Pero el juguete sigue siendo esencial para el desarrollo cognitivo, motor y social de los niños”, sostiene Aragonés.

AIJU publica cada año su Guía del Juguete, una selección de productos recomendados según criterios de calidad y valor educativo, avalados por pedagogos y psicólogos. “Nuestro objetivo es reivindicar el valor del juguete como herramienta de aprendizaje y desarrollo”, explica.

>>Puede leer la entrevista completa en El Nostre del 7 de noviembre.

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