Máximo respeto

Ningún reproche, ninguna mala crítica, ningún comentario en contra. Todo lo contrario, máximo respeto en la adversidad, muchas muestras de apoyo y de ánimo para Néstor Abad que en su segunda participación en unos Juegos Olímpicos, en los que se llevó la mayor decepción deportiva de su carrera, no ya porque quedó muy lejos del gran objetivo en Tokio, que era meterse entre los veinticuatro mejores del concurso completo, sino que su actuación estuvo a una altura que poco o nada representa a un gimnasta de su trayectoria.

Han sido las Olimpiadas de los sonados fracasos –toda una leyenda como Uchimura, doble campeón olímpico se cayó en barra, o Simone Biles se retiró inesperadamente de la final por equipos dejando en bandeja el título a las rusas–, pero ello no justifica ver a Néstor Abad despedirse de sus aspiraciones el mismo día de su debut.

La línea entre el éxito y el fracaso es tan fina en el deporte de élite y más en unos Juegos, donde no solo interviene el factor físico o técnico, también cobra mucha importancia el aspecto psicológico y emocional. El propio gimnasta lo constataba un día después de su eliminación, con las aguas ya más calmadas tras ver a un Néstor Abad fuera de sí, capaz de arrojar la toalla al suelo de impotencia en un gesto de rabia tras un mal ejercicio, confesando que “no ha sido mi mejor competición, tampoco mi mejor año psicológicamente, aunque he afrontado con valentía cada situación intentando dar lo mejor de mí y mostrar mi mejor nivel. No ha podido salir a relucir aquí”.

Fue a tener su peor día en el peor momento. No ha sido un año fácil para el alcoyano ni en lo deportivo ni en lo personal. Como padre de familia tuvo que quedarse concentrado en el CAR mientras veía como su familia regresaba a casa en octubre pasado para protegerse del virus. Desde entonces han sido contados los encuentros familiares. Deportivamente tampoco fueron mejor las cosas con la decisión de la Federación de renunciar a cualquier competición internacional en el último año. Solo a dos semanas vista de los Juegos de Tokio, los componentes de la selección masculina tuvieron la oportunidad en Suiza de ejercitarse con los aparatos de la misma marca que iban a utilizarse en los Juegos.

También han sido meses de incertidumbre sin saber si el aumento del nivel de exigencia en todos sus ejercicios iba a ser una decisión acertada y si Néstor Abad iba a poder cargar con esa mochila tan pesada.

El alcoyano ni siquiera fue el mejor gimnasta del equipo en el Centro Ariake donde se celebró la competición de artística. Ese honor fue para Joel Plata con un total de 81,298 puntos, segundo fue Nicolau Mir con 79,665 y tercero terminó Néstor Abad con 78,031, una puntuación muy alejada de los 82 o 83 puntos de media que suele promediar el alcoyano. Una actuación que le llevó hasta la posición 53 de la general, 23 en paralelas (su mejor resultado), 40 en suelo, 42 en barra fija y 71 en potro.

Pese a tener una actuación claramente por debajo de su trayectoria como gimnasta con dos Olimpiadas, varios Mundiales, Europeos y Copas del Mundo y de América, medallista en los Juegos del Mediterráneo, cinco veces campeón de España, no dudó en agradecer el apoyo recibido, asegurando que “habéis sido muchísimos los que me habéis animado y mandado energía. La mejor medalla que me puedo llevar es el respeto y el apoyo de todos vosotros. Gracias por tanto amor”, concluía.

Ahora se abre un periodo de reflexión en el equipo nacional. Hay voces como la del doble bicampeón olímpico, Gervasio Deferr, que apuesta por “un cambio generacional” y que “entren los jóvenes y empiecen a tomar el liderazgo de la selección”. Néstor Abad ahora tiene 28 años y terminaría el nuevo ciclo olímpico con 31. Pero por encima de la edad, nadie discute su liderazgo y los valores que transmite como gimnasta de élite. Perfectamente hubiera podido criticar algunas decisiones de la Federación o del seleccionador que por jerarquía le pueden estar permitidos, pero decidió acatar todas las órdenes, estuviera o no de acuerdo, por el bien de la selección. No salieron las cosas como se esperaba y él ha sido el primero que no ha puesto ningún tipo de escusas. El 18 de octubre en Kitakyushu, la localidad de nacimiento de Uchimura, empieza el Mundial, la primera cita postTokio y preParís 2024. Veremos en qué situación queda a partir de ahora.

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