Pautas para evitar las bienvenidas ‘histéricas’ de nuestro perro

VANESA CARBONELL.

El Análisis Conductual Aplicado o también llamado ABA –no! no es el grupo musical, son las siglas correspondientes a los términos en inglés Applied Behavior Analysis-, es una técnica de modificación y análisis de conducta que se aplica en todos los ámbitos y profesiones que manejan cuestiones de comportamiento. Así, es empleado por entrenadores caninos correctamente formados, por entrenadores de animales salvajes, psicólogos, psiquiatras, profesores y un largo etcétera.

Esta técnica nos permite analizar por qué ocurre un comportamiento para poder cambiarlo de una forma sencilla y objetiva. Lo primero que debemos comprender es la ley principal de ABA: Toda conducta tiene una funcionalidad. ¿Qué quiere decir ésto? Quiere decir que cualquier comportamiento que realice y repita tu perro, gato, pareja o padre es porque tiene una función para él, quiere decir, que le sirve para conseguir o evitar algo. La segunda ley es más sencilla aún si cabe; el término se conoce como Hedonismo y sería algo como: Todos buscamos el placer o aquello que nos gusta, y evitamos el dolor o aquello que nos disgusta. Por tanto, si tu perro, gato, pareja o padre realiza y repite un comportamiento es porque o bien le sirve para conseguir algo que le gusta, o para evitar algo que le disgusta –por muy ilógico o irracional que a ti te parezca desde fuera el comportamiento que realiza para ello.

Comprendiendo las dos leyes principales, solo nos queda analizar y completar las 3 variables que componen la fórmula del Análisis Conductual Aplicado. Pongamos uno de los ejemplos más comunes en problemas de conducta en perros: Saltar a las visitas o a los propietarios cuando llegan a casa; a pesar de que se les riñe, chista o intenta apartar. La fórmula es la siguiente:

Antecedentes ——– Conducta ——— Consecuencias

La primera variable de la fórmula que tenemos que completar serán los Antecedentes del comportamiento; es decir, aquello que ocurre justo antes de que aparezca la conducta que queremos cambiar. En este caso, normalmente solo hay un antecedente: persona llega a casa. El siguiente paso sería definir la Conducta a cambiar de la forma más concreta posible; en este caso podría ser: Perro salta, ladra, araña e intenta lamer la cara de la persona que llega. Y por último, completaríamos la última variable de la fórmula, que son las Consecuencias del comportamiento. Aquí es donde debemos pararnos a pensar y analizar más profundamente: ¿qué consigue mi perro realizando esa conducta? Por lo general, la respuesta en este ejemplo en concreto siempre es la misma: Intentar calmar la ansiedad que produce la emoción de que lo más maravilloso de su vida acabe de regresar a casa y conseguir su atención –¡porque sí, vosotros sois lo más maravilloso de la vida de vuestro perro!-, pero entonces… Si yo le riño, chisto o aparto cuando realiza ese comportamiento, ¿por qué lo sigue repitiendo? Aquí es donde casi el 100% de propietarios falla… Y el error es muy sencillo, creéis estar castigando el comportamiento (vuestra interpretación: reñir,chistar o apartar) y en realidad lo estáis reforzando (prestar atención al perro cuando realiza esas conductas).

Otra de las leyes que debemos aprender son las del refuerzo y las del castigo; y son bien sencillas también. Refuerzo: Toda conducta reforzada tiende a repetirse. Castigo: Toda conducta castigada tiende a extinguirse o a derivarse en otras. Por tanto, y no hay opción, si un comportamiento que llevas tiempo castigando se sigue repitiendo, no lo estás castigando, lo estás reforzando; solo que tu interpretación y la del sujeto al que se le aplica el supuesto castigo es distinta.

Vale, ya tenemos la fórmula completada. ¿Y ahora qué? Pues ahora viene la parte en la que debemos en primer lugar empatizar con nuestro perro… ¿Es normal, sano y natural que se alegre de vernos cuando llegamos a casa? Sí. ¿Además, es normal que ese comportamiento se repita si yo se lo estoy reforzando? Por supuesto. Entonces, ¿qué debo hacer?

La mayoría de propietarios piensa que simplemente ignorando al perro cuando llegan a casa es suficiente para que el comportamiento desaparezca, pero la realidad es que en la mayoría de casos no suele ser suficiente, sobre todo si el historial de aprendizaje es elevado –si lleva mucho tiempo repitiendo la conducta. ¿Qué es lo ideal? Muy sencillo. Ante el mismo Antecedente -persona llega a casa-, enseño una conducta diferente –le guío con un premio hasta que se quede en su cama-, y le ofrezco la misma consecuencia que obtenía con el comportamiento anterior –conseguir atención– y ¡además le sumo una consecuencia positiva más! Le daré un premio cada vez que lo haga. De esta forma, ¿qué será más interesante para el perro? ¿Un comportamiento con el que consigue un solo refuerzo, o uno con el que consigue ese mismo y otro más?

Además, si por cualquier motivo nuestro perro se anticipa y realiza el comportamiento indeseado, deberemos castigarlo simplemente ignorándole hasta que se calme. Por último, repito esta secuencia las veces que sean necesarias hasta que ante el Antecedente –persona llega a casa-, mi perro automáticamente se vaya a su cama a esperar sus dos consecuencias positivas.

Continuará…

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