Talento comarcal en la élite del baloncesto femenino

Montse Brotons se formó como universitaria en Estados Unidos y esta temporada ha logrado la permanencia con el Araski de Vitoria

Talento comarcal en la élite del baloncesto femenino
Montse Brotons

Montserrat Brotons Pascual es uno de esos nombres que demuestran que el talento deportivo de nuestras comarcas puede trascender a nivel nacional. Jugadora de baloncesto en la Primera División Nacional Femenina, su historia es la de una carrera construida desde el esfuerzo, y una vocación que nació, como muchas veces ocurre, casi por accidente.

“Mi hermana y yo hacíamos varias extraescolares: gimnasia rítmica, ballet, patinaje, música… Nos cansamos y lo dejamos. Entonces el segundo entrenador del colegio nos propuso probar con el baloncesto porque éramos altas y competitivas. Fuimos a probar, nos gustó, y así empezó todo”, recuerda Montse.

Estuvo dos años jugando, lo dejó, pero más adelante volvió a reconectar con este deporte. Fue entonces cuando se incorporó al Club Alcoià de Bàsquet (CAB), con Miquel como entrenador, combinando entrenamientos del colegio con los del club.

El siguiente paso fue Cabo Mar (Alicante), donde jugó en la categoría autonómica, una competición más exigente que implicaba viajar por toda la Comunidad Valenciana. Estaba en tercero de la ESO y su madre la llevaba dos veces por semana a entrenar, más los partidos. “Era una dedicación que requería mucha organización entre estudios y deporte”, explica.

Su talento pronto llamó la atención: fue convocada por la selección española sub-15, la selección valenciana sub-16 y el proyecto de formación de elite del Segle XXI, en Barcelona. Allí pasó tres años: uno compitiendo en autonómica catalana y dos en la Liga Femenina 2. “Fue una etapa muy importante. Me formé no solo como jugadora, sino también como persona”, continúa Montse.

El salto a EEUU

Tras acabar en el Segle XXI, y tras una lesión, Montse optó por continuar su carrera deportiva y académica en Estados Unidos. “Muchas compañeras lo hacían. Era una oportunidad para mejorar mi inglés, vivir una experiencia vital y deportiva distinta, y seguir jugando tras una temporada casi en blanco por lesión”.

Junto a tres compañeras emprendió una aventura que le cambiaría la vida, tanto personal como deportiva. “Creamos un núcleo de tres personas que hacía un poco más fácil irse fuera de casa”, explica ella misma.

Montse se incorporó a Oral Roberts University, (Oklahoma), donde cursó la carrera de Marketing y jugó en la División 1 de la NCAA. Permaneció toda su etapa universitaria en esta institución, donde cosechó logros como la victoria en la Mayor’s Cup frente a la universidad rival de la ciudad, y el reconocimiento como parte del mejor cinco inicial en su última temporada.

“No sé qué habría pasado si me hubiera quedado en España, pero sé que he mejorado mucho. Me ha permitido conocerme a mí misma y ver el mundo desde otra perspectiva. Mi universidad era muy cristiana y estricta, pero me ayudó a abrirme, crecer y conocer otra forma de vivir el baloncesto”, cuenta.

Su vuelta a España fue en 2020, marcada por la pandemia. Volvió antes de lo previsto y en abril fue contactada por agentes. Le ofrecieron formar parte del CB Bembibre, en la Liga Femenina, el máximo nivel del baloncesto femenino nacional. “Era una gran oportunidad. Competir en la primera liga profesional, aunque fuese en un equipo que luchaba por no descender, era un paso adelante”, explica.

Actualmente, juega en Araski, en Vitoria-Gasteiz. La última temporada ha sido especialmente dura: con una plantilla corta, lesiones y muchos factores externos complicando la competición. “Nos salvamos en el último partido, necesitábamos una victoria más para la permanencia matemática. Había triple empate, y solo se salvaban dos equipos. Fue un alivio y una alegría enorme”, afirma con alivio.

Aunque el baloncesto es el eje de su vida, Montse no ha descuidado la formación. Tras su grado en Marketing, cursó un MBA en dirección sostenible de empresas, formación en coaching deportivo, gestión emocional y actualmente está finalizando un máster en comportamiento del consumidor y neuromarketing. “Trabajar al uso se me haría muy complicado con los horarios del deporte profesional. Cada semana cambian los entrenamientos y partidos. Pero sigo formándome porque es algo que también me apasiona.”

Su papel en el equipo es clave. “La importancia individual es un factor de doble cara: el equipo busca que seas importante y tú debes encontrar tu papel. A nivel humano y deportivo, sí, me siento valorada. Pero para mí, lo más importante es el sentido de pertenencia, mejorar cada día y mantener cierta autonomía dentro del grupo.”

Respecto a sus expectativas en el baloncesto, tiene claro que no todo es ganar. “Aprender, mejorar y disfrutar. La Liga Femenina es un nivel en el que debes aprender a disfrutar incluso en medio de la exigencia, tanto emocional como física. Hay mucho trabajo detrás que no siempre se ve. A veces entrenas duro y los resultados no llegan de inmediato, pero lo importante es sacar siempre nuestra mejor versión, pase lo que pase cada fin de semana. El lunes hay que volver con ganas y motivación para seguir entrenando. Ese espíritu es clave, y es una lección que nos llevamos también para la vida”.

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