Una pasión en la carretera
Gaspar Ruz sigue al alcoyano allá donde juega, con una larga lista de partidos para el recuerdo en los últimos años
En una época donde internet y las redes sociales permiten hacer muchas cosas a golpe de click, viajar se ha convertido en uno de los grandes placeres de la sociedad de bienestar. Dentro del mundo del deporte rey se ha popularizado el movimiento de los “groundhopping” o turismo futbolero, una afición muy extendida en países como Inglaterra, Alemania o Bélgica y que en España está creciendo a pasos agigantados.
Consiste en visitar campos de fútbol, de la categoría que sea, profesional o amateur, sin ningún apego ni vinculación a esos colores, simplemente por el placer de ver ese partido determinado y luego hay aplicaciones y webs para acreditar que validan esa asistencia.
No es la motivación de Gaspar Ruz precisamente para haberse recorrido media España, puesto que en su caso hay un sentimiento, una pasión, pero en el fondo existe esa motivación de explorar otras ciudades, otros campos, otras aficiones, siempre con la camiseta del Alcoyano como tarjeta de presentación.
“El domingo en Mallorca nos dijeron que nos recordaban de la última vez que estuvimos en el Estadi Balear hace un par de años”, recuerda con orgullo este fiel seguidor blanquiazul, que fue uno de la decena de aficionados del Deportivo que estuvieron apoyando a los de Fran Alcoy frente al At. Baleares.
Su historia es relativamente corta pero intensa. Coincidió que colgó las botas en la Peña Juan XXIII y se aficionó al Alcoyano en una de las temporadas más mágicas que se recuerdan por el Collao, con aquellas eliminatorias coperas del éxtasis frente al Mallorca de Cúper (4-1) y toda la expectación que rodeó el enfrentamiento contra el At. Madrid de Fernando Torres, que acabó pasando ronda con un gol de Maxi Rodríguez.
Han pasado ya dos décadas desde entonces y el Alcoyano ha tenido alguna que otra alegría más en la Copa del Rey, sufrió las decepciones de tres descensos y las alegrías del ascenso a Segunda División, primero, y a Segunda B y Primera Federación, después. “Ser del Alcoyano es algo especial. Lo descubres más cuando viajas y ves que hay admiración por su historia. Es un equipo querido y para alguien como yo que me gusta ir siempre que puedo allá donde juega, es un motivo de orgullo. Es un equipo que transmite simpatía y allá donde voy siempre somos bien tratados. Luego están las circunstancias de los partidos, pero nunca me he sentido mal tratado por llevar la camiseta del Alcoyano fuera de casa”, asegura Gaspar Ruz.
Su lista es interminable, aunque confiesa que ha sido en esta última etapa del Alcoyano en Primera Federación cuando más se ha prodigado lejos del Collao. A Mallorca ha viajado un par de veces, otras dos a Ibiza y donde más, a Sevilla, en tres ocasiones, dos para ver al Alcoyano frente al Sevilla At. y otra contra el Betis Deportivo. También ha estado un par de veces en Sanlúcar y en su historial aparecen los desplazamientos a Huelva, Córdoba, Linares, Granada, Andorra, Bilbao, Irún y Tarragona, por citar los más recordados. En el Alfonso Morube de Ceuta fue el único seguidor alcoyanista a comienzos de este año.
Ese viaje estaba previsto que lo hiciera con su gran compañero de fatigas, Javier Mataix, que por enfermedad tuvo que quedarse en casa. “He tenido muchas satisfacciones, la verdad. Recuerdo que en Irún pudimos fotografiarnos con Unay Emery, propietario del Real Unión. Me acuerdo mucho del sufrimiento del partido de Lugo y aquel gol de César Remón que nos dio el ascenso. Las victorias en Málaga, Córdoba y en Bilbao, donde el Alcoyano certificó una permanencia. También se ganó en Andorra el partido que estuve”, hace memoria.
¿Y decepciones?. “Alguna que otra”, repasa. “Ahora que acabamos de venir de Mallorca, en la anterior visita de hace dos temporadas, se perdió 3-0. Recuerdo que Mataix cogió un berrinche increíble durante el partido. Ellos acabaron bajando y en el Collao empataron y nos dejaron sin play-off. El peor momento fue el desplazamiento de la pasada temporada a Algeciras. El Alcoyano se jugaba no bajar y fue vergonzoso. Ni nos esperamos a los jugadores”, relata.
En los últimos años ha contado con una cómplice muy especial: su hija Patri, que le ha acompañado en muchos viajes. Ella es central, Se formó en el Alcoyano Femenino y luego fichó por el Intercity. Este año se encuentra en Florencia de Erasmus donde está jugando en un equipo local. En el último puente festivo se fue a Italia a verla y no pudo presenciar el partido del Collao frente al Poblense.
“El descenso fue una decepción, pero se ha conseguido que el Alcoyano vuelva a Alcoy. Veo mucha ilusión en el club y eso es muy importante. Quizás el entrenador tenía que ser más atrevido, pero veo buena plantilla. También es cierto que han habido muchas lesiones y nunca han estado todos. Puede ser un año como el del ascenso a Segunda División. Nadie lo esperaba y se acabó subiendo. Sería muy bonito ascender el año siguiente de un descenso”.