Días de fiesta

Día de la Comunidad Valenciana, a un tiro de piedra del 12 de octubre (Día de la Hispanidad, del Pilar y Fiesta Nacional), y yo sin haber podido leer aún Imperiofobia y leyenda negra de María Elvira Roca Barea, ni 1492: España contra sus fantasmas de Pedro Insua. Día nublado con atisbos de sol otoñal. Decido dar un paseo por el monte. Me pongo los auriculares del móvil. Recorro con el índice las emisoras de BBC iPlayer: Radio 1, Radio 2, Radio 3, hasta llegar a Radio 5 live donde se suceden unas entrevistas: me entero de la huelga de los taxistas Uber británicos, de que uno de cada cuatro embarazos acaba en aborto, etc.

Me llama la atención la entrevista a una limpiadora desnuda, un empleo surgido con la crisis ante el grito de apáñatelas como puedas —ojo, no se trata de una entrevista en la que la entrevistada está como su madre la trajo al mundo—. En este servicio, que cuesta 75 libras cada dos horas mínimo, no se permite el toqueteo y no incluye nada de lo que todos se pueden imaginar. La trabajadora llega a la casa en cuestión, se desnuda en el lavabo y de ahí al trabajo: quitar el polvo, planchar y pasar el mocho. Los que la contratan pueden mirar y seguir supervisando las tareas; incluso se pueden desnudar. Aquí no hay vicio que valga: el dinero que se recauda es para lo que todos lo utilizamos en esta vida: comer, vestir, vacaciones, alquiler del piso y las facturas que vengan. La trabajadora ofrece conversación si el contratante la solicita. Se puede hablar desde los pocos avances en las negociaciones del Brexit hasta las redes sociales pasando por cualquier serie televisiva como “Harlots”, por ejemplo, o del cambio de hora. Ignoro si también existen los limpiadores desnudos, pero imagino que sí.

Me cuentan que el libro de Roca Barea trata de la leyenda negra contra España y el catolicismo, leyenda auspiciada por nuestro enemigo secular inglés protestante y a la que España también contribuyó con la indiferencia de sus mentes preclaras. Nos tacharon de intolerantes, olvidando quienes lo hacían que cometían el mismo pecado. Uno de los insultos que más se empleaba en la época era que éramos un país “papista” —en inglés dicha palabra tiene un matiz denigratorio, lo mismo que “whore”—. Las leyendas negras surgen cuando existen imperios, que son el caldo de cultivo ideal para la barbarie, la explotación, la imposición de ideas y credos, etc.

Nuestra leyenda negra recuerda la España negra nacida a finales del siglo XV (expulsión de los judíos, expolio genocida de países hispanoamericanos, aniquilación de los musulmanes, etc.). Cuando un imperio despunta, surgen inmediatamente los fantasmas alimentados por las mentes insignes extranjeras que se dedican a echar leña al fuego. En el caso de España fue el protestantismo (Países Bajos, Alemania, etc.) el encargado de intentar desacreditar los logros de quien domina, de quien ostenta el poder. En ese momento imperio español y catolicismo se meten en la misma olla de presión que nuestros enemigos agitan con el fin de desacreditar a nuestro país.

Desempolvo mi enciclopedia Álvarez (1962) para ver qué aprendió mi generación en su niñez y también para constatar que de aquellas Lecciones Conmemorativas (pp. 1014-8) sólo conservamos el Día de la Hispanidad. Las conmemoraciones que se han caído del cartel, afortunadamente, son las que siguen: Día del Caudillo (1 de octubre), Día de la fe (29 de octubre), Día del dolor (20 de noviembre), Día de la Madre (8 de diciembre; ahora fiesta movible y con tufo comercial corteinglesesco), Día del estudiante caído (9 de febrero), Día de la Victoria y de la canción (1 de abril), Día de la Independencia (2 de mayo; ahora Día de la Comunidad de Madrid) y Día de la Juventud (30 de mayo).

Volviendo al Día de la Hispanidad, en los años sesenta aprendimos que con el descubrimiento de América “España empezó a cumplir su misión civilizadora y evangelizadora”, “cerca de veinte naciones se beneficiaron de la generosidad de España y de sus reyes” y que la Hispanidad “es una especie de imperio espiritual que determina en el mundo un mismo modo de ser, de obrar, de sentir y de creer”.

Obviamente la enciclopedia no citaba para nada a Bartolomé de las Casa, considerado entonces un embustero y un traidor, ni a Bernal Díaz del Castillo, ni hablaba de los abusos del colonialismo hispánico, ni de tiranicidio.

No me pregunten si esto era adoctrinamiento del régimen franquista: la mayoría de mi generación sobrevivió a pesar de todo, la prueba es que seguimos vivos. Releyendo las Lecciones de Formación Política en la misma enciclopedia he de reconocer que estas sí emanaban un tufillo doctrinario en las nociones del Alzamiento Nacional, en los conceptos falangistas, el Frente de Juventudes, las Falanges Juveniles de Franco, los campamentos juveniles, etc. Era lo que había, y todos cantábamos alegremente el cara al sol y el prietas las filas. ¿O es que mi generación lo ha olvidado?

Estas son las cosas que uno recuerda en estos días de fiesta. Y no alcanzo a entender por qué la Fiesta Nacional todavía se celebra el 12 de octubre y no el 6 de diciembre.

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