Lydia Sempere es un ejemplo de superación como primera piloto sorda en el nacional de turismos

Ha iniciado una campaña de captación de donaciones a través de Internet con el objetivo de recaudar 200.000 euros con los que afrontar la próxima temporada

Lydia Sempere es un ejemplo de superación como primera piloto sorda en el nacional de turismos
La banyerense Lydia Sempere | D.V.

Lydia Sempere convive desde que nació con una sordera bilateral profunda. Una limitación que no le impidió llevar una vida como cualquier adolescente, cursando sus estudios universitarios de Ciencias de la Actividad Física y Deporte, carrera de la que está a punto de licenciarse, pendiente solo de las prácticas que realizará en el Complejo Eduardo Latorre.

Su gran batalla, sin embargo, a la que se ha enfrentado desde que era una niña, convirtiendo la vida de esta joven banyerense en una permanente carrera de obstáculos, fue cuando quiso hacer realidad su gran pasión, que son las carreras en circuitos. Con 2 años fue intervenida quirúrgicamente para colocarle un implante coclear en el oído derecho y, siete después, ya con 9 años, en el izquierdo, dos operaciones en las que pudo ganar audición. Un proceso que estuvo acompañado de varios desengaños, uno de los más importantes vino cuando tenía apenas 5 años y estuvo a punto de arrojar la toalla. Llevaba apenas uno subiéndose a la moto eléctrica con dos ruedas a los costados para poder mantener el equilibrio y no caerse al suelo.

Aquellas ganas por dar gas, heredando la afición de su padre Jorge, piloto de motocross, le llevó un año después a subirse a una minimoto de gasolina. Al principio con las dos ruedas a los costados, después tratando de quitarlas viendo que cada vez se le daba mejor, pero aquella acción siempre acababa de la misma manera, con la pequeña Lydia por los suelos y llorando de impotencia.

Viendo que aquello no era normal, decidieron consultar con un especialista, que enseguida explicó a sus padres que la pérdida del equilibrio para determinadas cuestiones era algo habitual en personas con sordera total. Comenzaba así una larga búsqueda que le llevó un par de años después a dejar las dos ruedas y pasarse a las cuatro, dando el salto al kárting e ingresando en la escuela del Circuito Ricardo Tormo, cuyos responsables vieron de inmediato un diamante en bruto que necesitaba pulirse con el paso del tiempo.

Todo parecía ir sobre ruedas, nunca mejor dicho, hasta que subirse a un kart de carreras dejó de ser un juego de niños. “Llegó un punto donde había un nivel de exigencia al cual no podía responder por mi sordera”, explica resignada Lydia Sempere. Si quería estar entre los mejores, debía quitarse el implante o debía buscar un casco adaptado en el mercado, con el fuerte desembolso que ello conllevaba. “Al estar operada, tenía que quitarme el imán de la cabeza, lo cual representaba salir a correr sin escuchar ningún ruido, como si estuviera compitiendo para mí. Me adelantaban con facilidad porque yo no tenía percepción de defender mi puesto al no escuchar nada. En ocasiones era muy frustrante”, resuelve.

AYUDA DE MARC GENÉ
Pese a la decepción con la que acompañaba bajarse muchas veces de su kart, nunca pensó en abandonar. “Algo me decía en mi interior que yo valía, era la fuerza que yo tenía para seguir adelante”. Entonces fue cuando su padre empezó a llamar puertas. Con la ayuda del director del circuito Ricardo Tormo, Julio García, y de otro responsable, Marcos Rodríguez, logró contactar con la multinacional de fabricación de cascos Bell. Tuvo que desplazarse hasta Bélgica donde su contacto fue el mismísimo Marc Gené, expiloto de Fórmula 1 y probador de Ferrari. “Se me abrió el cielo con él. La primera vez que me habló me dijo que estuviera tranquila y que todo iba a ir bien. Me estuvieron sacando medidas e hicieron un molde. Un mes después ya tenía mi casco adaptado. No tuve que ir a Bélgica, fuí a Barcelona”.

