Vicente Mir

Cuando terminó el derbi, quise saber de Vicente Mir si pensaba que la victoria sobre el Hércules podía tomarse como un punto y aparte en el devenir del equipo esta temporada en casa. No sé si porque aún su cabeza no había procesado bien la sonora pitada que le dispensó la grada por la sustitución de Rubio por Pajarero, lo cierto es que el técnico volvió a recordar ese discurso tan manido de que el equipo está haciendo las cosas bien y no entiende cómo el fútbol está siendo tan injusto con el Alcoyano. Igual con cuatro o cinco jornadas disputadas, pues aún que te vale, pero con casi un tercio de liga consumido, ver que tu equipo solo ha ganado dos de los siete partidos que ha disputado en casa, que fuera solo suma 7 de 18 puntos disputados, que encima lleva más goles en contra que a favor, no es para decir que se está rindiendo bien de una forma tan categórica. Por el Collao han pasado muchos entrenadores últimamente, digo esto porque Vicente Mir gana mucho en las distancias cortas, es afable, directo, incluso divertido. No elude ningún tema y sabe lo que se lleva entre manos. En su profesión es un entrenador valorado y nadie duda que acabará dirigiendo en superior categoría. Sin embargo, el Alcoyano no es el Hércules, ni el Murcia, ni mucho menos el Elche o el Valencia, casas por las que ha pasado, algunas dejando huella. Técnicamente lo explicó muy bien al acabar el derbi sobre las razones que le empujaron a quitar a Rubio para dar entrada a Pajarero. Quería que el malagueño se emparejara con Carlos Martínez, librara un defensa y que Bryan Reyna, que acababa de entrar y estaba más fresco, fuera la referencia en ataque. Tocó el corazón de la grada, que ahora mismo es Rubio, que ya no entendió como priorizaba la alineación de Braulio, cuando el canario venía de una lesión de varias semanas, sin ritmo de competición y encima con algunos kilos de más. El Collao es sagrado y su afición aún más. Lo digo porque aún no ha dado con la tecla correcta para meterse la grada en el bolsillo. Ahora mismo, entrenador y afición son dos mundos totalmente opuestos como se vio el domingo en el derbi. Más que nada lo digo por si le importa cumplir el contrato de dos años que firmó en verano pasado.

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