De parte de don Fernando

D esde la gloria eterna, donde residen los grandes artistas, me ha llamado por teléfono el maestro alcoyano de los colores, Cabrera Cantó, don Fernando, con su tono socarrón y cierta placidez en la sonrisa, para encargarme como su cronista apócrifo, que dé las gracias al señor alcalde y su concejal de Cultura por el anuncio, por fin, de un museo o pinacoteca de creadores locales y patrimonio artístico municipal. Lo ha hecho con morbo, sabiendo lo que me cuesta felicitar a un gobernante ya que sigo perteneciendo a la escuela de periodistas que tiene como credo darle siempre caña al poder, porque sí, con la seguridad de que ocultará algo que ha hecho mal.
En 2017 publicaba el libro “Don Fernando”, una semblanza biográfica del pintor Cabrera, utilizando la fórmula de una conversación imaginaria, apócrifa. Contaba, entre las páginas 141 y 143, que la Escuela Industrial que dirigía el ingeniero José Cort Merita, en 1900 celebraba, como hacía ya cuatro años, una exposición de Bellas Artes organizada por Fernando Cabrera como fiesta de inicio de curso. Este año, con asistencia del diputado Canalejas, el Ayuntamiento acordaba adquirir un cuadro de Rogelio Solroja para “el futuro Museo Municipal”. Hace ahora de ello 121 años. Un ejemplo más de lo ágil y despierta que es la administración para llevar a cabo proyectos.
Cuando le dije a don Fernando, en aquella ficticia conversación, que todavía no teníamos una pinacoteca municipal, exclamó entre sorprendido y dolorido: “¿Qué nos ha pasado?”.
Era inevitable que esta mañana me llamara por teléfono para encargarme la felicitación.
Siempre he preferido la segunda mitad de mandato en el Ayuntamiento, porque es cuando en realidad se pone en marcha la maquinaria de hacer cosas, inaugurar obras y dar trabajo a los albañiles. En la etapa de Jordi Sedano como alcalde siempre se hablaba de la “excavadora electoral” que tenía guardada en algún almacén.
Como ni don Fernando ni yo militamos en partido político alguno, nos da igual si habiéndose iniciado el segundo tiempo del mandato, la cuenta atrás para las elecciones, se ponen en marcha proyectos que llevamos años, décadas e incluso más de un siglo esperando. Bienvenidos sean. Y por mi que Toni Francés ponga en marcha todos los días, de aquí a mayo de 2023, todos los proyectos que quiera. Cuantos más mejor.
Son fechas de anuncios para que la excavadora, las barandillas de obras, la tijera corta-cintas y la foto inaugural de Solroca vengan a coincidir, más o menos, en el primer trimestre electoral de 2023.
Y en ese calendario andarán anuncios de ahora como “Fundició Rodes”, que como nombre original no se llevará ningún premio; el evolucionado bulevar-variante-vía alameda entre la estación del tren y Batoi; el Museo de Camilo Sesto, el puente de Serelles, la rotonda Norte y la Pinacoteca-Museo municipal.
A la oposición no le hará gracia, pero esta actitud partidista forma parte del abc de los manuales electorales y quien esté libre de culpa es, sencillamente, porque nunca ha formado parte del poder.
Así que gracias, señor alcalde y señor concejal de Cultura, por poner en marcha, ya por fin, lo que hace 121 años otro alcalde de Alcoy, Severo Pascual Sarañana, incluía entre sus aspiraciones.
Esta ciudad cuenta con suficientes artistas para darle entidad a esa pinacoteca y el propio Ayuntamiento dispone de un catálogo de patrimonio artístico suficiente para llenar muchos espacios, como los que va a habilitar en el edificio del antiguo asilo, que se convertirá, sin apenas ruido ni alharacas, en un nuevo centro cultural y artístico, muy cerca del CADA.
Más de cuatro cuadros dormidos en almacenes o trasteros municipales podrán volver a ver la luz con este proyecto.
Cabrera Cantó, don Fernando, todavía emocionado por la reivindicación habida con su monumento en la nueva plazoleta peatonal de Sant Francesc, no da crédito a esta nueva acción vinculada con los pintores alcoyanos y que tiene a la edición pendiente de una biografía revisada del su gran amigo, don Paco Laporta, atascada por la pandemia, en el haber de aderezos culturales.
Y es que con el barrizal de la peatonalización llegándoles al cuello, nuestros gobernantes municipales necesitan algo de agua clara con la que enjuagarse, y si puede ser agua con gas, mejor.
De la peatonalización, además de una buena campaña de comunicación, un mal endémico a la hora de vender lo que se hace, se echa de menos que alguien del gobierno concrete, sin literatura ni humo, algo tan esencial como es contestar a la pregunta ¿para qué queremos esta peatonalización? Algo que aún nadie nos ha explicado.

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