Lydia Sempere no olvidará la primera vez que escuchó el rugir del motor del coche sin tener que quitarse el implante que lleva en la cabeza. “No pude evitar derramar unas lágrimas, lloré de emoción. Fue una sensación brutal. Siempre me preguntaba cómo sería escuchar el ruido de un motor de competición, poder interpretar los sonidos para mejorar el rendimiento del coche, y al vivir esa sensación aún se me pone la carne de gallina de pensarlo”, se emociona.

La recompensa a toda aquella tenacidad vino en 2012 al proclamarse campeona de kárting de la Comunidad Murciana en la categoría X30 (motores 125cc), convirtiéndose en la primera mujer que lo conseguía. Ese caminar permanentemente por un campo de minas tuvo uno de sus puntos álgidos un año después de hacer historia en el automovilismo estatal, cuando un médico le aconsejó que dejara de correr debido a un problema de corazón. Durante tres años tuvo que colgar el casco, hasta que hace tres, en 2017, otra opinión médica confirmó que aquel diagnóstico fue un error y que podía volver a las carreras.

Con 20 años, se abría otra disyuntiva, seguir en el kárting o dar el salto a los turismos. “Hubiera sido muy frustrante dejar de correr cuando había demostrado que podía ganar. Esa percepción me persiguió todos estos años. Quería seguir disfrutando de mi pasión y creo que ha llegado el momento de volver con todas las consecuencias, ser piloto profesional”, admite.

Hizo un intento el año pasado pero la pandemia aplazó momentáneamente ese regreso. Hace escasas semanas recibió la confirmación de su inscripción en la próxima edición del Campeonato de España de Turismos formando parte del equipo VSR Motorsport con un Renault Megane RS, al tiempo que Bell accedía a rediseñarle otro casco adaptado a su edad actual.

Como nada a lo largo de la trayectoria de Lydia Sempere como piloto ha sido fácil, tampoco lo está siendo esa vuelta a los circuitos: necesita 20.000 euros para afrontar los gastos de la inscripción y ganarse así la oportunidad de demostrar en la pista todo su potencial como piloto. Para ello ha abierto un programa de donaciones en las redes sociales a través de un crowfunding bajo el lema “Pilotar en silencio”, con donaciones que van desde los 10 a los 800 euros, todas con su pertinente recompensa que abarca desde una carta de agradecimiento, camisetas o la inscripción del nombre en casco o vehículo. Existe una segunda vía pensada para empresas. “Por desgracia el mundo del automovilismo es muy costoso, ya que implica un gran desembolso económico en inscripciones, entrenamientos, material deportivo, viajes para las prueba…”, apunta la banyerense.

IMAGEN DE AICE
Serán seis carreras en los principales circuitos nacionales –Cheste, Montmeló, Jerez, Jarama, Motorland y Navarra– a partir de abril, que será cuando empece el campeonato. Se ha fijado hasta marzo para conseguir todo el dinero. En apenas unas semanas ya ha logrado cubrir un 10 por ciento del total. “Quiero ver cumplido ese sueño de niña. Ganar es el objetivo de todo piloto pero yo sé que va a estar muy complicado ahora.

Quiero demostrar que puedo ser una buena piloto, además siendo la única mujer del campeonato, la más joven y dando a conocer unos valores de superación. Las barreras nos las ponemos nosotros. Empecé siendo la última en las carreras a las que iba, fui mucho tiempo siendo la última y lo tuve que dejar cuando había ganado y logrado un título. Creo en mi misma y me veo capaz de llegar lejos, con ese reto vuelvo”, apunta.

Entre los apoyos con los que cuenta está la Asociación de Implantes Cocleares de España (AICE), que quiere que sea su imagen a partir de ahora y le ha prometido una ayuda económica importante.

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