Teatro, mucho teatro, en el sainete de Óscar Martínez

Óscar Martínez ha respondido en todas las narices de aquellos que cuestionan el futuro del sainete festero. ¿Está todo dicho? ¿Ya se ha hecho todo? Pues no. Óscar Martínez nos ha demostrado con ‘El alma de la fiesta’ que el “sainet fester alcoià” tiene todavía muchísimo recorrido por delante; se trata solamente de encontrar a gente creativa, con imaginación y el duende del teatro. Y este año el sainete alcoyano ha demostrado todo lo que es capaz de conseguir cuando hay una buena historia, se construye un ritmo escénico y se dirige a unos actores con buen hacer. El escenario del Calderón se ha llenado en este festival de abril de 2018 de teatro, mucho teatro.

Marisa Albero, la directora, la madre de este derroche creativo, ha logrado por otra parte el equilibrio de una representación coral, sin estrellas, ni divos ni divas, confluyendo más de una docena de actores y actrices que han trabado en equipo, sumándose, conformando una complicidad en beneficio del resultado final, del público, que así lo agradeció con aplausos como hacía ya algunos años que no se escuchaban en los sainetes.

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El estreno de Óscar Martínez, además de una sorpresa ha supuesto también un revulsivo multicolor para el encasillado humor festero. Entre el viernes y el sábado pasados, el sainete se ha rejuvenecido una generación o dos. El lenguaje, las situaciones, el ritmo y hasta la escenografía saltan barreras generacionales para llegar a un público sin edad. El propio argumento planteado es totalmente inédito en el sainete alcoyano y su resolución todo un acierto, pese a que al final quizá le sobró -por poner algún pero- diez minutos de melodrama. La donación de órganos, como valor solidaridad, aporta además un punto de pedagogía social novedoso. Y aunque no lo crean, en este sainete no sale ningún ballet de boato ni se forma ninguna escuadra, y algo que pudiera parecerlo se resuelve y salva con una apuesta explosiva sevillana, la otra fiesta abrileña.

En el coro artístico que da vida al texto de ‘El alma de la fiesta’, hay que destacar el trabajo del propio autor en su versión de actor, cada año más seguro y consolidado, pieza clave ya en el Cuadro Escénico de la Associació. Y con él, una Lorena Vallejo arrolladora que contagiaba alegría, expresividad y sabor andaluz, para quien el anchísimo escenario del Calderón se quedaba corto y a quien acompañó una segura Adri Pons. Y como trasladado desde el País Vasco allí estuvo el polifacético Juan Javier Gisbert, dueño de la escena, dominando los movimientos y el texto, con el respaldo de Marta Pascua que a muchos dejó en la duda de si realmente no sería vasca. El grupo madrileño, encabezado por Ángel Martínez se defendió pese a ser más difícil su trabajo con cuatro personajes.

Amparo Casabuena demostró su adaptación a papeles de todo tipo con este discreto personaje, como lo hizo Paco Aznar, menos “pacoaznar” que nunca al servicio de un ambiente lleno de emotividad.

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Y por su singularidad es necesario destacar al pequeño Adrián Martínez, el hijo del autor, que si ya se descubrió sorprendentemente en la última edición de los ‘Monòlegs de l’alcoiania’ con su padre, en este sainete se anunció como un actor con mucho futuro, lleno de naturalidad y espontaneidad. Y la otra nota de singularidad y sorpresa nos la dio el japonés más alcoyano, Hiroshi Fujii, quien si ya hizo algún pinito teatral ahora se ha atrevido con texto en valenciano y empeñado en que tengamos claro que no se llama “Eroski”.

Pero ‘El alma de la Fiesta”, en la que hubo más texto en castellano que en valenciano, sin que se rasgara el techo del Calderón, es una obra coral, de muchos sumandos, una gran orquesta con una directora, Marisa Albero, que ha sabido rentabilizar ideas, opiniones y novedades, como las de una escenografía, de Pepe Burgos y Rafa Miralles, que se escapaba de la visión de ‘cartónpiedra’ de la que tanto se ha abusado, logrando con creatividad, que durante dos horas no tuviésemos apagones ni intermedios, resolviendo la adaptación del escenario de una manera totalmente teatral, para que ‘El alma de la Fiesta’ fuera teatro, mucho teatro, colaborando hasta Hiroshi con su interpretación final del Himne en versión guitarra.

Óscar Martínez como autor-actor y su madre, Marisa Albero, como directora, tienen la experiencia, el conocimiento y la capacidad para que nos regalen como dúo muchas tardes de buen sainete festero alcoyano. No han hecho más que empezar.

Texto: Ramón Climent
Fotos: Xavi Terol

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