El nieto de Nasio y el hijo de Montava siguen la trayectoria de sus progenitores formándose en el Levante

Tanto Rubén Catalá como Javi Montava tienen 17 años y están completando su formación en el Patacona de División de Honor juvenil, filial del Levante, donde son titulares habituales

El nieto de Nasio y el hijo de Montava siguen la trayectoria de sus progenitores formándose en el Levante
Javi Montava y Rubén Catalá, dos canteranos en el fútbol base del Levante | Cristina Ripoll

Viéndoles hablar más de uno diría que recuerdan por sus gestos, hasta la forma de hablar, a su abuelo y su padre, respectivamente. Nasio, que ya hace años falleció, hubiera cumplido 90 años en julio de 2020. Montava es un entrenador de éxito que tiene al Contestano en lo más alto de la tabla de su grupo en Primera Regional y forma parte de esa generación de técnicos locales que está entrenando con éxitos deportivos.

Un vínculo que también se ha trasladado al terreno de juego, donde Rubén Catalá, futbolísticamente conocido por Catalá, ha evolucionado hasta ser delantero tras unos inicios como centrocampista, siendo en la actualidad un 9 puro, de esos capaces de romper los partidos con sus movimientos y remates.

Con el 10 a la espalda suele jugar Montava, también Javier como su padre, al que le gusta desenvolverse y gobernar los partidos por delante de la defensa. Quizás no tiene la clase ni el desplazamiento de balón de su progenitor, pero lo suple con un mayor despliegue físico como demanda el fútbol de nuestros días, en el que el centrocampista debe ser un ‘todocampista’.

“Mi padre me ha hablado mucho de mi abuelo”, confiesa Catalá. “En casa guardamos recortes de prensa y recuerdos de cuando él jugaba. Soy un 9 como él, para mí es un orgullo y también un referente. Sería una gran satisfacción poder repetir su carrera y jugar algún día en Primera División. Pasar por clubes como el Sevilla, Las Palmas, Hércules o Alcoyano, que por aquel entonces estaba en Primera División, no está al alcance de muchos jugadores. Él lo consiguió y es algo que tengo muy presente en el día a día. Él era más delantero de área, potente y con buen remate de cabeza. Quizás yo no soy tan fuerte como él, de cabeza me defiendo pero no es mi mayor cualidad. Lo que más me gusta es asociarme y caer a banda. También se me da bastante bien el gol”, admite.

Para Montava hijo no sabe si es un problema o una bendición jugar en la misma posición que su padre con el que se sentaba a comer en la misma mesa hasta el verano pasado. “Es muy crítico conmigo”, resume el mediocentro para luego añadir que “sé que lo hace por mi bien, incluso cuando me ha salido un buen partido, me recuerda que en aquella jugada debería haber hecho otra cosa. Bromas aparte, porque a veces es muy pesado, para mí es un privilegio tenerle siempre a mi lado, es una oportunidad para mi. Además como jugó en mi posición, me entiende y aprendo mucho de sus consejos. Le tengo muy presente en cada partido”, desvela.

LOS ZIPI Y ZAPE DEL FÚTBOL LOCAL
Ambos son como el ‘Zipi y Zape’ del fútbol alcoyano. Tienen la misma edad (17 años) y juntos están desarrollado una carrera paralela, la cual comenzó en la base del Alcoyano y ahora continúa en la categorías inferiores del Levante, donde el año pasado renovaron y ampliaron su contrato.

Solo hubo un episodio en el que sus carreras no coincidieron. Como infantil, Rubén Catalá fichó por el Valencia. Sus excelentes números le llevaron a llamar la atención de los entrenadores de la cantera ché y en su equipo infantil jugó dos temporadas. “No guardo un buen recuerdo de aquella etapa. Creo que ofrecí más que me dieron y como no estaba a gusto, decidí volver al Alcoyano cuando me subieron al cadete. Además, esa temporada el Alcoyano jugaba en la misma categoría que el Valencia y fue una motivación más para volver. Acerté de pleno, en el Alcoyano volví a disfrutar del fútbol”, destaca.

