“El kárate me ha enseñado serenidad y disciplina”

David fFerrando, campeón sénior de España de katas IFK 2025 de 4º a 1r kyu, reivindica el valor formativo de este arte marcial más allá de la competición

Cuando David Ferrando terminó su kata final, cerró los ojos y respiró. Escuchó el silencio y su respiración milésimas de segundo antes de que llegaran los gritos y aplausos desde la grada. “Ese fue el momento más emocionante, cuando al cerrar los ojos en la posición de mokuso escuché a toda la gente animándome. Fue impresionante.” recuerda.

Ferrando se alzó con el título sénior del Campeonato de España IFK 2025, 4º a 1r kyu, que se celebró en Alcoy el pasado mes de octubre. Hacerlo en casa, ante su familia, amigos y compañeros de la escuela Kan-Do, le dio un sabor especial. “Fue una alegría inmensa por poder vivir esa experiencia rodeado de los míos”, explica.

En el kárate, el kata no es solo técnica. Es control, precisión e introspección. “La mente es fundamental. Puedes tener el cuerpo preparado, pero si no tienes la mente centrada y liberada de pensamientos intrusivos, no puedes ejecutar bien el kata”, expone David Ferrando.

Aplica también esa filosofía fuera del tatami. “El kárate me ha aportado estabilidad, concentración, disciplina y serenidad. Me ha enseñado que siempre se puede dar un poco más”. De hecho, en el dojo donde entrena puede leerse una frase del sensei Benjamín Francés que resume actitud: “Quan no pots més, comença l’entrenament”. Para David Ferrando, “esa mentalidad te cambia la manera de enfrentarte a la vida, porque ten enseña que después de dejarte la piel y el alma, aún puedes seguir”.

La constancia es la clave en su camino. Entrena en el gimnasio Ben Gym, combinando la parte técnica con el trabajo de fuerza, elasticidad y concentración. “Intentamos equilibrar lo físico y lo mental”, explica David, quien, reconoce también que, como sucede en todo, hubo instantes en los que la motivación flaqueaba antes del campeonato. “Es muy duro en ciertos momentos, porque la cabeza no siempre acompaña al cuerpo, pero encuentras la fuerza para seguir en la gente que te rodea”, confiesa.

A veces esa forma de vida se transforma en una suerte de obsesión bien llevada. “Recuerdo que, justo antes del campeonato, hice el Camino de Santiago con dos amigos. Después de andar treinta kilómetros al día, por la noche hacía katas en el albergue. Y nada más aterrizar en casa, fui directo al entrenamiento”, cuenta entre risas David Ferrando. Para él no es tanto un sacrificio, sino una decisión. “Claro que renuncias a algunas cosas, pero lo haces porque amas lo que haces”.

Viaje de ida y vuelta

Su relación con el kárate comenzó de niño, bajo la guía del Shihan José Valero, a quien reconoce como la base de su formación. “Con él aprendí los valores del Kyokushin: la humildad, la disciplina, el respeto y la no violencia”, recuerda. Después, la vida lo llevó por otros caminos, hasta que el sensei Benjamín Francés y la familia de Kan-Do le devolvieron la pasión por este arte marcial. “Gracias a ellos he recuperado la ilusión y el carácter competitivo, pero no con los demás, sino conmigo mismo. Lo importante no es ganar, sino dar tu mejor versión”.

Ese espíritu también se reflejó en el podio del campeonato. “Fue un honor compartirlo con Aarón Gimeno, un amigo de toda la vida, y con Manuel Berenguer, a quien tenía como referente junto con Benjamín. Tres compañeros del mismo dojo en el podio fue una sensación genial”, recuerda con orgullo.

Ferrando insiste en que el kárate no solo es un deporte, sino una herramienta de equilibrio emocional. “Vivimos en un mundo de inmediatez, donde todo va deprisa y cuesta gestionar las emociones. El kárate te enseña a respirar, a esperar el momento, a dedicarle tiempo a cada cosa y a confiar en ti mismo”.

Comunidad en crecimiento

El Campeonato de España celebrado en Alcoy demostró que el kárate goza de buena salud en la zona. “Las nuevas generaciones vienen pisando fuerte”, asegura. Ya hay muchos niños y niñas compitiendo a nivel nacional e internacional, incluso en mundiales. Ojalá eso ayude a que la sociedad se interese más y se anime a practicarlo”. A ellos, Ferrando les pide que disfruten, que aprendan de cada maestro y de cada compañero y que no se rindan.

Fuera del tatami, David Ferrando se define como una persona tranquila y cercana. “Me gusta la naturaleza, el fútbol, una ruta por la montaña o quedar con los amigos. Pero, sobre todo, pasar tiempo con mi hija”, confiesa. A ella, precisamente, le dedica este título, junto a sus padres y amigos. “Son quienes sufren mi día a día, quienes me apoyan en los momentos malos. Mi hija es mi mayor fuerza para seguir adelante”.

Ahora su mirada está puesta en la Nintai Cup que se celebrará en diciembre en Cataluña. Espera que toda la escuela Kan-Do vuelva a firmar un gran papel. Pero más allá de los títulos, lo que de verdad le motiva es seguir aprendiendo.

Porque para David Ferrando, el kárate no es un destino, sino un camino afortunadamente interminable de respeto, serenidad y esfuerzo silencioso. Un arte que le ha enseñado, como repite su maestro, que cuando no puedes más es cuando de verdad empieza el entrenamiento.

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