La graduación y el fin de una etapa

El campus de la UPV de Alcoy ha celebrado este viernes el final de la etapa universitaria de parte de su alumnado

La graduación y el fin de una etapa
Un momento del acto de graduación en el pabellón Georgina Blanes.

La meta de una carrera es, al final, la graduación. Los cuatro años —en el mejor de los casos— de un grado son un viaje de profesionalización en el propio sector tan maravillosos como largos. Pero ocurre que, cuando se acaban, se extrañan. Más aún en un campus como el de la UPV de Alcoy.

En el Pabellón Deportivo del Edificio Georgina Blanes, el ambiente es tan tenso como feliz. Los y las miembros de la Delegación de Estudiantes llevan «desde que acaban paellas» organizando la graduación para que todo salga correctamente. Hay que tener muchas cosas en cuenta: guiar a los grados, velar por el cumplimiento del protocolo, controlar el aforo y las entradas, repartirlas antes del gran día… Por eso, la gente de la Delegación, «un cuerpo por y para los estudiantes», se encarga de que todo salga bien. Es un trabajo estresante, pero muy gratificante. Cuando ya han entrado los de Informática, último grado de la fila, da comienzo el acto de graduación de este 2025. El espacio está completamente lleno y, además de todas las sillas, también hay personas que han llegado después y que están de pie para disfrutar del día más importante de la trayectoria académica de sus seres queridos.

Quienes han estudiado en el campus de Alcoy de la Universitat Politècnica de València coinciden en algo muy concreto: todos se sienten como en casa. Tener un campus pequeño hace que todos se conozcan entre ellos, y eso se valora. No solo entre el alumnado, que acaba creando vínculos mucho más significativos, sino también con el profesorado, que se implica con mayor sinceridad en el desarrollo académico del estudiantado.

Lo que también ocurre es que la graduación es un salto al vacío. Después de la universidad llega el mercado laboral y, por muy preparado que salga uno de su grado, los resultados de la búsqueda de empleo nunca son seguros. Andreu y David, graduados en ADE, lo tienen claro: quieren seguir estudiando, especializarse y emprender para montar una gestoría juntos. Por otro lado, Lliris y Jairo, de Ingeniería en Diseño Industrial y Desarrollo de Producto, sienten que estos cuatro años de carrera han sido «muy cortos», sobre todo porque no pensaban aprobar todo a la primera. Son sinceros: no acaban de sentirse preparados para enfrentarse al mercado laboral, pero confían en sus conocimientos y en la ayuda de los profesionales que encontrarán por el camino. Jairo bromea con las prácticas, que todavía las tiene pendientes, ya que realmente son una muy buena oportunidad para perder los miedos, poner en práctica lo que se ha ido aprendiendo y trabajar con personas que conocen esas cosas que en clase no te enseñan —y que, normalmente, se aprenden por las malas—.

Karen ha estudiado Ingeniería Eléctrica y también se va «muy agradecida» porque «el campus de Alcoy es pequeño, es familiar y los profesores siempre están pendientes de ti». Además, asegura que «los grupos de amigos que haces son mucho más sólidos». A ella no le asusta el futuro porque ya ha recibido incluso algunas ofertas de trabajo. En su sector, las energías renovables generan muchos empleos, así que está satisfecha.

Una vez terminado el evento, a los alumnos solo les queda una tarea pendiente: celebrar. La noche debe ser larga para festejar que, por fin, son graduados y comienzan una nueva etapa en sus vidas.

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