Fútbol profesional en ciudades medianas: Mejor nosotros que mal acompañados

No ha podido tener mejor final el ‘caso Ontinyent CF’ esta semana pasada. Hemos sufrido mucho. Los aficionados de Ontinyent, pero también los seguidores del fútbol y los que sentimos cierta vinculación con nuestros primos-hermanos del otro lado del Serpis, o del Clariano. Muchos son sentimos atraídos por la Segunda B, porque es la categoría del fútbol español en la que todavía se sienten los colores, todavía los aficionados se molestan cuando un jugador carismático se va a otro equipo, y todavía moviliza a seguidores que cogen el coche un domingo por la mañana para ver un Barça B-Ontinyent o un Sabadell-Alcoyano, y volver por la noche a casa (normalmente con el rabo entre las piernas). Nos gusta el fútbol sin Ronaldos ni VAR. Nos encanta el olor a césped y las hazañas de porteros de Beniarrés de 18 años que paran penaltis decisivos.

Dicho esto, quiero felicitar a nuestros primos-hermanos de Ontinyent, por la demostración de vinculación, identidad y convocatoria que han tenido esta pasada semana. Porque nos sirve de lección al resto, y ya saben aquello de ‘Cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar”. El Huracán de Torrent desapareció porque confió en ‘empresarios’ de las apuestas, el Eldense, más de lo mismo, y el Ontinyent se ha salvado en la prórroga y de penalti.

Claro que hay que escuchar ofertas de inversores foráneos, no se trata de ser xenófobos. Pero hay que asegurarse muy bien quién está detrás y sobre todo, qué quieren. No digo con esto que los ‘australianos’ sean unos malechores. No, pero hay una cosa que ha quedado absolutamente clara: A la hora de la verdad, los chinos, australianos, indios, americanos y arapahoes cogen el dinero y corren, como decía Woody Allen. Porque lo que les diferencia de la gente indígena (ontinyentins y ontinyentines en este caso) es que no sienten los colores, no tienen una vinculación emocional, histórica ni familiar con el club y la ciudad.

La mejor noticia es que en Ontinyent hay vida, sus empresas y sus gentes han reaccionado a tiempo. Fluye la sangre blanca y negra por sus venas y su equipo, fundado en los años 30, vuelve a sonreir y a corretear por el campo.

Felicidades pueblo de Ontinyent. Habéis dado una lección al resto. Nadie que sea vosotros mismos va a proteger lo vuestro. El fútbol tiene cuentas pendientes con vosotros y os espera una larga vida, espero, junto al CD Alcoyano… los dos en lo más alto.

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