50 años sin Rigoberto Soler

Escrito por:
José Luis Antequera.
Doctor en Història de l’Art. Membre de l’Associació Valenciana de Crítics d’Art

El pintor alcoyano Rigoberto Soler residió en Ibiza entre 1925 y 1956, aunque no siempre de forma continua. Cuando llegó desde Valencia a la isla, acompañado de una escultural modelo llamada, al parecer, Encarna, se afincó en la población de Santa Eulalia, donde clavó la cabaña desmontable que traía de Valencia y que pintó de azul, llamada “El Niu Blau” cerca de la desembocadura del torrente L’Arabí. Era todo lo llevaba consigo.

Cocinaba entonces al borde del agua mientras cantaba canciones valencianas; venía el pintor de la ciudad del Turia, donde pasaba sus horas libres en los cafés discutiendo de cuestiones filosóficas e intercambiando anécdotas. Rigoberto era un hombre menudo, delgado, de profunda mirada, sensible, sumamente empático que admiraba la forma de vida americana y poseía un innato sentido común, era enamoradizo, cantarín, y siempre tenía historias que contar delante de un vaso de manzanilla; famoso era su arroz con conejo hecho al carbón en la amplia chimenea de su nueva casa que se hizo construir cuando ganó el segundo premio en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1926 con su óleo “Idilio ibicenco”. Entonces Rigoberto Soler tenía 30 años; nueve años después se casaría en Ibiza con la alemana Clara Silderman.

Nuestro pintor nació Alcoy en 1896, fue su padre, grabador de profesión, quien le inculcó el dibujo; en 1908 continuó estudios con su paisano Eduardo Soler Llopis ya en la Escuela de Artes y Oficios de Valencia ciudad donde se trasladaron sus padres desde Alcoy. Ingresa en la Escuela de Bellas Artes de S. Carlos y se convierte en discípulo de José Mongrell, el gran costumbrista valenciano, trabajando en su taller de Cullera.

Mongrell, de quien se decía que ficava en els seus quadres el sol a cabassaes, se convertirá en maestro y mentor del alcoyano, de modo que los 17 años, Rigoberto lo acompañará en su traslado a Barcelona en 1913 donde continuará con sus estudios.

Inicia Rigoberto Soler su carrera artística vinculado a temas costumbristas típicamente valencianos (playa y huerta) se mueve en principio dentro de los parámetros estéticos de su maestro José Mongrell, y a través de él, de los de Sorolla y Pinazo maestros de su maestro. Pero Soler no es sólo sorollista, aunque posee también sus dotes para el dibujo, un dibujo escultórico, cada vez más suelto y profundamente trabajado en su composición que le vincula a su maestro Mongrell pero que sabe hacer evolucionar hacia su propio territorio plástico donde une la rotundidad escultórica de su maestro con la sensual elegancia, gracilidad y contención de los escorzos de las figuras, con la soltura de los paisajes, la veracidad de sus retratos y el pleno modernismo de sus carteles. Decía de él su amigo el pintor José Manaut: En la obra de Rigoberto Soler no se advierten jamás los impulsos de la improvisación
Premiado en las Exposición Nacional de Bellas Artes de 1917 con tercera medalla por Entre Naranjos, con condecoración en 1920, con segunda medalla en 1926 por Idilio Ibicenco. Es en 1943 cuando consigue la Cátedra de Dibujo Antiguo y Ropajes en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Jorge en Barcelona ciudad que ya no abandonará hasta su muerte y que combinará con numerosos viajes tanto a Eivissa (hasta 1956) como a Valencia, donde falleció en 1968, hace ahora 50 años.

Rigoberto Soler se resistió a los movimientos de vanguardia que se iniciaron de forma tardía en España, con la Exposición en 1925, de la Sociedad de Artistas Ibéricos donde se intentaba escapar de la galaxia Sorolla a través de los colores apagados, el neo-cubismo y la figuración geométrica. Fiel a las enseñanzas académicas, evolucionó a través del equilibrio entre la composición, el dibujo y una paleta rendida a la extrema luminosidad de la luz mediterránea.

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Clara Silderman (Colección particular)

En vida, Rigoberto era asiduo expositor de la galería La Pinacoteca de Barcelona y en sus visitas a Alcoy solía exponer en el Círculo Industrial. Un homenaje a su figura fue la Exposición monográfica que le dedicó la antigua CAM en Alcoy en 1983.

Por otro lado, nuestro pintor ha estado siempre presente en las colecciones alcoyanas. Quisiera destacar la gran labor divulgativa de su obra que en su momento realizó Chelo LLoréns a través de sus exposiciones en la extinta Galería San Jorge de Alcoy, así como la labor investigadora de Adrián Espí.
Rigoberto Soler es un pintor internacional, muy siglo XX, su obra se puede contemplar desde los museos de Chile hasta los de Francia. Tiene obra diseminada por colecciones privadas de Estados Unidos, Sudamérica y Europa y en su momento, marchantes y coleccionistas se disputaban su arte. Hoy en día podemos asistir a las más prestigiosas subastas de Londres, donde encontraremos obras suyas.


En palabras de Adrián Miró:

Rigoberto Soler, con su amplia pincelada dúctil plasticidad y su fino sentido del color, es uno de los pintores valencianos más interesantes de la época
Y podríamos añadir:.. Todavía pendiente de un homenaje en su ciudad natal.
¿Por qué no ahora, en el 50 aniversario de su muerte?

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El pintor alcoyano Rigoberto Soler

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