Tomar decisiones

Si hay alguien dentro del mundo del fútbol que semanalmente pasa un examen ese es el entrenador. Desde sus propios futbolistas, pasando por la directiva, afición y medios de comunicación, todos tratan de rendir cuentas al inquilino del banquillo. Es el eslabón más frágil de este negocio porque siempre es más fácil y rentable tirar a uno que a once de una tacada. Al técnico no solo se le exigen resultados, también que tome decisiones que luego se reflejen en el juego del equipo y por inercia, en marcadores que permitan conseguir unos objetivos. Decisiones a la hora de confeccionar la plantilla, cuando hay algún futbolista cabreado porque juega poco y su mala influencia se deja notar en el vestuario, en la táctica de cada domingo y también durante los partidos. En el Mini Estadi el Alcoyano cedió su séptimo partido perdido en veinte jornadas, lo que significa que más de un tercio de lo que ha disputado esta campaña, terminó en derrota. Fue por 2-0, un resultado en el que tuvo mucho que ver la dirección que hizo Vicente Mir desde la banda. Durante la semana, no solo se ensaya como contrarrestar al rival e intentar ganar con tus armas, sino también tener un plan B cuando las cosas empiezan a complicarse y hay que reaccionar sobre la marcha. Hay que reconocerle al de Moncada su atrevimiento y el planteamiento del Deportivo en la primera parte. El Alcoyano en ningún momento fue un equipo medroso, fue a plantarle cara a todo un Barça B y de no ser por la falta de efectividad del ataque blanquiazul, ahora mismo igual estaríamos hablando de otra cosa. Un cantar bien distinto resultó la segunda parte. El equipo se le empezó a caer a pedazos y no hubo ninguna reacción para tratar de levantar de levantar el ánimo, es más se siguió jugando de la misma manera que si empezara el partido pero con 60 minutos sobre las espaldas y el primer cambio llegó en el minuto 73 y con dos goles en el marcador. No es la primera vez que pasa esta temporada. Algo similar sucedió no hace mucho, en la bochornosa derrota en Castalia. También ese día el Alcoyano hizo un primer tiempo donde fue claramente superior a su rival y ya se sabe cómo acabó ese encuentro, con una segunda mitad en la que el Alcoyano fue una caricatura de equipo sin que desde el banquillo hubiera una reacción. Está claro que si se hubieran hecho las ocasiones del primer tiempo como sucedió en Paterna en la victoria 2-3 sobre el Valencia B, otro gallo hubiera cantado tanto en Castalia como en el Mini Estadi. Pero no sucedió y no vale escudarse solo en la falta de calidad de los atacantes blanquiazules. Al entrenador hay que exigirle que tome decisiones y ni en Castalia ni tampoco en el Mini Estadi hubieron, por mucho que duela lanzar el dedo acusador en una dirección cuando el fútbol es un juego de equipo. Se sabía que el Barça B iba en un momento dado a quedarse con la posesión, cabía la posibilidad de que se fallaran ocasiones o que acabara llegando el temido bajón físico. Eso también se trabaja durante la semana y se habla en el vestuario. Es una cuestión que correponde al entrenador y su primera decisión llegó ya con dos goles en el marcador y el equipo agotado física y también mentalmente.

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