Un 8M ecofeminista

Después de dos años sin poder salir a las calles para reivindicar nuestros derechos, este próximo 8 de marzo, volvemos a salir para defender el Día Internacional de la Mujer. Y es que, si la pandemia ha evidenciado algo, es que las mujeres se ven mucho más perjudicadas que los hombres por las consecuencias de una crisis como la que el Coronavirus ha originado y sufren más con los cambios y desigualdades que se han visto agravados por la situación social y ambiental actual.

Desde diferentes municipios se han dado ya a conocer los lemas que defenderán, ya que este año no existe un lema o campaña común a todas las comunidades ni localidades. En Alcoy, este 2022 se hace hincapié en el ecofeminismo, con el lema “Ni la terra ni les dones som territori de conquesta” (cuya traducción sería “Ni la tierra ni las mujeres somos territorio de conquista”).
Pero para entender esta relación tierra-mujer habría que explicar brevemente en qué consiste el ecofeminismo y por qué guarda relación con el tema escogido este año para las actividades reivindicativas del Día Internacional de la Mujer en Alcoy.

El ecofeminismo, a grandes rasgos, surge a partir de 1970 y pone especial atención en la relación que guarda la naturaleza con la mujer, cómo ambas han sido y siguen siendo explotadas y subordinadas por el hombre. Durante mucho tiempo fueron las mujeres las que encabezaban las protestas relacionadas con la explotación medioambiental y observaron que, de igual modo que la sociedad patriarcal ejercía un dominio sobre ellas, también lo hacía sobre la naturaleza y plantearon entre sus propuestas la solución a la crisis ecológica a partir de la aplicación de la perspectiva de género que el feminismo defendía.

La crítica principal del ecofeminismo es que las estructuras de poder y autoridad, así como de explotación industrial sin mesura, están relacionadas directamente con las desigualdades que también han sufrido las mujeres, por estar ambas esferas bajo los patrones de dominio patriarcales, por lo que se hace necesaria una reflexión para poder realizar cambios que reviertan esta situación.

Pero, ¿por qué está relacionado el cambio climático y el feminismo?, la respuesta es bastante simple. Debemos comprender que el cambio climático no es solo un aumento de CO2 en la atmósfera, sino desastres climatológicos como sequias, aumento del nivel del mar con la consecuente implicación de la entrada de agua salada en masas de agua dulce, la deforestación, ciclones, inundaciones, situaciones climáticas extremas, etc.

De esta manera, se puede entender mejor que el cambio climático afecte en mayor medida a las mujeres, ya que estas están dentro de los sectores más vulnerables y cualquier efecto negativo en el medio ambiente puede tener graves consecuencias en ellas. Por ejemplo, a quienes ya están en la pobreza cualquier cambio climático puede afectarles gravemente, pero si entendemos que de ese grupo más de la mitad está compuesto por mujeres, podemos decir que es evidente que el cambio climático afecta más a las mujeres que a los hombres. Otro ejemplo es cuando escuchamos que para luchar contra el cambio climático debemos empezar por los hábitos y costumbres individuales de cada hogar; la responsabilidad de estos cambios recae sobre la persona que se encarga de la casa y dicha persona suele ser mujer.

Estos son solo algunos de los motivos que nos hace ver la importancia de unir el movimiento feminista con el ecologista, porque la relación entre ambas partes es evidente, y los problemas derivados del cambio climático y la explotación medioambiental están haciendo más difíciles las dinámicas de empoderamiento femenino y la igualdad de derechos de las mujeres.

Como conclusión, podríamos decir que el ecofeminismo estará presente este mes de marzo en las diferentes marchas por el Día Internacional de la Mujer, porque de una manera u otra, defender y reivindicar el papel de la mujer en la Historia es hacerlo también en su papel por defender la naturaleza. Porque cuando se habla de defender los derechos de la mujer también se hace mención implícita a la preservación del medio del que la mujer hace uso (pensemos en mujeres de otros puntos del globo que sobreviven y mantienen a sus familias gracias a lo que obtienen del entorno natural). Por ello, es necesario plantearse una reflexión que abogue por un cambio en el paradigma medioambiental que transforme las relaciones de poder y explotación en acciones a favor de la naturaleza, que vaya de la mano de las reivindicaciones y la lucha que durante años ha estado haciendo la mujer.

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