Al salir, cierren la puerta

Recordaremos perfectamente los que peinamos canas, con que ilusión vivíamos las semanas previas a la Navidad. Se compraban viandas especiales para esos días, jamón, quesos, algún langostino, cordero, cocido que hacía levantar a un muerto, botellas de Pinord rosado, Diamante blanco y un tinto con tapón de corcho y no el habitual que llevaba un sombrerito de plástico con el cierre de aluminio, sidra, anís y los refrescos que nos apetecían. Los típicos dulces navideños que se hacían en casa de la abuela. Por supuesto el turrón blando y el duro, que era eso, realmente duro y se tenía que partir con un cuchillo de cocina y a golpes con el mazo del mortero. La familia junta, tías, abuelas preparando les orelletes, mantecados, almendrados, cariñitos y los “ garginyols”, el tronco relleno, entre otros dulces manjares.
No faltaba de nada, era todo muy especial, pues en aquellos tiempos la mayoría de familias no nos podíamos permitir excesivos lujos.
A día de hoy y preparando las comilonas navideñas nos calentamos la cabeza para ser originales y sorprender a los comensales, pero nada o muy poco nuevo nos viene a la mente ya que compramos lo que nos apetece cualquier día del año; no importa que sea marisco, foiè de pato, cualquier queso, jamón de diferente categoría, ibéricos, salmón, pierna de cordero, cochinillo, el vino que nos apetece, en resumen , lo que queremos y cuando queremos.
Seguro que los más jóvenes no podrán entender lo que intento decir, ya que hoy en día tienen de todo y no podrán imaginar que lo que hoy es normal, hace unos años era muy, muy especial.
Sin embargo este año, a pesar de tener de todo, nos faltará lo más importante, que es estar con la familia. Reunirnos todos juntos.
Después de un año tan nefasto donde el maldito virus se ha llevado a tantas personas, donde ha dejado a muchas personas mayores tocadas después de pasar el confinamiento, matrimonios rotos, negocios y economías destrozadas, niños sin poder compartir juegos con sus amiguitos, jóvenes encerrados sin salir, familias sin lo más básico para subsistir. Invadidos por inmigrantes desesperados que huyen de países en guerra y con hambruna y que vienen buscando una nueva vida, y a todo esto parece que hemos olvidado los refugiados de la guerra de Siria, los pobres que han sufrido desgracias de las inclemencias naturales, todas estas personas ya no son noticia, y encima en Alcoy y alrededores con el susto del terremoto, que todavía me tiemblan las piernas al sentir el vibrador del móvil.
Así que lo mejor que nos puede pasar es que acabe este terrible año y al salir, que cierre la puerta. Esperemos al próximo año y como podemos leer en el libro de 1 Corintios 13:13 Hay tres cosas que permanecen: la fe , la esperanza y el amor; pero la más importante es el amor.
Así que queridos lectores, esperemos al próximo año con fe, esperanza y que a pesar de las circunstancia y la posible lejanía de familia y amigos en esta Navidad , amemos más que nunca a los que amamos.
A todos vosotros os deseo una FELIZ NÁVIDAD Y UN PRÓSPERO AÑO NUEVO.

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