El Dakar en un gigante del desierto

Víctor González acaba de completar su segunda participación consecutiva

El Dakar en un gigante del desierto
Víctor González junto al camión MAN con el que ha disputado el Dakar.

Víctor González planificó unas Navidades en familia, sin nervios ni noches sin dormir. Todo lo que dibujó en su mente se vino al traste la noche antes de Nochebuena, cuando recibía una llamada en su móvil del equipo FN Speed, una de las estructuras más potentes de la participación española en la edición 44 del Dakar. Quedaban horas para que la expedición española se subiera al avión que les iba a trasladar hasta Arabia Saudita, donde el 1 de enero comenzaba en Yeda una nueva edición del mítico rallye.

Este amante del desierto y los raids, cuyo primer vehículo nada más sacarse el carnet no fue un coche convencional, sino un 4×4 destartalado para recorrer pistas y senderos de nuestro entorno, hacía semanas que había dado por cerrada su vuelta al Dakar, tras su excelente debut en 2021 donde logró ser ‘finisher’. Cuestiones económicas, vitales en un rallye tan mediático y costoso, hicieron que todo se fuera al traste cuando todo apuntaba que estaba bien encaminado.

Pero algo le dijo a Víctor González que no estaba todo perdido. “La pandemia, que para muchos ha ido mal, a mi en este caso me ha beneficiado. Un copiloto había dado positivo y me llamaron la noche del 23. Como existía esa posibilidad, por si acaso había preparado mi licencia y así terminó sucediendo, cuando ya había descartado el participar. Corriendo tuve que hacer los trámites para poder viajar. Fue todo muy rápido”, admite.

De esta manera, sin ninguna experiencia anterior, se subía en el mismo avión que Francesc Ester y Javier Jacosté, quienes de la noche al día se convertían en sus nuevos compañeros de equipo dentro de la estructura del FN Speed. Los tres iban a conducir la mastodóntica estructura del Man TGE de nueve toneladas de peso y 700 caballos de potencia como apoyo al resto del equipo que es propiedad del catalán Santi Navarro.

El Dakar en un gigante del desierto
El camión al fondo y personas caminando por el desierto.

Los ‘gigantes del desierto’, como son conocidos los camiones en el Dakar por su volumen, cumplen una doble misión dentro de la mítica carrera. Por un lado está la competición pura, reducida a solo unos pocos, los que luchan por la general, y luego se encuentran los equipos más pudientes del Dakar, los cuales contratan camiones que garantizan los repuestos necesarios para en caso de avería o accidente. Al tomar la salida por detrás de los coches y las motos, están preparados para detenerse y ayudar si son requeridos por otros compañeros de equipo.

Esa fue la labor que Víctor González tuvo que desempeñar junto con Francesc Ester y Javier Jacosté durante muchas fases del Dakar 2022 al volante del Man que hace algunas ediciones hizo de asistencia de Carlos Sainz cuando ganó el Dakar con un Volskwagen Taureg. Una impresionante mole mecánica con motor de serie pero con chasis y todas las medidas de seguridad que exige el mítico rallye y que se desenvolvía por el desierto como pez en el agua.

La mayor experiencia, las dunas de nivel 3, las de mayor dificultad, que son auténticas montañas de arena con ascensiones muy largas y luego pendientes que quitan el hipo al bajar. “Es impresionante ver a estos vehículos de nueve toneladas desenvolverse con relativa facilidad por sitios en los que antes ha pasado un buggie. Las trazadas de estos coches suelen ser rectas, los camiones por su volumen tienen que buscar muchas veces alternativas para luego retomar la misma dirección”, desvela el alcoyano.

Físicamente, según reconoce Víctor González, “es muy exigente”. “Después de las motos”, añade, “están los camiones. Hay que pensar que muchas veces vas sentado encima del eje y a más de tres metros de altura del suelo. Es como estar encima de una trituradora permanentemente. Estás todo el rato comiéndote los golpes. El problema viene cuando vas acumulando cansancio. Los músculos del cuello y de la espalda se van cargando y hay días en los que te levantabas y solo con vestirte ya te molestaba la ropa que llevabas puesta. Si los buggies es la velocidad total, los camiones es pura aventura. Salvo los ocho o nueve que pelean por la general, el resto lo afrontan como un desafío”.

Puede leer la noticia completa en la edición de El Nostre Ciutat del sábado 22 de enero de 2022.

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