“El compañerismo y la humildad son valores fundamentales en la danza profesional”
Entrevista a la bailarina y coreógrafa, Ana Calvo

Ha sido una figura clave en la danza local y en la evolución de los ballets festeros de Alcoy. Su vocación, que nació desde la infancia, se ha expandido también al pilates, disciplina en la que fue pionera en la ciudad. Ahora, a punto como está de cerrar su andadura profesional, Ana Calvo reflexiona sobre los logros, las carencias del sistema festero y los retos de una profesión tan apasionante como exigente.
– ¿Qué te llevó a elegir la danza como forma de vida? ¿Recuerdas el momento en que supiste que querías dedicarte a esto?
– No la elegí yo, la danza me eligió a mí. Empecé con gimnasia, luego hice las carreras de ballet clásico y español, pero siempre me había llamado la atención desde pequeña, sobre todo, lo de dirigir, y por eso empecé a dar clases y a dedicarme profesionalmente a la danza. En mis orígenes tuve tres centros de danza.
– Has sido pionera del pilates en Alcoy. ¿Qué te atrajo de esta disciplina?
– Empecé en 2003 en Madrid, con mi hermano Juan Bosco, que me dijo que era el futuro. Él fue el iniciador del pilates en España y a través de él empecé a formarme, tanto de suelo como de máquinas. Desde el principio pensé que ojalá hubiera conocido esto antes porque me hubiera preparado para ser bailarina. En ese momento, nadie en esta ciudad conocía el pilates, pasarían al menos cinco años hasta que empezó a popularizarse, pero incluso llegué a vender unas máquinas que compré al principio porque aquí en Alcoy no cuajó, puesto que era una actividad bastante cara. El pilates tiene mucha similitud con la danza, en el sentido de que mente y cuerpo no se pueden disociar y trabajas mucho lo que es el aquí y el ahora.
– La danza muchas veces se asocia con juventud. ¿Cómo has vivido tú el paso del tiempo desde la danza?
– Es cierto que la vida de una bailarina es muy corta, por eso el pilates puede ayudar a prolongar esta vida a partir de la mejora de la condición física. Yo siempre digo que ahora me encuentro mejor que cuando era joven y bailaba, en muchos aspectos físicos.
– ¿Qué te impulsó a escribir ‘Bailar entre confeti’? ¿Fue una necesidad personal, una deuda pendiente o una forma de cerrar etapa?
– Fue en pandemia cuando me empezó a rondar la idea de escribir mi experiencia en la danza vinculada a las Fiestas de Moros y Cristianos. Con lo que representan en Alcoy, como bailarina y como mujer, quería plasmar lo que la danza ha sido para la Fiesta y la evolución que ha habido, dejar mi granito de arena porque algo creo que tuve que ver en el inicio.
– ¿Qué ha cambiado en el mundo de los ballets festeros desde que empezaste hasta hoy?
– Muchas cosas, soy del sector crítico y yo esto lo he hablado con mis compañeras, con las que me llevo fenomenal, pero para mí la evolución ha sido más perjudicial que beneficiosa, porque creo que nos hemos salido bastante de la idea inicial y de lo que son las Fiestas y qué representan. Entonces, la parte carnavalesca, que poco tiene que ver con esa idea, a mí me gusta menos. Sé que es un espectáculo, pero el espectáculo lo puedes hacer de muchas maneras, cada vez veo que se baila menos. Es cierto que lo dificulta el hecho de que, debido al incremento de la participación en las Entradas, se tenga que evolucionar y avanzar tan rápidamente, esto hace que no se pueda bailar. Antes había más coreografía, hoy en día hay movimiento, poco más.
– Dices en el libro “ya está bien de pagar para bailar”. ¿Qué ha fallado para que los ballets sigan siendo las ‘cenicientas’ de la Fiesta?
– Las que hemos fallado, principalmente, somos nosotras mismas, porque hoy en día hay una necesidad de bailar en Alcoy sí o sí, y si no te escogen las filaes o los cargos, te obligas tú misma a bajar el nivel y a no dignificar la profesión. Así que la culpa la seguimos teniendo nosotros, yo he formado parte de reuniones con el Casal en la que nos hemos reivindicado como sector y hemos exigido que se nos pague un mínimo a los grupos de baile, pero son los propios grupos los que luego han faltado a ese compromiso.
– ¿Has sentido que tu trabajo ha sido valorado por las instituciones festeras a lo largo de los años?
– Si te soy sincera, en ocasiones no, y ha habido veces en que he renunciado a bailar por no hacer lo que no quería hacer.
– Has formado a generaciones enteras de alumnas. ¿Qué valores intentabas transmitir más allá de la técnica?
– Principalmente, el compañerismo y tener humildad para saber hasta dónde puedes llegar y que, aunque seas buena, siempre habrá gente mejor que tú. Son valores que siempre he intentado inculcar y hoy en día echo en falta en muchos grupos, en la gente joven observo la falta de humildad, se les sube un poco a la cabeza. La disciplina de la danza es muy dura y cuesta mucho sacrificio, ven en redes sociales que cualquiera baila, pero la disciplina es otra cosa.
– ¿Cómo ves el mundo de la danza hoy? ¿Crees que se valora lo suficiente como disciplina artística?
– En absoluto, la tendencia de ahora de las danzas urbanas y el tema de las redes sociales, como digo, ha destrozado todo. Ahora mismo, cualquiera que imparta zumba, con todos mis respetos, es capaz de ofrecer clases de danza, se mete todo en el mismo saco y todo el mundo baila y monta coreografías, y eso no es danza.
– Ahora que cierras una etapa profesional, ¿cómo va a ser tu día a día a partir de ahora?
– La idea es seguir aprendiendo mucho, y tengo en el cajón un montón de proyectos que quiero hacer y que hasta ahora no he tenido tiempo de desarrollar, algunos tienen que ver con la danza y otros no, no quiero desvelar nada porque soy supersticiosa en ese sentido por si luego no sale adelante. Y lo que sí tengo claro es que me apetece mucho que me den clases, para reaprender. Después de venirme al nuevo local, la idea era jubilarme en un tiempo y que colaboradores míos se quedaran con el negocio, pero la muerte de mi compañero y mano derecha Luis Pulido lo aceleró todo y he terminado antes de lo que me correspondía. Aun así, espero que el proyecto como centro referente de pilates pueda continuar en manos de otras personas, yo les apoyaré para que así sea.
– Para terminar, ¿hay algo que se nos haya quedado en el tintero y te gustaría añadir?
– La pena con la que me voy es que he echado en falta más ayuda por parte del Ayuntamiento cuando estaba en el Centro, donde luché contra viento y marea para no irme, pero después de la pandemia todo se complicó. Yo entiendo de las normativas, pero creo que se puede ser más flexible y no dificultar tanto el trabajo de las personas que tenemos negocios. Normativas, y peatonalización también, pero al final he agradecido el cambio.