Hugo Cruz, una fuerza del kyokushinkai

Reciente campeón de España y subcampeón europeo, estará en el Mundial de Tokio del arte marcial que simula el combate real

Hugo Cruz, una fuerza del kyokushinkai

El kyokushinkai no solo es uno de los estilos del kárate más conocido del planeta –se calcula que más de 40 millones de personas lo practica en el mundo–, sino que su filosofía es una de las más duras e intensas, puesto que su objetivo final es la eficacia en el combate real, con una disciplina de entrenamiento estricta en el que el control mental juega un papel muy importante para aguantar los golpes de piernas, puños y rodillas del rival durante tres minutos que dura un combate.

Dicho así, contado de esa manera, nadie en su sano juicio se expondría a tal cúmulo de violencia, a ser “amigo del dolor” como explica Hugo Cruz, un murero de 22 años, abanderado de este arte marcial en nuestro país, que será uno de los tres representantes del kyokushinkai español que se trasladará después del verano a Japón, considerada como la cuna de este arte marcial y el país en el que se fundó a comienzos de la década de los 50, curiosamente por un coreano especializado en el combate cuerpo a cuerpo que emigró al país nipón.

Precisamente allí, en su capital, se disputa a mediados de octubre el Mundial de la categoría Open, algo así como el Mundial de los Mundiales del kyokushinkai, puesto que en esta disciplina, como en la mayoría de las artes marciales, existen varias organizaciones. “Es como si en fútbol jugaras la Europa League o la Champions, por utilizar un símil. Yo he disputado muchos combates de Europa League y ahora quiero competir en la Champions y en Tokio estarán los mejores. Seguramente si hubiera competido en otras organizaciones, sería ya campeón del mundo, pero prefiero estar en la cola de los mejores, que ser el mejor de los peores”, argumenta Hugo Cruz, ocho veces campeón de España, la última hace escasas fechas en Cheste, y hasta tres veces subcampeón de Europa en -90 kg.

En Japón se encontrará una competición de tres días en la que tomarán parte los 200 mejores competidores del mundo, con la particularidad, a diferencia de otros campeonatos, que no habrá pesos. El propósito de Hugo Cruz es salir airoso del primer día y alcanzar el segundo. El tercero, ni se lo plantea. El ganador llega a disputar ocho combates repartidos en tres jornadas. Su mirada está puesta en el Mundial de dentro de cuatro años, con más experiencia y madurez competitiva, lograr un Top 8, ni siquiera se plantea subir al podido, algo así como palabras mayores para él en estos momentos.

Cuenta el murero que España está a la cabeza de los países occidentales dentro de Europa. Un escalón por encima, está la élite, que son los países del Este con Lituania a la cabeza, que tiene su propio Centro de Alto Rendimiento y acude a los campeonatos con un equipo que incluye médicos y psicólogos.
Para llegar con la mejor preparación, Hugo Cruz tiene previsto disputar varias competiciones previas, algunas internacionales, como la que tiene este fin de semana en Zurich (Suiza). Dentro de tres, viajará hasta Bélgica, donde se disputa la Diamond Cup, competición bianual de gran prestigio a nivel mundial y que reunirá en esta ocasión a competidores de Irán, Kazajistán o Japón. El ganador se lleva como premio un diamante.

Contrariamente a lo que se podría pensar, Hugo Cruz no es profesional como competidor y hacia ese objetivo le gustaría encaminar su proyecto de vida. Sus únicos ingresos provienen de competir en veladas profesionales en el extranjero, donde dependiendo de los combates que gane puede llegar a ingresar entre 1.000 y 3.000 euros. Consciente de que es imposible vivir del kyokushinkai en España, no descarta emigrar a un país del Este de Europa a medio plazo, en este caso Bulgaria, incluso no le importaría obtener la doble nacionalidad si es necesario. “Es algo que tengo en la cabeza desde hace un tiempo y no descarto dar ese paso en un plazo máximo de tres años. La posibilidad de poder entrenar y competir con los mejores me apasiona. Lo de viajar no es para mí un problema, al contrario me gusta mucho tener nuevas experiencias”, desvela.

Mientras tanto, compagina la competición con ser entrenador de alto rendimiento especializado en deportes de combate. De hecho, sus ingresos dependen de su red de alumnos que se extiende en todo el mundo. Según confiesa, tiene alrededor de setenta, encargándose de su preparación física. “Al ser online, puedo ponerme en contacto con mis alumnos desde cualquier parte del mundo”, asegura.

Su mayor suerte es que para mejorar no ha tenido que irse a una gran capital, y a menos de una hora de Muro, en Alzira, se encuentra uno de los mejores gimnasios de kyokushinkai de España, que rivaliza junto a otro que hay en Santa Coloma de Gramanet, al lado de Barcelona.

Allí tiene como “sparring” a otro compañero de la Selección, Javi Zamora, que también estará en Tokio, siendo su entrenador Leo Adriá, campeón del mundo de veteranos. “A pesar de su edad, nos hace que nos pongamos las pilas”, admite. Los lunes, miércoles y viernes realiza sesiones de técnica y estrategia de combate. Los sábado tiene clase de competición y únicamente se queda en casa los martes y los jueves, que los dedica a la preparación física, siendo él mismo su propio entrenador. Sólo el domingo descansa.

Cada combate tiene una duración de tres minutos. En caso de que no haya KO o una acción determinante, habrán otros dos minutos extra y si persiste la igualdad de los jueces, podría decidirse el ganador con el rompimiento de maderas o por diferencia de peso. Se permite el golpe de pie a la cabeza, pero no de puño o de rodilla. Hugo Cruz por envergadura –mide 1,83 y pesa 85 kg– marcaba diferencias en categorías menores con el pie. Ahora ha cambiado su técnica y utiliza más la rodilla y ha mejorado mucho con el puño.

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