Rostros de un barrio que se rehabilita

Rostros de un barrio que se rehabilita
La fachada del edificio está cubierta, desde hace días, por una lona en la que se pueden ver los rostros de vecinos del barrio.

Rostros de un barrio que se rehabilita. Quienes hayan pasado estos días por la calle Sant Mateu, frente al mercado, habrán observado que la fachada del edificio que hace esquina con Sant Domènec luce una lona que cubre el andamio instalado para la rehabilitación de la fachada, dentro del proyecto para la mejora de la eficiencia energética de los edificios del barrio de la Sang. Sobre esta lona se han colocado dieciocho fotografías, dieciocho retratos de otros tantos vecinos de la zona. Se trata de un proyecto denominado ‘El meu barri’, impulsado por el fotógrafo Toni Miranda, cuyo estudio se encuentra, precisamente, en los bajos de este inmueble.

“En un momento en el que todo cambia: ventanas, paredes, calles… esta fachada se transforma en un espacio de memoria, de pertenencia y de mirada compartida. Habla de rostros que han construido este barrio en silencio, con historias que todavía quieren ser escuchadas, y con la voluntad de dejar su huella antes de que el tiempo lo transforme todo. Quiere ser un homenaje a la gente que nos rodea y da sentido a cada rincón”, afirma el fotógrafo alcoyano.

La exposición, en la que una lona de obra se ha convertido en motivo de atención para los viandantes, tendrá una duración de unos tres o cuatro meses, “en función de la duración de las obras de rehabilitación que se están llevando a cabo”, aclara Miranda.

Cada retrato tiene unas dimensiones de 1,90 metros por 1,42 metros. Su presencia en el andamio “es una manera de reivindicar no solo el ‘buenos días’ educado y protocolario, sino el valor cotidiano del contacto humano real y cercano, sobre todo con aquellas personas con las que compartimos la vida laboral, la rutina, los cafés, complicidades o silencios”, argumenta.

Toni Miranda lleva quince años en el barrio de la Sang y, en este tiempo, ha establecido lazos con muchos de sus vecinos, con quienes cada día se saluda o intercambia algunas palabras. “Son rituales sencillos que nos hacen sentir que pertenecemos a un lugar. Son rutinas, a veces invisibles, que se convierten en materia prima de la memoria colectiva”.

Una memoria que Toni Miranda ha querido destacar y perpetuar mediante esta instalación, una exposición de imágenes —su mejor forma de comunicarse— y una manera de reivindicar el barrio.

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