Fútbol… pero no tanto

Hoy estaba pensando en lo recurrente que es el fútbol. Tanto que muchas discusiones acaban cuando uno de los interlocutores, de forma más o menos airada dice:

– Bueno, bueno, hablemos de futbol.

Y no porque de esa manera se acaben los conflictos, que más bien suele ser al contrario, sino porque es un tema en el que todo el mundo tiene la oportunidad de meter baza. Al que le gusta, por eso mismo y al que no, porque ese tema le da la ocasión de abominar de él, para cantar las excelencias de ¡qué sé yo!, el tenis, las motos, el hockey sobre patines…

El futbol es el tema más socorrido cuando te encuentras con alguien, después del tiempo claro.

– Pues no se acaba de ir el calor ¿eh? No sabe uno cómo vestirse.
– Vaya que no, yo tengo los armarios a mitad de cambiar. Así vamos todos, medio disfrazados.

– Bueno, y del partido de ayer, ¿qué me dices? ¡Vaya penalti que os han regaladoooo…!

– Sí hombre… ¿Y la marca de los tacos en la espinilla de Pujol, qué, eh?
A algunos, la mayoría, nos apasiona y en general somos capaces de entender que cada persona sea libre de elegir con qué equipo se identifica, a qué equipo sigue. Entendemos que algunos seguidores sean “forofos” absolutos, mientras que otros pasen completamente de la liga. Respetamos a aquellos equipos que luchan contra nosotros, siempre que no nos afecten sus puntos a la hora de conseguir la copa y vemos con conmiseración a los que están en línea de descenso.

Algunos, es mi caso, guardamos en la recámara otro equipo al que “amar” que sea tan minoritario en nuestro entorno, que a todo el mundo le caiga simpático y así cuando el tema futbol se calienta en exceso, salimos con un, –además del Barça soy del Betis –y nos quedamos más anchos que largos, pero sobre todo bajamos humos, apagamos críticas encendidas y vemos en la cara del otro ese gesto indulgente, ese mismo que ponemos cuando pillamos a un niño con las manos sucias de chocolate. Ese… ¡Ay tontorrona!

Porque, no nos engañemos, en España hay dos equipos, y luego otros tres o cuatro que de vez en cuando asoman la patita por debajo de la puerta y que obligan a los de “arriba” a no dormirse en los laureles, a hacer las cosas bien.

Ahora consideremos el párrafo anterior como una metáfora del mapa político español, baste cambiar la palabra “equipos” por “partidos”.

Esto ya es más serio, porque que Blatter se burle de Cristiano Ronaldo es muy feo, me ha molestado incluso a mí, barcelonista declarada. Es una ofensa gratuita que me hace pensar que el presidente de la FIFA está gagá. Pero que Wert ande jugando con el tema de las becas Erasmus me corroe por dentro. No estoy hablando de si me parece bien o mal, ojo, eso me lo guardo. Hablo de que cuando un ministro viene con una orden que puede afectar a tantos ciudadanos, debería ser algo sólido, no hoy digo una cosa y mañana otra.

Y a fuerza de malpensar, habilidad que he ido adquiriendo gracias a los políticos en general y a los banqueros corruptos en particular, he llegado a la conclusión de que el gobierno va soltando globos sonda y según las reacciones llega por detrás un chulito palmeándose el muslo y arreglando el partido. Debe pasar algo así.

– Wert, querido, tú sal al campo y suelta la patada, que ya te cubriremos de alguna manera.

– Pues a ver si es verdad, que yo corro por la banda tan rápido que llego arriba siempre solo, y claro, así meter gol es muy difícil. Y otra cosa, el entrenador que le dé un correctivo a la defensa, que últimamente está muy floja.

– No hay cuidado, el equipo rival está fatal, para la próxima temporada van a perder un montón de socios. Podemos fallar hasta penaltis ¡no pasa na!

Menuda prepotencia, así uno se indigna y acaba pensando en que quizá un día, no demasiado lejano, un equipo como el Betis o el Levante sea capaz de ilusionar a una mayoría.

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