Solo estuvo una temporada, porque a la siguiente, el Levante se interesó por su fichaje. Si muchos de los goles del Cadete A del Alcoyano llevaban su rúbrica, en la sala de máquinas destacaba Javi Montava como cerebro de aquel equipo. Hasta tal punto sus actuaciones llegaron a despertar interés, que el primer equipo del Alcoyano le reclutó y le incorporó a la disciplina de su primera plantilla con apenas 15 años, anticipándose a los tiempos de precocidad de su padre que debutó como blanquiazul con 17 años.

Fue hace tres temporadas, la del descenso a Tercera División y muchos fueron las especulaciones que se generaron en torno a su estreno. Mario Barrera, técnico blanquiazul, a punto estuvo de hacerle jugar en el Rico Pérez. Fueron tres convocatorias pero finalmente no llegó a disputar ningún minuto.

Por aquel entonces el Alcoyano tenía firmado un convenio de colaboración con el Levante por el que el club granota tenía preferencia a la hora de fichar algún jugador de la base blanquiazul. Las relaciones entre ambos clubes eran inmejorables pero acabaron rompiéndose. El punto de discordia fue el interés levantinista por incorporar a sus categorías inferiores tanto a Catalá como a Montava. “Nunca lo entendí, ni lo sigo entendiendo, se rompieron las relaciones y hasta ahora. Es triste y creo que no se debería haber llegado a este punto. Espero algún día volver al punto que lo dejamos”, explica el centrocampista.

SEGUNDO AÑO EN EL LEVANTE
Ambos cumplen su segunda temporada en la cantera granota tras firmar por tres años, un contrato que se amplió el pasado curso por dos temporadas más, algo de lo que están muy satisfechos. “Estamos muy contentos de haber dado este paso. El año pasado íbamos y veníamos pero esta temporada es nuestro primer año en la residencia que tiene el club en Buñol, cerca de la Ciudad Deportiva. Es un club que ha crecido mucho en los últimos años y viene apostando bastante por los jugadores de la casa. Han sido varios los juveniles que han subido este año al filial de Segunda B, entre ellos Álex Cerdá, que también es alcoyano”, afirman los dos.

Catalá le sobró una jornada para terminar máximo goleador en Nacional Juvenil el pasado curso. Iba primero con 16 goles pero en la semana de antes del parón no consiguió marcar y quien iba por detrás hizo doblete. Este año solo lleva dos, una lesión de rodilla le ha tenido varias jornadas en el dique seco en el arranque de la temporada aunque últimamente venía siendo titular.

Montava, por su parte, es un fijo en el once y sus buenas actuaciones han llamado la atención del entrenador del filial, que ya ha requerido sus servicios en más de una ocasión para hacer algún entrenamiento con el equipo de Segunda B.

Siguiendo la filosofía formativa que aplica el Levante para sus jóvenes futbolistas, como juveniles de segundo año les corresponde esta temporada formar parte de la plantilla del Patacona de División de Honor, filial granota y escalón previo a dar el salto al Levante A, en el que jugarán el año que viene. “El principal hándicap que tenemos en el Patacona es el campo, que es de dimensiones muy reducidas y no da para hacer el fútbol que nos gustaría. Otro problema es que somos un juvenil de segundo año y los mejores equipos del grupo cuentan con juveniles de tercer año, y en estas categoría se nota bastante ese salto”, esgrimen.

Tanto Montava como Catalá sueñan algún día con ser futbolista profesionales como lo fueron el padre y el abuelo. “Es algo por lo que estamos aquí y para lo que nos esforzamos a diario, sacrificando el estar en casa con la familia. Está siendo una experiencia única que está valiendo la pena. Si en la vida quieres algo, tienes que sacrificarte y luchar por ello con todas tus fuerzas. Estamos en el buen camino para ello. Está difícil pero no imposible, es más una cuestión nuestra que de ellos que están poniendo todos sus medios para que finalmente lo consigamos”, sostienen para finalizar.

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