Ofuscados

Partido raro, raro, pero raro de los de verdad. De esos que cuando acaba, no sabes si silbar, aplaudir, quedándote mirando al infinito o agachar la vista e irte a casa sin darle más vueltas a la cosa.

Fue lo que hicieron la mayoría de aficionados blanquiazules. Acostumbrados a escuchar aplausos en la despedida de los jugadores, fue extraño observar que se hizo el silencio. No parecía que fuera el líder invicto de una competición que domina desde la primera jornada quien se retiraba a vestuarios. Si fue raro el final, también lo fue su desarrollo. El Alcoyano abrió el marcador en el minuto 12, uno antes de lo que lo hizo hace dos semanas en la goleada al Vilamarxant. Aquel día fue un asedio desde el primer minuto.

Óscar Díaz tuvo la suerte de que el balón tocó en un rival y entró ajustado al poste, lejos del alcance del portero. Después vino el segundo, ahora sí en una buena jugada de ataque. Pero ni con 2-0 el Alcoyano estaba dando razones para merecer ese resultado, cuando instantes antes Rubén Garcés había sacado bajo la misma línea de gol un remate de cabeza de Gato después que José Juan saliera a por uvas. El Alcoyano es un equipo que cuando más ruido hay, cuando más alboroto existe, más cómodo se siente.

Tiene futbolistas que parecen correr con el cuchillo en la boca, en busca de su siguiente presa. El problema viene cuando hay que bajar pulsaciones, ahí los blanquiazules se enredan y llegan las ofuscaciones. De lo contrario no se entiende que con 2-0 a favor, el equipo reciba dos goles a la contra, en dos acciones en las que la defensa y portero blanquiazul quedaron retratados.

El Alcoyano hizo méritos para hacer el tercero, incluso el cuarto, pero la realidad es que el encuentro acabó en 2-2 y si este marcador se llega a dar en la ida de la eliminatoria de campeones, ahora estaríamos hablando de un verdadero drama y buscando culpables, pero los de Vicente Parras aventajan en 14 puntos al segundo y en 20 al quinto. Casi nada. No es cuestión de santificar a Gato y compañía pero son situaciones controlables y que merecen de una reflexión fría de cara al futuro.

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