Jordi Alcaide, el goleador de un Serelles FS que sueña con el ascenso
Llegó este verano casi por accidente, pero se ha convertido en una pieza clave del equipo celeste por su ambición y olfato goleador
La historia de Jordi Alcaide es la de un jugador que quizá no esperaba estar donde está ahora, pero que, desde el primer día, se ha comportado como si siempre hubiera sido su sitio. Este verano llegó al Serelles Alcoy CFS casi por casualidad, tras una serie de decisiones encadenadas que, en un principio, parecían alejarlo del fútbol sala de la zona.
Hoy, sin embargo, se ha convertido en uno de los nombres propios del Grupo 15 de la Tercera División gracias a un arranque goleador fulgurante: 11 goles en 9 partidos disputados y una influencia directa en el buen momento de un equipo que está instalado en la zona alta de la tabla.
Alcaide, de 27 años, no duda cuando habla de ambición. Lo tiene claro: “Siempre que juego es para ganar y por eso aspiro a lo máximo. El objetivo es lograr el ascenso”, afirma con un tono tan positivo como convincente. Ese objetivo no sería nuevo para él, puesto que ya vivió dos promociones a Segunda B en su etapa en el Ye Faky, el club donde desarrolló toda su trayectoria antes de este año.
Antes de ser uno de los goleadores más determinantes de la categoría, Jordi fue jugador de fútbol 11. El cambio llegó por pura necesidad. “Comencé en fútbol 11, pero por motivos de compatibilidad con los estudios me pasé al fútbol sala hace ocho temporadas”, explica. Estudiaba ADE e International Business y el fútbol sala le ofrecía horarios que encajaban mejor, aunque la transición tuvo su dificultad. Los movimientos, la velocidad, la lectura del espacio. Todo era distinto. “Mi primera temporada la utilicé para aprender movimientos en pista. Los veteranos tuvieron mucha paciencia conmigo”, recuerda.
Ese período de adaptación fue fundamental, pero su claridad de cara a la portería rival aceleró el proceso: “Siempre he tenido facilidad para marcar goles. Me definen como goleador, y eso da confianza a todos: al equipo, al entrenador y a uno mismo”, explica.
Su llegada al Serelles tiene un punto casi anecdótico. Profesor de Economía, el curso pasado trabajó en Madrid y pensaba repetir experiencia. Por eso comunicó al Ye Faky que no iba a continuar: “Me parecía injusto seguir si no podía entrenar ni estar disponible todos los partidos y entrenamientos. Sentía no merecía todos los minutos que tenía en la pista porque no podía trabajar igual que mis compañeros”, señala.
Pero pocos días después, una llamada inesperada lo cambió todo. “Me llamaron para trabajar en Canals. Se lo dije al Ye Faky, pero la plantilla ya estaba cerrada”, explica.
Fue entonces cuando se acuerda de su viejo compañero Pablo Pérez, actual entrenador del Serelles y pieza clave sobre la pista en un Ye Faky histórico del que Alcaide también formaba parte. “Hablé con él y me ofrecí. Él conoce mi disciplina y confió en mí. Por suerte me dio un sitio. Ahora mismo estoy viviendo un sueño”, confiesa con sinceridad.
Su rápida adaptación se explica también por la sintonía con el grupo. “En Cocentaina coincidí con la base del actual Serelles, entre ellos Pablo Pérez. Ese conocimiento mutuo fue clave para que llegara aquí”, afirma. Y esa conexión se nota en la pista y en el banquillo.
Si hay algo que Alcaide valora del Serelles es su identidad. “Lo que más me convenció fue la base de jugadores y el entrenador. Son de otra categoría. Que el equipo esté formado en su mayoría por jugadores jóvenes y de la casa es muy importante”, explica. Para él, la apuesta por la cantera no es solo un detalle, sino que es un pilar. “Hay mucho nivel en la plantilla y en la base del fútbol sala de Alcoy. El club está haciendo muy bien este trabajo”, destaca.
Esa identidad, esa sensación de pertenencia, ese sentimiento de identificación que ahora vive en el Serelles le recuerda a modelos de éxito cercanos, como Ibi o el propio Ye Faky, equipos que ahora luchan en una Segunda B en la que, confía, pronto esté también el cuadro alcoyano. Equipos competitivos construidos a partir del talento de casa. “Es clave que los jugadores se sientan identificados, y eso aquí lo tenemos”, afirma.
Los números hablan por sí solos. Jordi Alcaide lleva 11 goles en los 9 partidos que ha podido jugar este curso. Solo se perdió uno, ante el líder Crevillent, por problemas físicos. “He podido integrarme rápido. Conocer a la mayoría de mis compañeros ha sido la clave”, reconoce. Y es que, con 27 años, ya ejerce de veterano dentro del vestuario. “A este equipo le puedo aportar experiencia. Además de goles, soy el que pone carácter. Junto a Iván y Nando, hago de veterano”, explica.
Ese carácter ha sido decisivo en varios partidos. Como en el reciente 5-4 contra Mutxamel. “Ganamos a falta de nueve segundos. Esos puntos también dan ligas”, subraya.
Y es que esa es la mentalidad de Alcaide y la que intenta transmitir al resto de sus compañeros. Aunque el equipo mantiene un discurso humilde, la ambición se acentúa en su discurso. “El objetivo es quedar entre los tres primeros, pero no quiero descartar nada”, insiste Alcaide. El Serelles compite sin presión económica, pero con un hambre voraz. “Hay equipos que tiran de talonario. Nosotros jugamos por gusto, sin cobrar, y eso nos hace más peligrosos porque no tenemos nada que perder”, asegura. Esa actitud nace de uno de sus referentes deportivos. Su figura ayuda a entender la actitud de Alcaide. “Soy muy competitivo. Mi ídolo es Djokovic, tanto por juego como por carácter”.
Más allá de los goles, lo que se percibe en Jordi es felicidad. “A nivel individual, estoy muy contento. Me lo estoy pasando muy bien y me tratan de maravilla. Para mí es una satisfacción enorme disfrutar del día a día del fútbol sala desde dentro y hacerlo en mi casa”, concluye. En Alcoy, Jordi Alcaide ha encontrado estabilidad, cercanía, un vestuario que siente suyo y un equipo que quiere crecer. Y él, en plena madurez deportiva, ha recuperado el hambre competitiva que lo llevó a vivir unos ascensos que ahora quiere repetir. La combinación parece prometedora.