Lectura de dos libros alcoyanos

Por circunstancias de la vida, los dos últimos libros que he leído tienen puño y letra de dos escritores alcoyanos: Ramón Climent y Daniel Ortiz.

Hace unas semanas leí la novela “Los hijos de Prometeo” de Daniel Ortiz. Creo que es su primera novela. Una joya de libro que me enganchó de principio a fin. Daniel es un joven escritor que me ha sorprendido muy gratamente. Enhorabuena Daniel, mi más cordial enhorabuena. Hay madera. Hay futuro. Hay que leer a Daniel.

Justo ayer, finalicé la lectura del libro de Ramón Climent sobre Camilo Sesto. Y el decano Ramón también me enganchó, y mucho. El título: “Ni ángel ni demonio”, sencillamente, me parece lo mejor que se ha escrito sobre Camilo hasta hoy. Y últimamente he tenido la oportunidad de leer algunas cosas sobre nuestro cantante y compositor más internacional. Se nota que Ramón conoce el tema en profundidad, lo ha trabajado minuciosamente y se respira su admiración y, a un tiempo, su asombro y perplejidad ante la figura de un Camilo inmenso, intenso, controvertido e inextricable.

El título “Ni ángel ni demonio” por sí solo y sin leer una sola línea, abre la puerta de par en par al gran artista universal, qué lo fue, y al hombre mortal, frágil e impredecible, qué también lo fue, y mucho, nuestro Camilo Sesto.

Si Elvis, Picasso, Michael Jackson, Dalí, Maradona, Freddie Mercury, o el mismísimo Mozart, e incluso nuestro Gil Albert tuvieron “ángel y demonio propios”, como tantos genios; nuestro Camilo, sin duda, también tuvo su ángel y su demonio. Precisamente por ello, hoy esos maravillosos extraterrestres citados anteriormente, con sus genialidades y sus excentricidades, componen un maravilloso elenco que permanece en nuestros corazones y en la memoria colectiva.

Quiero felicitar a Ramón Climent por esta magnífica aportación que nos acerca a un Camilo más real, porque después de leer el libro, pienso que se ha realizado un minucioso, honesto y valiente trabajo periodístico y literario y, a mi entender, con una tremenda objetividad. Y no es fácil la objetividad en los tiempos que corren, especialmente, cuando el análisis se realiza sobre alguien que ya mora en el nuestro cercano camposanto municipal.

Dejémonos de hipocresía, todos, cuando alguien ha pasado “a mejor vida” tendemos a recordar y enfatizar sólo su faceta de Ángel, haciendo así un flaco favor a la historia, a la verdad, e incluso al propio Ángel que queda pegajosamente anodino, artificioso y huérfano de la salsa de su vida.

La vida es como es, y no como nos gustaría que fuese. ¡Hay lo que hay! Ramón ha sido, como siempre, atrevido, mordaz y certero, elevando a Camilo a los altares en lo profesional y en su faceta altruista, que la tuvo y mucho, y mostrando, a un tiempo, al hombre desnudo, alejado del paraíso, con sus dudas, sus cambios de humor, sus controversias, sus miedos y su tremenda soledad entre tanta gente… que es la más sola, ruin y cruel de las soledades.

La objetividad no era tarea fácil en este libro. Intentar ser objetivo en el análisis global de un artista de casa, pero a un tiempo internacional, con más de cien millones de discos, no vendidos, sino “comprados uno a uno con pesetas, dólares y yenes” por millones y millones de fans y cuya desaparición nos coge tan cerca temporal, física y emocionalmente. No es tarea fácil.

La objetividad, siempre suele levantar ampollas, especialmente entre los blandengues de turno que creen que todo en la vida es impoluto, de color rosa y sin espinas y también entre quienes se la cogen con papel de fumar qué, por estas latitudes, les aseguro, que haberlos, haylos. Y no pocos. Hoy he terminado el libro casi a destajo, porque mañana se lo dejaré a mi amigo José Antonio Blanes, que tuvo la suerte de hacer una entrevista a Camilo con los Dayson en junio de 1965, algo que recuerda con muchísimo cariño y que me ha contado en alguna ocasión. Cuando termine el libro mi amigo José Antonio, ya me lo ha pedido mi otro gran amigo José Miguel Antolí. Antolí es más Camilista que yo, qué ya es mucho decir. Y, por supuesto, después lo leerá Fina la más Camilista de todos los mencionados.

Ustedes se preguntarán: ¿Y por qué en lugar de pedirte prestado el libro, tus amigos no van y se compran uno? Pues muy sencillo, porque se agotaron el primer día y no hay manera de comprar el dichoso libro de marras en ninguna librería, qué yo sepa.

Espero que la promesa de la Diputación, a través del Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil Albert, de lanzar una segunda edición se cumpla pronto. Hay demanda, mucha demanda. Hay motivo. Pese a todo y gracias a todo, hay Camilo para la eternidad…

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