A base de empujones

El año 2025 ha sido, para la política municipal de Alcoy, un periodo de avances discretos. El Ayuntamiento ha ido resolviendo expedientes largamente pendientes, al tiempo que abría otros nuevos que trasladan el debate a los próximos años. El balance invita más a la cautela que a la celebración.

La reapertura de la Rosaleda como zona verde legalizada es el mejor ejemplo. El gobierno de Toni Francés puede reivindicar haber resuelto uno de los conflictos urbanísticos más enquistados de la democracia local. Pero el balance no admite triunfalismos: el aparcamiento cerrado y el pulso con la concesionaria recuerdan que en Alcoy los finales felices suelen venir con epílogo. Aun así, la restitución de la legalidad y del espacio público marca un antes y un después.

Algo similar ocurre con el tren Alcoy-Xàtiva. El inicio de unas obras largamente reclamadas devuelve dignidad a una infraestructura abandonada durante décadas. Que la inversión llegue sin electrificación evidencia las limitaciones del modelo, pero no resta importancia a un avance que parecía imposible hace solo unos años.

En el ámbito educativo, el arranque de la reforma del IES Andreu Sempere responde a una demanda sostenida de la comunidad educativa. Tras retrasos y ajustes, el proyecto entra por fin en fase de ejecución, pero el debate sobre los plazos y el cumplimiento de compromisos sigue abierto.

La política municipal ha optado este año por la contención. La peatonalización del Centro avanza con cautela tras la anulación judicial de la anterior ordenanza. El Ayuntamiento parece haber asumido que sin diálogo social previo no hay cambios duraderos, aunque esa prudencia también retrase decisiones necesarias.

Los fondos europeos han permitido desbloquear proyectos largamente anunciados, desde equipamientos culturales hasta vivienda pública. El reto será evaluar su impacto real más allá de la inversión inicial. Algo parecido ocurre con el proyecto de La Canal: la tramitación urgente impulsada por la Generalitat Valenciana acelera el proceso, pero no resuelve el fondo del debate entre desarrollo industrial y protección ambiental.

El balance de 2025 deja así una conclusión poco cómoda: Alcoy ha avanzado porque ya no podía permitirse seguir parada. La ciudad funciona a base de empujones, resolviendo conflictos cuando se vuelven inevitables y aplazando decisiones estratégicas hasta el límite. Si algo demuestra 2025 es que gestionar lo pendiente no basta.

JÉSICA SEMPERE. Periodista

Advertisements