La historia interminable del Judo Club Alcoi
Hoy se conmemoran los sesenta años de una entidad que ha conseguido que más de 3.000 alcoyanos hayan practicado un deporte recomendado por la Unesco por sus valores
La historia interminable del Judo Club Alcoi. Como en la popular novela de Michael Ende, luego llevada al cine con éxito bajo el título de La historia interminable, el Judo Club Alcoi sigue escribiendo su propio relato sin perder un ápice de los valores de respeto y de compañerismo que han acompañado a una de las entidades deportivas más arraigadas a nivel local, que en este 2025 está de celebración al conmemorar seis décadas de vida.
Para celebrar esa particular historia interminable del judo alcoyano se ha preparado para hoy un final de fiesta con el que se pretende repasar esos 60 años de pasión, de amistad y de valores en dos actividades. Una, desde las 11,30 de la mañana a pie de tatami, el lugar donde mejor se expresan estos practicantes de un deporte de lucha recomendado por la Unesco, con un entrenamiento especial en el polideportivo Francisco Laporta, que reunirá a veteranos de distintas épocas.
Para a partir de las dos de la tarde, trasladarse esta fiesta de aniversario hasta la Filà Abencerrajes, donde tendrá lugar un “dinar de germanor” al cual han confirmado su asistencia más de 150 comensales, entre ellos algunos muy especiales, como son el presidente y el vicepresidente de la Federación Valenciana de Judo, Salvador Gomar y Vicente Carratalá, además del concejal de deportes, Alberto Belda, y del alcalde Toni Francés, practicante de judo en su etapa como escolar, así como una sorpresa que desde el Judo Club no se ha querido desvelar y que tiene que ver con la presencia de alguien que sabe lo que es saborear la gloria olímpica en un deporte que está estrechamente vinculado con la considerada mayor manifestación deportiva en el mundo.
Será un día de reencuentros pero también de compartir experiencias y de seguir mirando hacia adelante como en su día hicieron dos pioneros, militares destinados a nuestra ciudad para más señas, Antonio Morillo y José Ordóñez, nombres a los que deberíamos añadir el del alcoyano Francisco Sanjuán, que fue la persona que captó a ambos y que logró el respaldo de la Asociación de Padres de Familia del barrio de Santa Rosa para que una veintena de chavales pudieran utilizar una parte de la antigua fábrica conocida como La Mistera, terrenos en los que años después se edificó la Iglesia Parroquial de Santa Rosa, en la calle Juan de Juanes.
Era el año 1965 cuando se fraguaron los modestos orígenes del Judo Club Alcoi, entre cristales rotos y unas instalaciones que llevaban años cerradas y que obligaba a entrenar con ropa abundante para no resfriarse y calcetines para caminar por encima de un viejo toldo de camión, que ejerció como primer tatami.
Podría decirse que aquellos chavales fueron unos adelantados a su tiempo porque ni siquiera estaba establecida la Federación Valenciana, que llegó con posterioridad. Allí estuvieron dos años, hasta que Educación y Deporte ofreció unas instalaciones que tenía en la calle San Vicente, en el conocido Hogar del Productor, pasando a compartir espacio con deportes como el boxeo o la halterofilia.
Se podría afirmar que su expansión fue rápida. En colegios como La Salle, Salesianos y Sant Roc se empezó a impartir clases de judo entre sus alumnos y pronto llegaron los primeros títulos a nivel competitivo. En 1972 se produjo otra mudanza, ahora al polideportivo Francisco Laporta, con la gimnasia artística de vecinos. Aquello no terminó de gustar al colectivo, que ya comenzaba a obtener resultados destacados, incluso a nivel nacional.
Hasta que en 1979, un grupo de socios decidió tomar la iniciativa y el club se traslada hasta lo que hoy en día, cuarenta y seis años después, sigue siendo la sede del Judo Club Alcoi, al principio de la calle Oliver, a las espaldas de una de las principales arterias de la ciudad.
Uno de los judokas que lideraron aquel movimiento clave para la consolidación y el crecimiento de su práctica a nivel local fue Roberto Botella, cuyo primer contacto con el judo le llegó 1966 tras practicar de niño el fútbol. Son casi seis décadas de dedicación plena a un deporte que vivió su expansión definitiva en la década de los 90, con el fomento de la base como prioridad, convirtiéndose en un modelo que le ha llevado hasta convertirse en el tercer deporte más practicado a nivel escolar en la ciudad.
Han sido modelo de organización interna con entrenadores titulados, a la hora de llevar su deporte a los colegios y de la promoción del judo entre los más pequeños con una liga propia, que en definitiva ha sido su propia cantera. Se calcula que alrededor de 3.000 alcoyanos o quizás algunos más han practicado el judo en algún momento de su vida. En el colegio La Salle son más de cinco décadas ininterrumpidas formando a alumnos en el judo. Actualmente en El Romeral entrenadores del club imparten clases de extraescolares, igual ocurre con la vecina Banyeres y en el Complejo Eduardo Latorre.
Una labor a la que hay que sumar la participación dentro del programa de la Escola Poliesportiva d’Iniciació (EPI), con el que el Centre d’Esports promociona la práctica deportiva en los alumnos de Primaria. Además, el Judo Club Alcoi forma parte de los programas “Esport a l’Escola” y “Esport a l’Escola+1”, dependientes de la Generalitat y la Fundación Trinidad Alfonso en colaboración con la Conselleria de Educación.
Sin olvidar que el judo fue uno de los primeros deportes en formar parte de los Jocs Esportius con una inscripción que en algunas ediciones ha superado el centenar de escolares inscritos. De la misma manera, el Judo Club gestiona desde hace un año un Centro de Tecnificación Autonómico en la ciudad, iniciativa por la cual hasta el polideportivo Francisco Laporta se trasladan judokas de todas las edades para participar en jornadas de tecnificación bajo la supervisión de la Federación Valenciana de Judo.
Todo ello convierten al Judo Club en un referente a nivel autonómico, capaz de formar a judokas del nivel de Carol Prats y Gaika Porras, ambos campeones nacionales e internacionales por España. Sin embargo, su labor de detección no se detiene ahí. Actualmente el club tiene depositadas muchas esperanzas en nombres como Leo Gutiérrez, José Antonio Vázquez o Yago Montañés, pero sobre todo en Claudia Carrasco, cada vez más cerca de la élite de su peso en la categoría cadete.
“El club goza de muy buena salud”, ha asegurado Roberto Botella, presidente del Judo Club desde 1979, quien a la hora de hacer un repaso del actual momento de la entidad, explicaba que “tras la pandemia pasamos unos años complicados. Hemos conseguido recuperarnos y estaremos en torno a los 250 alumnos. Para nosotros la base es una prioridad y la competición es una consecuencia. Si tenemos una amplia base, lo normal es que luego puedas disponer de buenos competidores. Lo más importante es que disfruten haciendo judo. Si desde pequeños marcamos como objetivo ser exigentes en la competición, posiblemente nos estaremos equivocando. Ahora mismo estamos ilusionados con el futuro”.