El silencio, según explica Garson, no fue repentino sino progresivo. Cuando decidió entrar en la universidad y estudiar arte y diseño, especializándose después en animación, el mundo del espectáculo empezó a pesarle. Garson admite que “le superó un poco”, sobre todo por cómo funciona desde dentro. Él tenía claro que quería ser cantante, pero se vio atrapado en una dinámica que no acababa de comprender ni de compartir: “Yo lo que quería era cantar y hacer música, pero me perdí un poco por ahí”.
El músico reconoce también que la juventud y la falta de acompañamiento jugaron un papel importante. “Era muy joven y tampoco tenía asesoramiento”, explica, antes de admitir que llegó un momento en el que decidió “bajarse un poco del carro”. No porque dejara de ser músico, sino porque el personaje y todo lo que lo rodeaba acabaron superándole. De hecho, él mismo resume aquel momento con una frase muy clara: “Es que yo tampoco quiero ser eso”.
A pesar del parón público, la música nunca desapareció del todo de su vida. Garson explica que en casa ha continuado “cantando y haciendo canciones”, hasta que, de repente, volvió la necesidad de compartirlas. “Se me empezaron a ocurrir melodías en la cabeza, empecé a componer”, cuenta. Tiene “un montón de temas” guardados en el ordenador, fruto de un impulso creativo que llegó de manera natural. “Me noté otra vez con ganas, con fuerza para componer”, dice, y ese fue el punto de inflexión.
El regreso ha llegado con I’m Still Here, toda una declaración de intenciones, y La nueva religión, una canción que funciona como reflexión sobre el momento social actual. Sin señalar bandos, Garson habla de la crispación, de la polarización y de lo que percibe como una ausencia de términos medios. El cantante compara esta dinámica con una religión, porque “si no eres de los míos y no piensas exactamente como yo, eres el enemigo”. Por eso hace referencia a “la nueva Inquisición”, una idea que, según él, se repite constantemente tanto en las redes sociales como en los medios de comunicación.
Desde su experiencia como millennial, Garson defiende que procede de una época diferente. Recuerda que creció “en un ambiente de grises, no de blanco o negro”, y que eso le cuesta reconocerlo en el presente. Aun así, deja claro que la canción no pretende imponer ningún discurso, sino expresar una incomodidad: dice que respeta cualquier manera de pensar, pero que no quiere que le “impongan nada ni le metan en sectas”.
Paralelamente a la música propia, las redes sociales han jugado un papel inesperado en esta nueva etapa. Sus versiones de canciones de Disney acumulan en Instagram y TikTok decenas de miles de visualizaciones. Garson confiesa, no obstante, que lo hizo “sin pensar, sin ningún tipo de finalidad”: “Empecé a cantar con esas canciones, viendo esas películas”.
Por último, el artista habla de Alcoy con orgullo. Aunque no vive allí desde hace años, asegura sentirse “profundamente alcoyano” y no oculta su deseo de volver. De cara al futuro, lo tiene claro: continuar componiendo, sacar canciones propias y seguir cantando, pero siempre con una idea muy presente: “con los pies en la tierra”.