Noche mágica

Lo necesitábamos, club y afición. Cierto es que el año pasado el Deportivo realizó una gesta en Copa con tres rivales de Primera División pasando por el Collao, pero debido a esta maldita pandemia lo tuvimos que disfrutar desde casa, en la lejanía, nada comparable con vivirlo en directo, poder abrazar en el caso mío a mi padre en cada gol o cada vez que José Juan detenía un penalti se convertía en un subidón de adrenalina muy grande.

Y es que el Alcoyano es para muchos de nosotros algo que nos han inculcado desde niños, algo que sentimos como propio, un sentimiento que te lleva al éxtasis en las grandes victorias, como la que vivimos este martes frente al Levante, o de mucho sufrimiento cuando las cosas no funcionan.

De lo visto ante la Copa lo resumiría en una sola palabra: intensidad. Esa que precisamente nos faltó –todo hay que decirlo– ante el Costa Brava. Está demostrado que los de Vicente Parras son muy competitivos sea cual sea el rival que tenga enfrente y si juega a gran ritmo. De lo contrario se convierten en un equipo previsible como paso en la última jornada liguera.

También es cierto que mantener ese nivel de exigencia mental y física durante toda la temporada es muy complicado y que algún borrón puede haber. Estoy convencido que solo fue eso, que muy pronto –y confío que sea esta tarde en casa del Linense– el equipo recuperará la senda que inició en la competición liguera, consciente de que la Copa es un premio, una ilusión que permite a jugadores, técnicos, afición y club soñar con grandes gestas, recordando esa famosa frase del míster: “Y si, sí”.

El partidazo de Mourad, el descaro de Dani Vega, el golazo de Carlos Blanco, el trabajo de Imanol o las paradas de José Juan en la tanda de penaltis, fueron algunos detalles que dejó la eliminatoria frente al Levante, además de poder ver en el Collao a los Melero, Bardhi o Morales, jugadores top de la liga española. Muchos recuerdos, pero sobre todo la posibilidad de haber asistido a otra noche mágica, de esas que quedan en la memoria colectiva para siempre. Si el equipo corrió, la afición animó mucho, sobre todo cuando en inferioridad numérica el Levante apretó y los aficionados espolearon para que los jugadores se exprimieran más físicamente.

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