El poder del signo + en el Club Gimnàstica Rítmica Alcoi

Es el símbolo que une a gimnastas, entrenadoras y padres, en un club que ha vuelto a ser campeón de España de conjuntos

De izquierda a derecha aparecen Carla Palací, Sara Carbonell (entrenadora), Claudia García, Júlia Aparisi, Sara González (entrenadora), María Torregrosa, Ana Tendero (entrenadora) y Elsa Navarro, Solo falta Gyselle Serrano.

Muchas veces los pequeños detalles, gestos que pasan desapercibidos para una gran mayoría pero que cuentan con una carga emotiva muy grande, son los que acaban marcando la diferencia. Desde hace unos años, cuatro o cinco, tampoco las propias impulsoras de esta especie de superstición colectiva lo saben a ciencia cierta, hay un símbolo que une tanto a gimnastas y entrenadoras, como a padres del Club Gimnàstica Rítmica Alcoi. Se trata del signo +, cuyo significado es el de ser positivos, de poner siempre buena cara a la adversidad, que desde hace un tiempo también se puede ver a un lado del anagrama del club en redes sociales.

La cuestión es que lo que en un momento dado fue un elemento de amistad, como un gesto de complicidad entre las propias entrenadoras y alguna gimnasta, fue extendiéndose a todos los niveles del club, hasta el punto de que no hay ninguna gimnasta que salga a competir sin que el signo + aparezca en su antebrazo derecho, casi a la altura de la muñeca. Los niveles de superstición llegan a tal límite, que alguna con los nervios a flor de piel se fue como un rayo al lugar que ocupaban las entrenadoras para que le tatuaran a bolígrafo el símbolo instantes antes de empezar a competir.

Las tres entrenadoras lo llevan tatuado, también alguna gimnasta y hasta bastantes padres. Incluso hasta lo llevaba el dragón de punto que utilizaron las componentes del conjunto que hace dos semanas en Santander se proclamó campeón de España Base en la categoría infantil. Superstición o no, lo cierto es que al Club Gimnàstica Rítmica Alcoi le funciona este tipo de creencia colectiva y lleva dos años mágicos. Antes de la pandemia se pensaba que el club había tocado techo con aquel conjunto formado por Blanca Agudo, Ana Silvestre, Claudia Sanegre, Paula Torregrosa, Alba Madrid y Paula Hinojar, en el que comenzaba a asomar Daniela Picó y María García, que se proclamó campeón de España benjamín y alevín por partida doble.

A raíz de la pandemia, la mayoría decidieron dejarlo y solo Daniela Picó y María García continuaron, convirtiéndose ambas en las referentes del CGRA. La clase innata de Daniela Picó le llevó este verano a convertirse en la primera gimnasta becada por la Federación Española de Rítmica en el CAR de León y actualmente es componente del conjunto de la Selección Española júnior que disputará este verano el Mundial y el Europeo, mientras que María García consiguió ascender a categoría absoluta y este verano intentará colgarse su primera medalla en el Nacional sénior de Valencia, tras haberlo conseguido en la categoría infantil y Base.

Sin embargo, había cierto vacío en el club a nivel de conjunto tras el adiós de esas excelente generación que llevó al CGRA a lo más alto a nivel nacional. No es fácil, en un club pequeño conseguir un grupo de cinco o seis gimnastas de la misma edad y con un nivel similar. Esta temporada, después de varios años sin conseguirlo, se logró aunar el suficiente talento para volver a intentarlo, sabiendo que el techo estaba muy alto y que igualarlo iba a ser complicado.

Así fue como el quinteto formado por la ibense Claudia García, Carla Palací, Júlia Aparisi, María Torregrosa y Elsa Navarro, empezaron a entrenar a principios de diciembre pasado, tres días a la semana, con sesiones muchas veces de hasta cuatro horas. Al frente, ese tridente de entrenadoras, formado por Sara González, Sara Carbonell y Ana Tendero, que juntas crearon el club en 2009 y catorce años después siguen juntas al pie del cañón. “La historia de nuestro club es corta pero intensa”, asegura Sara González.

Primero el Provincial y luego el Autonómico. En ambos campeonatos lograron la nota máxima. Ambas competiciones sirvieron de banco de pruebas para ir puliendo cosas y en algunos movimientos incrementar la dificultad. Todo iba a pedir de boca, hasta que la semana de antes a punto estuvo de irse al garete la participación en el Nacional. A falta de dos entrenamientos, Elsa Navarro se rompió el peroneo del tobillo, con lo que hubo que actuar rápido. Hablaron con el club de Almusafes, que consintió ceder una gimnasta con el permiso de la Federación Española. La elegida fue Gysselle Serrano, que dos horas después del primer contacto con su madre ya estaba realizando su primer entrenamiento en el Francisco Laporta y tuvo tiempo de memorizar los movimientos en el trayecto en coche desde su casa hasta nuestra ciudad..

No se sabe si los astros se alinearon todos, lo cierto es que clavaron el ejercicio y tuvieron la mejor nota. Cuando terminaron aún restaban otros once conjuntos por salir. “Fueron once partos”, agrega Sara Carbonell. “Hicimos algo distinto a otras veces, que fue salir a por todas. No nos guardamos nada. Si salía perfecto, de lo contrario sabíamos lo que nos podía pasar”, reconoce Ana Tendero.

No fue cruz, sino salió cara. Tras conocer que eran las nuevas campeonas de España Base, no pudieron contener la emoción y todas, gimnastas y entrenadoras, formaron un círculo y se pusieron a llorar. Fue la respuesta a tanta tensión acumulada durante la última semana, donde a punto estuvieron de quedarse en casa. “Fue algo increíble, psicológicamente supuso un gran desgaste”, reconocen las tres. El año que viene no podrán defender título, varias componentes cambian de categoría.

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