¿Cremallera, paciencia o selva?

Como todas las cosas sencillas, a la cremallera, invento de Whitcomb Judson patentado en 1893 y redefinido por Gideon Sundbäck en 1914, le costó lo suyo hasta que llegó a la bragueta de mis pantalones a finales de los 60.

Desde entonces ha sido mi amiga, y a veces lo contrario, hasta que en la actualidad y a causa del proyecto de nuestro ayuntamiento de instalar el carril bici, vuelve a ponerse, según mi humilde entender, de plena actualidad.

¿Y qué tiene que ver la cremallera con nuestro ya famoso carril bici? se preguntarán Vds. La primera vez que visité Alemania, hace ya muchos años, me maravilló lo ágil de su circulación en las grandes ciudades. Observé que la incorporación de vehículos de una vía “A” que desembocaba en otra “B” se realizaba de forma fluida, casi matemática, pues cada vehículo sabía cuando ceder el paso o incorporarse, esto de forma alternativa. Es decir, pasa un automóvil del A e inmediatamente uno del B y así sucesivamente, o sea, se practica la cremallera y la preferencia de paso cede su ley a la practicidad. Entendí que la aplicación de esta mecánica del tráfico rodado permitía una rapidez de incorporación que beneficiaba a todos y que aumentaba la velocidad circulatoria. Por supuesto ninguna discusión entre conductores y sobre todo ningún golpe o alcance entre coches.

En nuestra ciudad el problema de las “incorporaciones” ya ha aparecido, especialmente en el tramo entre el principio de Alzamora y l’Alameda de Camilo Sesto hasta el cruce con Góngora (en fechas venideras lo hará hasta el fin del recorrido en la Zona Nord). Esta “necesidad” de incorporarse al carril de la izquierda nace porque el Bus, que antes circulaba por su exclusiva vía, ahora se detiene en su parada, bloqueando todo su carril. El vehículo que va tras él tiene dos opciones, o se detiene también y espera pacientemente a que el medio de transporte cargue y descargue a sus pasajeros, y así en todas las paradas del mismo (no lo veo, ni yo ni nadie) o trata de abandonarlo incorporándose al carril de la izquierda que normalmente estará, también, ocupado por otros vehículos. Eso significa problemas entre chóferes: “¡no dejo que te metas!” y posibles toques por precipitación, despiste o “por narices paso”. La solución a este problema, aparte de intentar no circular por el carril de la derecha cuando hay bus, cosa que significaría el fracaso parcial del proyecto por la menor utilización del carril, es la cremallera: de forma educada pasa uno y pasa otro y el bus queda rebasado.

Pero, saben qué, a pesar de su practicidad, tampoco veo esta solución, entre otras cosas porque no somos alemanes. Veo más a muchos automovilistas alcoyanos en la trassera del bus intentando incorporarse a su izquierda sin que los que ocupan esa vía se lo permitan. Total, cabreo con el dichoso carril bici.

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